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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

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1-Demyx
Axel
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Mensaje  Axel Miér Jul 30, 2008 6:48 pm

Gracias por tus comentarios Jenna, me animan a seguir y mucho!^-^ Aunque sea a paso de tortuga... Los que lo leáis veréis lo entramado que es y lo que cuesta seguirlo... Pero lo acabaré, aunque sea lo último que haga! lo juro! >w< Ahora que es veranito, un capítulo refrescante! Que lo disfrutéis!!

CHAPTER 8
“It’s finished the summer holidays…”

¿Alguna vez has saltado al vacío? ¿Alguna vez has tenido la sensación de volar muy, muy deprisa, pero en sentido contrario? ¿Alguna vez has sentido la muerte en tu rostro incluso antes de morir? Pues así es como más o menos debí sentirme en ese momento… Antes de caer inconsciente.
¿Estamos…volando?... – Se cuestionó una incrédula Olette.
Eso parece… - Respondió con la pasividad a la que nos tiene acostumbrados Roxas.
Pues estaremos volando al revés, ¡porque cada vez mi cuerpo pesa más!- Exclamó Pence.
¡No estamos volando! ¡Estamos cayendo! – Contradijo Hayner.
¡OH! ¡Mirad allá abajo! ¡Bajo las nubes! ¡Es precioso! –Exclamó Olette fascinada.
Es… es… el mar. –Respondí con un hilo de voz. (Demyx, como sobreviva a esto, ¡¡¡desearás no haber nacido!!!)
¿Qué pasa, que la todopoderosa Álex no sabe nadar? – Me retó burlón Hayner.
¡Claro que sé! – A la fuerza, pensé. El instinto de supervivencia había ido más tenaz que la insistente manía de Demyx por practicar su curso de primeros auxilios conmigo como conejillo de Indias. Pero eso no le quitaba hierro al asunto. Sentía pavor por el mar y en esos momentos mi agotamiento tras el campeonato sumado a mi estado de nerviosismo hizo estragos en mí, provocándome un estado de embriaguez cada vez más profundo, hasta que rocé la inconsciencia.
¡Álex! ¡Ayudadle! ¡Ha perdido el conocimiento! –Oí decir a lo último antes de caer completamente fulminado a un preocupado Roxas. Roxas… Ahora estabas tan lejos… cada vez más…Quería correr hacia ti, pero mi cuerpo no me respondía… sentí miedo… pero al final de esa angustia, sentí una paz extraña… Que no quiero volver a sentir. No quiero volver a perderte…
Entre todos intentaron por todos los medios alcanzarme sin éxito. El mar cada vez estaba más cerca, más cerca, más cerca,… Hasta que el fatídico momento dio lugar. Sentí mi cuerpo caer, pesado… Sentí como mi último hálito escapaba de mi garganta y como la oscuridad me engullía… hasta que todo fue al fin oscuridad…
• • •

El agua estaba realmente fría, pero no me importaba. Siempre había disfrutado con la brisa marina y las olas acariciar mis pies al pasar. Podría decirse que se trataba de uno de mis lugares predilectos, aunque realmente y nunca antes lo hubiéramos sabido, jamás habíamos visto el mar antes.
Sin saber muy bien el por qué o más bien, queriendo omitir de mi mente la causa por la cual me he estado preguntando tantas cosas, me defendía muy bien en el agua, a pesar de lo que os pueda decir mi honesta humildad. Y fue gracias a ello que pude garantizar mi supervivencia… Y la de mi mejor amiga. El resto luchaba por salir a flote y nadar a cualquier parte, mientras yo optaba por lo contrario: Hundirme veloz una vez tras otra en busca de la única persona que aún no había alcanzado la superficie. Todo era tan oscuro allá abajo… Me costó un gran sacrificio vislumbrar algo en tan completa penumbra. Hasta que en una de esas, cuando creí que de la presión de mis pulmones estallarían, di con algo que se movía al ritmo de las olas: era su cinta enredada con su largo cabello rojizo. Tras este atisbo de esperanza, di mi último aliento en alcanzar su cuerpo inerte. Lo sujeté como si de mi propia vida se tratara y me impulsé hacia la superficie con las pocas energías que aún conservaba. La mantuve como pude de manera que su rostro no volviera a hundirse bajo las aguas y junto con mis amigos, tratamos de ir hacia “ninguna parte”, en busca de cualquier pequeño islote que nos diera descanso y refugio. Pero pasaron las horas, o nos pareció que así era, y ningún montículo asomaba por el horizonte.
Ya había perdido toda esperanza de supervivencia y cada vez mi carga parecía más y más pesada. Pero no podía amilanarme… Aún no…
La corriente se hizo más fuerte y tragué mucha agua. Mi consciencia, a causa del enorme cansancio que dominaba mi ser, se iba apagando poco a poco. El sol apretaba aún sobre nosotros y tal vez por esto o por mi agotamiento, comencé a sufrir lo que yo deduje que eran alucinaciones: Vislumbré muy a lo lejos lo que parecía una conjunción montañosa y, milagrosamente, sentí como la corriente me arrastraba hacia ese lugar… ¿Habría muerto ya?... ¿Eso era lo que los humanos comúnmente denominaban el paraíso?...
• • •

A mí alrededor aún sentía la oscuridad que me envolvía y, entre pesadillas, luchaba inútilmente por deshacerme de ella. De repente, sentí como una cálida luz se precipitaba veloz hacia mí, me extendía firmemente su mano y me impulsaba veloz hacia el firmamento, al flamante cielo azul.
Todo daba vueltas, había perdido el norte. Sentía una explosión dentro de mis pulmones y comencé a expulsar agua. Mis ojos al fin dejaron atrás la oscuridad y cedieron a la luz. Una sombra estaba muy cerca de mí. Al principio me aparté, bastante sorprendido y en alerta. Pero cuando mis ojos se acostumbraron al nuevo ambiente, vi a Roxas tumbado a mi lado. Parecía agotado, inconsciente. Su cuerpo no reaccionaba. Quizás esto me asustó más y me hizo despertar por completo, Me incorporé y me puse junto a él esperando alguna respuesta positiva, pero en principio, todo intento fue el vano.
-¡ROXAS! ¡ROXAS! ¡DESPIERTA, VAMOS! ¡ESTAMOS EN TIERRA! ¡VENGA, ESPAVILA! – Lo zarandeé pero no ocurrió nada de lo que pudiera alegrarme. - . . . ¡ROXAS! ¡VA, POR FAVOR, REACCIONA!... Roxas… No… ¡No! ¡No puedo permitir que…! – Me precipité hacia el cuerpo inerte dispuesto a hacerle la respiración asistida, cuando a un centímetro, su cuerpo comenzó a reaccionar motu propio y se resbaló hacia mí, tosiendo en mi hombro, agarrándose a mis brazos a causa del esfuerzo. Cuando terminó de toser, ambos nos miramos primero con confusión, yo con mezcla de lógica preocupación y Roxas con sorpresa y lo que me pareció alegría, ya que según me dijo, temía haberme perdido y no haber podido hacer nada por ayudarme. Tras esos instantes, nos abrazamos muy fuerte aliviados celebrando que estábamos vivos, cuando de pronto…
-¡Eso, eso, celebrad y al resto que nos den! –Respondió cierta voz retadora familiar que yo conocía muy bien.
Ambos nos giramos muy sorprendidos y emocionados (yo casi…). -¡Estáis vivos! – Nos abrazamos en un gran abrazo grupal.
-¡No sé cómo lo hemos hecho, pero lo hemos hecho! ¡Hemos tocado tierra! – Gritó entusiasmada Olette.
-Eso parece. Demasiada agua incluso para un año entero – Bromeó Pence.
-Ahora la cosa es saber dónde estamos… - Repuso Hayner. Miramos a nuestro alrededor. No parecía haber rastro de vida humana por ninguna parte.
-Será mejor que busquemos un lugar donde refugiarnos y quizás algunos víveres. No sabemos el tiempo que tendremos que estar aquí… - Observó pensativo Roxas.
-Me ofrezco voluntaria para registrar la isla… Quizás no estemos solos del todo…- Sospeché.
-¿Y tú cómo sabes todo eso?- Me replicó algo chulito Hayner, desconfiando de mis afirmaciones.
-Instinto… algo de lo que algunos carecen… - Le despaché hábilmente, ya estaba cansado de sus quejas.
Así pues, llegado a este acuerdo, todos nos dividimos en busca de algún refugio, alimento y habitante por la isla.
• • •

Sin saber muy bien por dónde empezar, paseé largo rato por entre la espesura, a veces a tientas, a causa de la frondosa vegetación. Siguiendo las instrucciones de Alex nos habíamos dirigido cada uno a un extremo de la isla. A mí me había tocado el lado opuesto, hacia el oeste. No me molestaba, pero a la vez, no presentía que fuese a pasar nada bueno. Cada vez el paso se me hacía más y más dificultoso, hasta tal punto que a duras penas podía ver lo que había frente a mí. De repente, todos los sonidos que hacía rato sentía a mi alrededor cesaron de golpe. Miré a ambos lados: no había nadie. Caminé unos metros más adelante sin sospechar siquiera qué sorpresa me deparaba más adelante. Avancé y…
-¡¡Aaaaahhhhh!! – El suelo bajo de mí ahora estaba sobre mí. Una cuerda bastante recia me había inmovilizado y levantado por mi tobillo derecho y ahora no podía escaparme. Una trampa tan sencilla pero eficaz… Y yo había sido lo suficientemente estúpido como para caer de bruces en ella.
Dos sombras se acercaron veloces hasta mí, una más alta que la otra.
- ¡Mira, Tidus, hemos pescado uno gordo! – Gritó la sombra que parecía más alta.
- ¡Genial, Wakka! ¡Nuestras trampas son infalibles! – Sonrió el segundo con aires de superioridad. - ¿Y con qué presa nos hemos hecho esta vez?
-¡No te lo vas a creer!
El pelirrojo alto me señaló. Pocos momentos más (patéticos) de mi vida como este recuerdo. Ambos me miraron muy sorprendidos. Decididamente, no me esperaban a mí en esa cuerda. Sólo se me ocurrió pronunciar lo que cualquiera en una situación como aquella.
-¡Bajadme de aquí! – Grité mientras zarandeaba la cuerda. - ¡Os lo advierto: No soy comestible! –Dije bastante enfadado.
Ambos me miraron al principio con caras alucinadas, como quien no cree lo que oye. Después comenzaron a reírse al unísono, hasta que una tercera persona reapareció de entre la espesura, tratando de dar alcance a las primeras.
-¿¡Pero qué es todo este escándalo!? – Una chica de más o menos su edad se aproximó presurosa. Se aclaró las hojas enganchadas a su cabello castaño al viento y miró a su alrededor, hasta que depositó su mirada en mi persona.
-¡Anda! ¡Si eres un chico!
-Nadie diría que has visto a otros… -Se burló el muchacho rubio que sostenía una vara.
-¡Tú calla, sabelotodo! – Le sacó la lengua.
-Os agradecería que me escuch… -Mi frase de nuevo fue interrumpida por la llegada de una cuarta persona, mi cerebro estaba a punto de estallarme, pero eso a nadie parecía importarle.
-¿Dónde os habéis metido? – Preguntó una voz más femenina que las anteriores. – Esto está muy oscuro… -Una joven esbelta, pelirroja, y de grandes ojos azules quedó perpleja ante mí. Me miró impactada y acto seguido, moviéndose por un impulso, ordenó:
-¡Bajadle, rápido!
El pelirrojo soltó la cuerda que me mantenía en el aire y caí pesadamente sobre un matorral. Era casi imposible sentirse más patético... La muchacha se acercó y se agachó frente a mí, muy cerca de mi rostro. Parecía buscar algo en mi mirada. Hasta que un poco extrañada y emocionada preguntó:
-¿Sora…? ¿Eres tú…?
Estupefacto, le respondí. -He oído ese nombre antes… Pero no le conozco, lo siento… Pero a ti… creo recordarte… -Sentí un fuerte pinchazo en mis sienes, las cuales me sujeté con fuerza con mis dos manos, tratando de aguantar el dolor, mientras más claramente se me venían imágenes de esa chica en diversas etapas de su vida. Hasta que lo vi claramente. -¿Kairi…?
-¿Cómo sabes mi nombre…? ¡Ah! –Pareció recordar algo. - ¿Tú no eras aquél muchacho con el que hablé hace semanas…? ¿Roxas…?
-Así es… Ése es mi nombre.
-Te pareces tanto a él… Pero a la vez eres tan… distinto…
-Me lo han dicho a menudo… -Dije algo fastidiado de siempre oír el mismo tema.
De repente, otros gritos se oyeron a lo lejos, gritos que yo distinguí muy bien.
-¿¡Aún hay más como tú!? –Replicó el rubio de la vara.
-¡Alex, Hayner, Pence, Olette! – Grité con la esperanza de ser oído por mis amigos. Me respondieron de inmediato:
-¡¡¡¡SACADNOS DE AQUÍ!!!!
-¡Roxas! ¿¡Dónde estás!? ¡Como te haya pasado algo malo, alguien va a desear no haber nacido! – Esas amenazas las hubiera reconocido en cualquier parte. – ¡¿Y quién narices ha puesto un lago profundo en medio de la nada?!
-¡Bajadme ya de aquí si no queréis cobrar todos! – Esa chulería me era familiar.
-Me muero de hambre… - Oí lloriquear al tercero.
-¡Mi pelo! ¡Se me ha enredado mi pelo con la rama!- Esos quejidos sólo podían ser de una fémina.
-¿Son amigos tuyos? –Me preguntó la pelirroja.
-Eh… Sí.
-Entonces será mejor que los saquemos de donde estén.- Repuso con una dulce sonrisa.
Me ayudó a levantarme y fuimos toda la comitiva en busca de Hayner, Pence, Olette y Alex, liberándolos uno a uno a medida que dábamos con ellos: Hayner había caído en una red y colgaba como un péndulo, mientras intentaba morder en vano la gruesa cuerda, luchando por liberarse. Pence había caído en un agujero y como no había podido escalar hacia la superficie por lo que él lo llamaba un “grave problema de gravedad”, se había quedado agachado en el fondo, maldiciendo que sus “provisiones” se hubieran echado a perder en el vasto mar y sin nada que llevarse a la boca mientras esperaba a ser rescatado. Olette había quedado atrapada en la copa de un árbol, con un sencillísimo mecanismo similar al de Roxas, solo que en vez de ser una sola cuerda, constaba de una compleja estructura de cuerdas y ruedas de coche que la habían dejado completamente inmovilizada, dejando su pelo al viento a merced de las próximas ramas que la rodeaban. Y quizás Alex fue quién peor le vino la “broma”, debido a que cayó en medio de un estanque bastante profundo con bastantes torbellinos en él, que impedían la salida por uno mismo y desde dentro.
Tras habernos reunido todos y aclarar toda la confusión, nos sentamos en el borde de la playa a charlar. Había tantas cosas por explicar…

(((Sigue en el siguiente post)))
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Miér Jul 30, 2008 6:51 pm

(((Continuación)))

-¿Así que venís de otro mundo? ¡Que emocionante! – Exclamó maravillada Seplhie.
- Así es. – Le sonrió Olette. La verdad, se habían caído muy bien y no dejaban de hablarse.
-¡Y tenemos una playa mucho más magnífica que esta! –Alardeó Hayner, para ser nuevamente el centro de atención.
- ¿Desde cuándo en Twilight Town hay de eso? – Le cuestionó algo irritada Alex. Aún no se había podido acabar de secar y eso parecía fastidiarla bastante.
-¡Desde que yo lo digo, listilla! – Le retó Hayner.
Alex fue a responderle, pero por su actitud, creo que le interesaba mucho más mi conversación con Kairi.
-Entonces… No sabes donde está Sora, ¿verdad? – Me preguntó desesperanzada.
-No, no siento… Hay veces en que he soñado con él… Y tú también salías en esos sueños, pero algo más joven… Y un chico peliplateado.
- ¿¡Conoces a Riku!? – Cada vez parecía interesarse más en mi explicación.
- Sólo como os conozco a ti o a Sora... Nunca me he topado con él. Ellos son los únicos amigos que tengo. – Señalé al grupo. La única que se percató de ello fue Alex, que me miró con los ojos muy abiertos y luego sonrió misteriosamente. Me pareció ver algo brillar cerca de su ojo, pero buen podría tratarse del agua que tanto le había caído hoy. Así que no pensé más en ello. Quizás si me hubiera fijado más en estos detalles, en estas pistas que me dejabas… Cómo desearía volver atrás…
-Te pareces tanto a él… Y no logro ver por qué. Sólo sé que mi corazón siente como si se hubiera reencontrado con un viejo amigo de toda la vida...
- ¿Así que el chico misterioso con el que sueñas día sí y día también proviene de este mundo? – Repuso Pence.
-Eso parece. – Le respondí estirando mis brazos y bostezando. Ello provocó la risa de Kairi, a lo cual yo me quede sorprendido.
-Perdona, es que Sora solía hacer eso muy a menudo.
Sinceramente, comenzaba a cansarme ya tanto oír hablar de él… Así que intenté desviar un poco la trayectoria, sin mucho avance, todo hay que decirlo.
- ¿Y Riku? ¿Dónde está ahora?
-Tampoco lo sé. – Su semblante se ensombreció, bajando la mirada - Atravesó la puerta hacia la oscuridad junto a Su Majestad y no hemos vuelto a saber de él. Sora le siguió para traerle de vuelta… Y aún hoy continúo esperando su regreso.
Todos guardaron silencio. Silencio que cuanto más se prolongaba, más incómodo me hacía sentir. Hasta que Wakka al fin entró en la conversación.
-¿Así que ya no podéis volver a vuestro lugar de origen?
- Una extraña fuerza nos empujó a un umbral de oscuridad y así fue como nos aparecimos en el vasto mar. – Concluyó Olette. – Nadamos hasta aquí como pudimos y nos salvamos de una muerte más que segura.
-De todos modos – Continuó Pence. – De encontrar un camino de retorno, nos sería difícil volver a él…
- Una horda de bichos plateados muy extraños han invadido la ciudad. Son muy peligrosos por lo que parece. Por eso huimos…-Terminó Hayner.
- Ya entiendo. – Repuso pensativo Tidus. – Y bueno, ya que no podéis volver y no tenéis adónde ir… ¿Qué os parecería quedaros y celebrar con nosotros la fiesta de fin de verano?
- ¡Qué falta de sensibilidad tienes, Tidus! – Le reprendió Selphie. – ¡Acaban de quedarse sin hogar y tú no haces más que pensar en Días de Equinoccios de Otoño!
-¿Festival? –Pregunté.
-Sí, es una festividad que celebramos al terminar el verano, así año tras año.- Me confirmó Selphie.
- En ella celebramos la nueva estación que está por comenzar. Les hacemos un sentido homenaje a las almas que ya no están junto a nosotros y organizamos ofrendas a los templos, montamos una feria con dulces y juegos y nos vestimos todos con trajes tradicionales, denominados kimonos. – Me aclaró Wakka.
- Suena divertido… - Se interesó Hayner. –En Villa Crepúsculo celebramos la feria de la Costa al llegar el fin del verano.
- Hayner… ¿No puedes hacer otra cosa más que pensar en divertirte?- Le reprendió Olette.
-¿Propones algo mejor, sabihonda?- Le contestó.
- ¿Qué calles de una vez, si es posible?- Le dijo ya cansada Alex, parecía agotada de oírle. En verdad, hacía bastante rato que escuchaba sin decir nada. Cierto era que muchas veces se quedaba largo rato pensativa desde que la conocía, pero nunca me había parado a pensar detenidamente en ello. Por primera vez me cuestioné qué debía pensar mientras el resto del grupo simplemente charlábamos tranquilamente.
-Vamos chicos… Todos estamos muy nerviosos y agotados… Hemos pasado por momentos muy duros… ¿Qué hay de malo en descansar un poco y pasar momentos agradables todos juntos? – Opiné lo más sensato que se me ocurrió en esos momentos. En verdad Hayner tenía razón. Ya habría tiempo de preocuparse. Por ahora teníamos un merecido descanso, y había que aprovecharlo.
Hayner les hizo una burleta a las chicas y se fue pegando zancadas orgulloso de que por una vez hiciéramos lo que él quería y de que se le diera la razón… Hasta que dio con un socavón y tuvimos que desenterrarle una pierna de la arena, que por cierto le había mejorado notablemente desde su llegada a la isla.
Fuimos navegando hasta la isla contigua, ya habitada por un pueblo encantador, del que provenían Kairi y sus amigos. Selphie y los demás se ofrecieron para hacernos de guías turísticos del lugar, darnos algo para comer y beber y lugar donde hospedarnos. Todo era nuevo para nosotros, que jamás habíamos salido de la seguridad de nuestra humilde pero bella Twilight Town; y nos sorprendíamos a cada paso que daban nuestros agotados pies. Contemplamos una nueva puesta de sol diferente a la que mi mente estaba acostumbrada… una bella puesta del sol junto al mar…
“¡Algún día te llevaré a ver una puesta de sol junto al mar…!”
Esa frase cruzó mi mente por unos instantes, sin saber muy bien de qué parte de mí provenía… Traté de averiguarlo… pero cuanto más indagaba, más tenue y débil se volvía… Toqué de nuevo de pies a tierra cuando Alex me puso una mano en el hombro.
-Nos vamos a dormir ya… ¿Te vienes, Roxas?
-¡Sí, claro! – Sonreí. Y es que había sido un duro día para nosotros, un día difícil de olvidar… Como todos los que acontecieron después de aquello.
Aquella noche dormí intranquilamente. Varios de esos… ¿monstruos? Me perseguían por calles muy oscuras y yo no podía dejar de correr… Corría hacia algo o alguien… Pero... ¿Con qué propósito? Me desperté sobresaltado. Alguien me miraba muy de cerca.
-Dormilón…
-¡Alex! ¿¡Q… qué haces aquí!?- Me incorporé súbitamente de la impresión.
- ¿Acaso no es evidente? Verte dormir… -Sonrió misteriosamente. A veces pienso que sabe más de lo que nos explica a todos. -¡Vamos! El desayuno está preparado hace horas.
Cogiéndome de la mano casi a rastras, me sacó de la habitación y sin apenas poder cambiar de mi rostro mi expresión de asombro, ya estaba desayunado y medio vestido.
Aquél día prometía ser memorable. Era el inicio de las fiestas del Día de Equinoccio Otoñal y las chicas habían decidido salir de compras. Pretendían sorprendernos con esos atuendos tradicionales que no había visto en mi vida. Las chicas, aunque lo nieguen, siempre intentan captar nuestra atención… O al menos casi todas. Alex se había negado en redondo ponerse lo que él llamaba “estúpido trapo tradicional”, a lo que las chicas sonrieron sin decir nada y partieron. Esto la desconcertó, pero a juzgar por su expresión inexpresiva, había decidido pasar del tema.
Nosotros nos dedicamos a ayudar a las gentes del pueblo a montar todos los puestos y a reunir ofrendas para el templo situado en el punto más elevado de la isla.
- ¿Y este templo? – Preguntó Hayner una vez allí. Él nunca ha sido de los que creen en lo que no puedan ver, siempre lo ha dicho. Era bastante reticente a todo aquello, pero cuando se trataba de un festival, dejaba sus diferencias a un lado. Él es así, si puede sacar un buen partido, no le importa tener que pasar por alto esos pequeños “detalles” como él mismo lo proclamaba.
- Es el templo del Sol. – Contestó Tidus. Mis padres me llamaron así en honor a este templo. Representa todo aquello que da luz y calor, como el fuego y los buenos deseos. Les hacemos ofrendas a sus guardianes el zorro, el dragón y a la diosa Suzaku, representada como un Ave Fénix, para pedir que no nos falte el sol, la luz y el buen tiempo en momentos difíciles, como es ahora que comienza el Equinoccio de Otoño y se acerca el Frío Invierno. Aunque por suerte vivimos en una zona calurosa y apenas notamos la bajada de las temperaturas.
- Entiendo. Es más bien simbólico, ¿no es así? –Traté de aclararme.
-Exactamente. – Me contestó Wakka.
Rodeé la construcción antigua, pero bien conservada y detallada. Toda su estructura la cubría un tono carmesí muy vivo con detalles en dorado. Unas grandes y hermosas estatuas vigilaban la entrada, perpetuamente inmóviles y solemnes. Una era el protector del bosque, el zorro de varias colas, y al otro lado, un fiero y majestuoso dragón que sostenía lo que parecía ser una gema rubí con un punto dorado chispeante en lo más profundo de si, simbolizando el astro rey. Dentro del edificio, al final de un amplio pasillo de columnas, se alzaba imperturbable la gran diosa Sol: Suzaku. Preparamos su altar con numerosas cadenas de flores y demás elementos decorativos sagrados con su símbolo y partimos de nuevo al pueblo. Antes de bajar por las escaleras, me giré una vez más. Presentía algo en ese lugar, una gran fuente de energía sobrecogedora. Sentía que no sería la última vez que vería a la Gran Diosa… Como también sabía que algo se cernía sobre nosotros… Algo inesperado… sobrecogedor…

(((Continúa en el siguiente post)))
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Mensaje  Axel Miér Jul 30, 2008 6:55 pm

(((Continúa)))

Al atardecer…
-¡Os he dicho mil veces que no pienso ponerme ESO! – Grité casi con furia. Pero a las chicas, cuando se les mete algo entre ceja y ceja, ni los gritos casi desesperados de un hombre surten efecto… Había aprendido bien la lección con Naminé y Larxene.
-Vamos, Alex… ¡Pero si estás preciosa! ¡Verás cuando te vean los chicos!- Dijo asombrada Olette ante el espectáculo que tenía ante sus ojos.
-¡No quiero que me vean los chicos! ¡Me importa poco o nada como me quede de bien! – Dije intentando aflojarme el Obi tan apretado que me habían impuesto a la fuerza.
-¡Ya estamos aquí! – Dijo alegremente Pence.
-Vaya… -Dijo Hayner pasmado delante de mí. – Alex… No te esfuerces… No pareces menos marimacho con un bonito kimono…
-¡No intento parecerlo, niñato!
-Si es que… aunque la mona se vista de seda…
-¡Atrévete a terminar esa frase y…! – Le mostré uno de mis puños.
No me había percatado hasta ahora, pero todos, y sobretodo Roxas, se me habían quedado mirando… Pero sólo podía fijarme en él. No decía nada, sólo se me había quedado mirando largo rato y cuando le miré, trató de esconder los hechos. No me lo podía creer… ¿A este crío le iban los vestiditos?... Aún así, no lo negaré, me gustó haber conseguido captar su atención, aunque hubiera sido de ese modo tan vergonzoso para mí.
-¡Vamos!, que para vosotros también hay, ¿eh? – Les empujó Selphie hasta una habitación contigua y les dio un buen puñado de telas. Al acabar, salieron Pence con un kimono azul marino con ribetes en blanco y rojo, Hayner, con un kimono verde y un cinturón en su clásico estilo militar y… él. Iba todo de negro, con los ribetes y el cinturón en estampado a cuadros. La verdad, me sorprendí mucho al verlo así, pero supongo que de haber sido chico como antes, se habría notado la satisfacción que sentí al verle así.
Olette vestía un kimono blanco con estampados en tonos anaranjados y amarillos de flores, Kairi idéntico pero en tonos rosas, Selphie iba de amarillo, Tidus de tonos azules y negros y Wakka amarillos y negros. Por mi parte también lucía de fondo el oscuro color, con unos estampados muy vivos de llamas rojas y amarillas que al esparcir sus chispas se convertían como en una especie de pétalos… No me puedo quejar… pero alguien como yo no estaba hecho para llevar ropa tan… afeminada.
Así pues, tras unos cuantos retoques de las chicas, partimos al pueblo. Las calles estaban llenas de personas felices paseando. Todo era luz y color, risas y música, espectáculos y feria.
-Nosotros vamos a probar suerte en los puestos, ¿Te apuntas un tiro al blanco, Roxas? – Le preguntó Hayner con la esperanza de acaparar su atención.
-Esto… Yo…
-Mira que eres pesadito, Hayner. ¿No ves que no le apetece? Anda, llévame a mí y consígueme ese peluche con forma de estrella tan mono.
-A ver quién se lo consigue antes, Hayner. –Le retó Pence, que ya llevaba un algodón de azúcar en la mano.
-Nosotros vamos a ver qué hay de nuevo en el túnel del terror. – Nos comentó Kairi. - ¿Os apetece venir?
-Yo pensaba investigar un poco por aquí… - Dijo Roxas. Lo notaba particularmente inquieto toda la tarde desde que había llegado. Yo también tenía una sensación muy extraña, pero no sabía explicar a qué se debía.
-Yo voy a ver qué se cuece en ese montón de gente. – Le solté para no tener que separarme demasiado de Roxas. Algo no andaba bien y quería averiguar el por qué.
Así pues, el grupo se disipó. Me dirigí a ese montón de gente y me pareció oír una melodía conocida… Y una voz conocida.
“Soon the last times remember
The encounter is immediate
We will return to see us, is a promise
until always, burst of beautiful flames
until always, flurry of dancing flames”
-¿¡Demyx!? ¿Qué haces aquí? … ¡AH! ¡OYE TÚ LA PRÓXIMA VEZ QUE DECIDAS ENVIARNOS A UN LUGAR, AL MENOS HAZLO FUERA DEL AGUA!
-Siento el chapuzón, monada. Pero no me negarás que es mejor opción que estamparte contra una isla. -Me respondió pegando un salto de la tarima del escenario, sítar en mano.
-¡¿Y no nos podías dejar más cerca del suelo, cretino?!
-Escúchame, Axel. Naminé y yo hemos venido para advertirte y teneros vigilados.
-¿¡Pero qué es lo que pasa!? Tú también lo has notado, ¿verdad?
-No… lo he visto. No hay tiempo, esconde a Roxas. No deben encontrarle, ¿entendido? Ambos estáis en peligro, así que no se te ocurra… - Pero yo ya no le escuchaba, había ido ya a buscar a Roxas. –…hacerte el héroe… - Suspiró. – Este chico es un caso perdido…
Vigilé a mí alrededor. De momento el ambiente estaba tranquilo, como la aparente calma antes de una gran tormenta. Encontré a Roxas paseando entre la multitud, con su expresión distraída típica, su “máscara” que lograba confundir a sus enemigos, pues era muy difícil cogerle por sorpresa, yo lo sabía muy bien. Pero… conforme me acercaba a él, comencé a sentirme indispuesto, como si mis pasos me pesaran cada vez más, y la cabeza me comenzaba a doler enormemente. Roxas me miró como entendiendo que algo no iba bien, y se aventuró a preguntar:
- ¡Hola Alex! ¿Te encuentras bien? No se te ve buena cara…
- No nada, será el agobio de tanta gente… Jejeje. – Procuré quitar hierro al asunto. No pareció convencerle, como de costumbre, tiene un sexto sentido para sentir que se le omiten detalles… Aún así, me siguió el juego y continuó hablando fingiendo indiferencia en ese asunto.
- Mira, te he comprado un algodón de azúcar. ¿Quieres que nos sentemos? Te noto un poco preocupada.
-Sí… Esto… -Traté de disimular. No quería alarmarle y que actuase como de costumbre, poniéndose al frente de la batalla a esperar que le llovieran los enemigos. – No… es solo que no estoy acostumbrada a los bullicios... –Reí para simular tranquilidad. Pero sé que incluso para mí, a veces resulta muy difícil aparentar. Me senté con él y comimos juntos. De no haber sido por esa situación tan peliaguda… hubiera sido uno de los recuerdos más hermosos que hubiera conservado... Aún así lo fue. Su cándida sonrisa y su calida mirada aún seguían haciendo palpitar muy fuerte algo dentro de mí… Hablamos y reímos… Ambos estábamos tensos, pero se nos notaba que una pequeña aura de felicidad nos rodeaba. No obstante, cometí el error de distraerme demasiado.
Unos instantes después, las luces de toda la calle fueron apagándose, incluso algunos faroles comenzaron a estallar sin una explicación lógica aparente. La gente comenzó a ponerse nerviosa y a gritar. Sin darnos tiempo a reaccionar, unas sombras penetrantes se arrastraron por el suelo, arrastrando oscuridad y frío a su paso.
-¿Qué está pasando?- Preguntó Roxas, teniéndose en pie, en alerta.
- Perdóname Roxas… No quiero hacerlo… Pero no tengo elección… -Lo ataqué por detrás, dejándole inconsciente. Me dolió más que si me hubiera partido el alma en dos… Pero era el único modo de mantenerle a salvo.
Tomé a Roxas a horcajadas y lo llevé hasta la parte trasera del túnel del terror. Allí, entre la confusión de la gente que imploraba por salir de aquél lugar debido a la enorme confusión de afuera, me infiltré con él hasta el sótano donde guardaban piezas de reparación, telas y otros objetos y deposité a Roxas con mucho cuidado sobre un buen montón de ropajes y lo dejé “dormir” mientras cerraba la puerta con un candado que colgaba del pomo y obstaculizando el paso, disimulando la puerta con algunas maderas, me dirigí a la salida lo más rápido que pude, no sin antes dejar escrito en la pared “Lo siento”… Porque Roxas es, si algo es cierto, como un pájaro nacido libre y la idea de permanecer en un lugar encerrado mucho tiempo no le entusiasmaba en absoluto. Sólo era cuestión de tiempo que intentase salir de allí. Debía darme prisa.
De nuevo en el exterior, todo era caos y confusión. Mi malestar aumentaba con cada paso que daba. Sudores ardientes y a la vez helados recorrían mi cuerpo, y mi vista se iba nublando, apagándose poco a poco…
Hasta que los vi frente a mí: Una horda de incorpóreos eran los responsables de todo aquello. Pero eso no era lo peor: Habían traído consigo un grupo numeroso de sin corazón que luchaba por conseguir los corazones de sus nuevas víctimas, los habitantes de Islas Destino.
-Esto no pinta nada bien – Me dije. – Si no lo soluciono rápido, no sé qué más puede pasar…
Comencé a correr hacia ellos y los distraje atrayendo su atención:
-¡EH! ¡Vosotros, bichos inmundos! ¿Os faltan agallas o qué? ¡Venid a por mí si queréis saber lo que es bueno! – Eso bastó para prácticamente crear una estampida tras de mí. - ¡Oh, oh! ¡Hora de esfumarse! –Corrí todo cuanto pude lejos de los núcleos de gente, advirtiéndoles a mi paso. – ¡HUID! ¡Huid todos y refugiaos, aprisa! –Las afueras cada vez estaban más próximas cuando un nuevo percance me asaltó sin previo aviso: Eran el grupo de Hayner que salió al paso:
-¿Adónde vas con esas prisas, marimacho? – Dijo Hayner.
-¡Largaos de aquí, rápido! –Los atravesé sin vacilar y los eché a un lado, para así evitar que mis perseguidores les avistaran. El grupo se precipitó al matorral más próximo.
-¿Qué mosca le habrá picado? –Se sobó la cabeza Pence.
-¡Shhht! – Hizo señas Olette, que ya se había incorporado y se hallaba vigilando el paso a escondidas. – ¡Mirad eso!
-¡Ellos otra vez no! ¿¡Cómo demonios habrán llegado hasta aquí!? – Hayner estaba fastidiado. -¿¡Se supone que nos siguen o qué!?
-No creo que sólo sea por eso. –Reflexionó Pence. –Más bien creo que lo que intentan es expandir su territorio. En pocas palabras: Sumir a todos los mundos con el poder de la oscuridad.
-Sí es cierto lo que dices, las cosas no pintan nada bien para nadie –Concluyó Olette.
-¡Pero si permanecemos unidos, nada ni nadie nos detendrá! ¡¿Verdad?! –Hayner resurgió con esperanzas renovadas, pero éstas diluyeron al percatarse de un pequeño detalle. -¿Dónde diablos se ha metido Roxas?
-¿No estaba con Alex? –Se extrañó Olette.
-Ya has visto que no… -Refunfuñó Hayner. -¡Roxas puede que tenga problemas! ¡Debemos ir a buscarle! ¡Vamos!
Olette y Pence asintieron al unísono y corrieron tras de Hayner, con la esperanza de que su amigo estuviera a salvo.

Mientras tanto, en un sótano cercano…

-¡Argh…! Mi cabeza… -Me sobé con la esperanza de aliviarme, pero mi aturdimiento no quería cesar. -¿Cómo he llegado hasta aquí…? Lo último que recuerdo es que estaba comiendo algodón de azúcar con Alex y… Después… -Me incorporé súbitamente al darme cuenta de la realidad - ¡Esos seres! ¡Han venido a atacar las islas! ¡Tengo que salir de aquí como sea y ayudar a esa gente! –Busqué casi desesperadamente en la estancia algo con lo que abrirme paso, pero no había nada aparte de telas y construcciones de madera envejecidas y antiguas.
Empujé la puerta con la fe absurda de que se la hubieran dejado abierta. Efectivamente, permanecía bien cerrada por fuera. De nuevo empujé una vez tras otra, cogía impulso y embestía, pero la puerta no cedía. Opté por lo único que me quedaba por intentar: Tomé un trozo partido de lo que parecía haber pertenecido a una viga del techo y con un gran empuje aporreé la puerta con todas mis fuerzas, pero una vez más me derribó contra el suelo.
-¡Condenada puerta! ¡¿No te abrirás nunca?! ¡¿Eh?! –La desafié con mirada amenazante, aún sosteniendo la viga en mis manos. -¡Debo ayudarles! ¡Tengo que salir de aquí!
Entonces, algo en mí cambió: Sentí como el valor y la alegría invadían mi ser. Una gran luz surgió dentro de mí, lo cubría todo, hasta desvanecerse en el interior del trozo de viga… ¡Pero ya no era un viejo trozo de viga! Había transmutado a una brillante e impactante y gran llave.
-¿De dónde has salido? ¿Vienes para ayudarme…? –La llave actuó por sí sola y tiró de mí hacia la puerta. -¿Puedes abrirla?... –La llave comenzó a brillar y lanzó un potente rayo hacia un determinado punto de la puerta, donde parecía haber una cerradura. Instantes después, la puerta crujió y se entornó unos pocos centímetros. Me acerqué con cautela y miré a ambos lados del pasillo. No parecía haber nadie al acecho, así que me envalentoné y salí de mi cautiverio. Aceleré el paso por el túnel oscuro sin vacilar, presintiendo que decenas de ojos me observaban desde las sombras a mi paso. Hasta que ocurrió: Un grupo de numerosos de esos extraños seres salieron de su escondite, rodeándome peligrosamente.
-Genial… Justo lo que necesitaba, más problemas… -De pronto la llave brilló de nuevo y actuando por sí sola una vez más, realizamos un ataque combinado que jamás había logrado antes (que yo recordase) contra uno de esos seres, que desapareció en un haz de luz, liberando un corazón a su paso.
-Así que es eso… ¡Muy bien! ¡Allá voy! –Me abrí paso entre ellos lo más rápido que pude, pero en un intento resbalé hacia atrás y me golpeé contra una pared que rezaba una frase de gran significado para mí: “Lo siento…” –Alex… -Toqué la pared suavemente, cerrando los ojos. Entonces lo entendí todo. Desenvainé nuevamente esa extraña arma y con gran decisión me deshice rápidamente de mis captores. Avancé a toda prisa hasta la salida, pero las enigmáticas criaturas plateadas de Twilight Town me tenían preparada una emboscada a la salida.
- ¿Qué queréis de mí? – Les miré desafiante apuntando con la llave con fuerzas.
“Nuestro señor, debe regresar con nosotros al Reino Intermedio”
-¿Reino Intermedio…? ¡¿Qué es eso del Reino Intermedio?! ¡No pienso ir con vosotros a ninguna parte! ¡Yo no pertenezco a vuestro mundo!
De repente, una sacudida recorrió mi cabeza… En una visión, vi todo un mundo extraño, donde siempre reinaba la noche. Unos altos edificios se alzaban imponentes hasta casi tocar el cielo. Varias de esas criaturas se movían sinuosamente en el lugar. Esa misteriosa de lo que parecía ser una ciudad, estaba desprovista de otros habitantes… o esa era la primera impresión que brindaba. No obstante, presentía que algo o alguien me vigilaba. Sentía la presión de varios ojos controlando mis pasos. Sin saber por qué, sentí unos calofríos recorrer todo mi cuerpo. En ese momento, volví a la realidad.
-¿Qué ha sido eso…? –Me dije, tocándome la sien. Sin darme tiempo a reaccionar, se abalanzaron sobre mí, por lo que tuve que deshacerme de ellos a golpe de llave. Cuando creí que había acabado con ellos, otros nuevos me salieron al paso. Con ese gesto entendí que era inútil seguir peleando. Su estrategia era clara: Pretendían dejarme extenuado para así ser una presa fácil. No se lo iba a permitir. Los esquivé como pude y salí veloz de allí, tratando de alejarlos cuanto más lejos mejor. Cuando por fin había recorrido ya varios metros, unas voces conocidas me llamaron:
-¡Roxas! ¿Estás bien? – Se adelantó Hayner.
- Perfectamente. –Llegué hasta él. -¿Qué está pasando aquí?
- No lo sabemos seguro. –Respondió Olette. –Creemos que estamos sufriendo una invasión de esas extrañas criaturas.
-Están intentando robar el corazón de la gente… Y creemos que traman algo más. –Siguió Pence.
-Quieren capturarme… -Mormuré.
-¿Has dicho algo, Roxas? –Me preguntó Hayner.
-No, nada… Debemos buscar a Kairi y los demás y ver qué podemos hacer. ¿Estamos todos?
El trío se miró sin saber muy bien qué decir. En ese momento me retornó a la memoria la disculpa dejada por Alex.
-¿Dónde está Alex?
-La marimacho… Se fue corriendo colina arriba. Nos dijo que nos alejáramos y nos pusiéramos a salvo de esas criaturas… No sabemos qué pretende.
-Nos salvó de ser vistos por los invasores… -Contestó Olette algo apesumbrada.
-¡Debo ir a buscarla! ¡Alejaos de ellos todo lo que podáis y buscad a Kairi y a los otros! ¡Aprisa!
-Pero… -Repuso Pence.
-Estaré bien, no os preocupéis por mí. Voy hacia el templo. Cuando os envíe una señal, venid hacia allí.
Todos asintieron y se fueron corriendo a buscar a los otros. Yo seguí mi camino por el sendero, adentrándome cada vez más por la alta colina, sin saber a ciencia cierta con qué o quién iba a encontrarme.

(((Continúa en el siguiente post)))
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Miér Jul 30, 2008 6:59 pm

(((Continúa)))
• • •

Continué mi ascenso que cada vez se me hacía más y más pesado. Sentía una fuerte presión en mi pecho y un delirio febril que aumentaba por momentos. Sentía mi cuerpo abrasándome por dentro y muchas veces estuve al borde de perder el conocimiento, pero sabía que no debía decaer. Esa gente contaba conmigo aún sin saberlo… Incluso Roxas contaba conmigo. No podía fallarle ahora. En un intento casi desesperado aceleré el ritmo y eché a correr todo lo que daban mis piernas, mientras mis perseguidores se acercaban peligrosamente. No obstante, el estúpido trapo tradicional se me enredó en unas ramas bajas de unos arbustos cercanos al camino y tuve que arrancar parte de la tela y así agilizar mi ritmo. Cuando creí que mi cuerpo no lo aguantaría más, topé con una imponente estructura: “El templo de la diosa Sol” rezaba la inscripción. Me escondí tras la enorme figura del Ave Fénix a esperar su llegada. El espectáculo no se hizo esperar: Decenas e incluso lo que parecieron ser centenares, asaltaron el lugar, desconcertados por haber perdido a su “presa”.
-¿Me buscabais, umbríos descerebrados? –Salí al paso. –Os vais a arrepentir de haberme perseguido hasta aquí. ¡Éste…Será vuestro fin!
Me lancé al centro y comencé a defenderme como pude. Unos cuantos derechazos y patadas después (todo cortesía del entrenamiento de Roxas en el Struggle) habían destrozado ya varios incorpóreos pero también habían agotado mis defensas… Y no dejaban de proliferar más y más. Mi fiebre ardiente no cesaba… Sólo subía más y más… Entonces, mi cuerpo se doblegó y caí de rodillas. Los incorpóreos aprovecharon para abalanzarse sobre mí, pero en ese momento, me sentí como si cayera en un profundo abismo, cada vez más y más deprisa y de golpe, algo me impulsara veloz hacia arriba y como mi cuerpo ignífugo se deshiciera en millones de partículas de ascuas y ennegrecieran hasta convertirse en ceniza y se alejaran por el firmamento… En ese momento… renací. La estatua del Ave Fénix comenzó a brillar con más fuerza que nunca y a desprender energía calorífica y noté como algo en mi interior se liberaba. Cerré los ojos juntando mis manos, concentrándome en esa luz que embriagaba mi ser y me levanté con una enorme fuerza. Ante mí había creado un potente escudo de fuego que me rodeaba. Al instante levanté la mirada, desafiante. Mis ojos brillaban más que nunca, ofuscados por la decisión, rabia y el ardor de las llamas. Separé mis manos por completo y de cada lado surgieron unas vivas y alegres llamas que repicaban y danzaban con energías renovadas. Las lancé contra mis enemigos sin vacilar, lo que provocó una sonora explosión. Derribé algunos y volví a conjurar… Pero había hecho un sobreesfuerzo excesivo y mi limitado cuerpo actual no pudo soportarlo y me desplomé. Escuché como unos pasos se acercaban y como se desvanecían nuevos enemigos. Lo último que oí es como alguien me sostenía y gritaba un nombre que no era el mío… Pero me sentí aliviado… y caí en un profundo agotamiento.
-Roxas…
• • •

Subí lo más deprisa que pude por esa cuesta que parecía interminable. Tras un buen trecho, topé con algo insólito: Un trozo de tela muy familiar colgaba de una rama baja de un arbusto cercano al camino.
-Alex aguanta… Voy en tu ayuda… -Tomé en mi mano el trozo de tela, lo aferré y aceleré mi ritmo cuanto pude.
Poco me faltaba ya por llegar y de pronto sucedió: Una gran explosión cubrió el lugar. Me agazapé momentáneamente para evitar el impacto y se me cubrió la espalda de hollín y restos de plantas y pequeñas ramas que se habían desprendido por los aires. Me puse en más alerta que antes y en unos cuantos pasos ya había llegado. La visión que tuve no me fue nada agradable… Me dio un vuelco el corazón tan fuerte que aún hoy lo recuerdo… Vi a Alex tendida en el suelo inconsciente junto a esos extraños seres que se acercaban cada vez más a ella. Salté justo a tiempo para darles su merecido y socorrerla. Ojala haya llegado a tiempo… Pensé bastante asustado.
-¡Alex! ¡Alex! ¿Estás bien? Contesta por favor…
-Roxas… -Fue lo único que le oí decir, pero eso me bastó para aliviar mi angustia. Al moverla, su falda rasgada se fue a un lado, dejando al descubierto una extraña señal plateada, como si se tratase de un tatuaje. No me sonaba para nada, pero a la vez era como si lo hubiera visto en alguna parte antes. No pensé más en ello, no era el momento ni el lugar, así que la subí sobre mis hombros y comencé a caminar, cuando en ese instante llegaron los otros a nuestro encuentro.
-¿Estáis bien? – Se adelantó Kairi.
- Vimos una señal, ¡pero vaya pedazo señal, tío! – Exclamó Hayner. – ¡Todo saltó por los aires!
-No era una señal… -Le dije mirándole muy serio.
-Ah… ¿no? – Me cuestionó, dándose cuenta de que había hablado de más. No me molesté en contestar. Estaba cansado de tantas emociones. Así pues, bajamos por la colina en silencio hasta la entrada del pueblo. Tidus y Wakka se ofrecieron para investigar los daños sufridos en el pueblo mientras nosotros nos ocupábamos de Alex. La tumbé en un banco con su cabeza apoyada en mis rodillas mientras Olette y Pence habían ido a por agua fría. Tomé un paño frío (parte del cinturón de mi vestimenta) y se lo puse en la frente. Poco a poco le fue bajando la fiebre y recuperando el sentido.
-¿Ro…Roxas…? ¿Estás bien…? –La cabeza no paraba de darme vueltas, pero me alegraba de ver que estaba sano salvo y de que fuera la primera persona que viera justo después de despertarme.
-Sí, no te preocupes por mí. ¿Qué tal estás tú? –Le pregunté preocupado.
-Bi… bien, o eso creo… - Me incorporé lentamente como pude, sobándome la cabeza. En ese momento llegaron Tidus y Wakka con noticias.
-¡Hola, chicos! ¡Ya estamos de vuelta con buenas noticias! ¡Los “malos” se han pirado de las islas! –Tidus siempre había sido positivo incluso en casos extremos.
-¿Malos? ¿Os referís a los Umbríos? –Cometí el error de hablar de más. Todos, incluso Roxas, me miraron sorprendidos.
-¿Los conoces…? –Preguntó Kairi extrañada y preocupada.
-Sí… Bueno… Esto… Se podría decir que... en el pasado tuve algún que otro encuentro con esos seres… Es de lo poco que recuerdo.
-Se les conoce comúnmente como incorpóreos –Un joven con un sitar tan grande como él y una jovencita de cabellos dorados se acercaron. El joven tomó la palabra una vez más. – Y volverán a atacar. Sólo es cuestión de tiempo que conquisten este mundo también. Todos estáis en grave peligro. –Concluyó.
-Me llamo Naminé. –Se presentó la joven. – Encantada de volveros a ver.
Todos se extrañaron.
-¿De… de volvernos a ver? –Se extrañó Pence.
-Sí, veréis… He estado siguiendo vuestros pasos porque conocía de antemano el peligro que se avecinaba. Yo también sufrí ciertos encontronazos en el pasado con esos extraños seres. Pero no es el mejor momento para hablar de mí. Tenemos que salir de aquí.
-Pero… ¿No vamos a hacer nada? ¿Vamos a irnos de aquí, sin más? –Kairi estaba dolida.
-Necesitamos al elegido de la Llave Espada. Él es el único que puede poner fin a esta amenaza. –Contestó el joven citarista. En esos momentos, la extraña arma volvió a aparecerse en mi mano. En mi mente se dibujó la imagen de aquél muchacho que tanto me recordaba a mí. Sostenía en su mano la llave y luchaba contra seres nacidos de las sombras. Junto a él, dos forasteros le ayudaban a combatir.
-El elegido de la Llave Espada… -Repetí en voz baja. –Así que esto es…
-La llave espada, efectivamente. –Respondió el joven.
-¿Cómo es que tienes su Llave Espada? –Inquirió Kairi.
-¿Su Llave Espada? No la robé, me vino así, sin más, hace un rato. Me quedé encerrado y vino en mi ayuda.
En esos momentos, noté una mueca de arrepentimiento en el rostro de Alex, que llevaba callada y extrañamente seria hace rato.
-Roxas, tú eres uno de los elegidos. –Me explicó Naminé.
-Pero… ¿Y qué hay de Sora? –Quiso saber Kairi.
-Él también lo es. Pero aún no ha despertado. Y necesitamos toda la ayuda posible. Todos los elegidos han de unir sus fuerzas. Y para eso te necesitamos, Roxas.
-¿A… mí? –Me quedé muy impresionado.
-Sí, a ti. Os necesitamos para reestablecer el equilibrio de los mundos una vez más. Tú eres el único con poder suficiente para traer a Sora de vuelta. Si todos formamos un equipo, la lucha estará más igualada.
-Entonces, todos iremos con vosotros. –Se adelantó Kairi. –No podemos seguir quedándonos de brazos cruzados mientras otros se arriesgan por nosotros.
-Contábamos con ello. – Se sonrió Demyx. –Por eso es que estamos todos aquí. Todos tenemos algo en común. No queremos que desaparezcan los mundos, así que debemos luchar.
Todos afirmaron.
-¡Esperad un momento! – Traté de poner un poco de sentido común a todo aquello. – Primero debemos encontrar a Sora, pero no sabemos por dónde empezar…
-Yo sé dónde se encuentra. – Afirmó Naminé. – Pero por ahora es demasiado arriesgado acceder. Debemos esperar un poco.
-¿Esperar? ¿A qué y por qué? – Se cuestionó Tidus.
-Porque se halla en una zona inaccesible para nosotros de momento. Cuando llegue el momento, volveremos a Twilight Town.
-¿Sora está en su mundo? ¿Dormido? Pero… ¿Cómo ha llegado hasta allí? –Kairi estaba asombrada a la par que preocupada.
-Es una larga historia… -La cara de Naminé se ensombreció. –Y no tenemos mucho tiempo… Además, ahora nos conviene descansar. Debemos estar listos para lo que nos espera.
Ajena a todo esto parecía estar Alex, no sólo no parecía importarle nada lo que ahí se hablaba, sino que lentamente se alejaba del núcleo donde nos hallábamos. Pero no la vi marchar. Estaba demasiado asombrado para darme cuenta qué sucedía a mí alrededor.
Todos estuvimos de acuerdo. Habían sido demasiadas emociones para un solo día. Así que nos dispersamos cada uno a descansar, pero en ese momento me di cuenta de una ausencia significativa: Alex no estaba por ninguna parte.
• • •

Encontrar a Sora… Naminé no sabe lo que dice. ¿No le importa qué le pueda pasar a Roxas? No voy a dejar que desaparezca así sin más… ¡Me niego! ¿Me oyes, Naminé? ¡ME NIEGO! Pero… - Me miro ambas palmas de mis manos. - ¿Qué me ha pasado hoy? No lo entiendo. Es más, desde lo ocurrido no me siento igual que antes… me siento cambiado. Quizás se traten sólo de imaginaciones mías… Aunque hasta hoy no había podido invocar a mi elemento… ¿A qué se deberá…? Todo esto es muy extraño… -Sin apenas darme cuenta, en mis divagaciones había llegado hasta la orilla del mar. Me senté y me quedé contemplando su inmensidad, bañada en plata bajo la luz de la luna. Estuve un buen rato así, en silencio, con la mente en blanco, hasta que oí unos pasos detrás de mí que se acercaban.
-Así que estabas aquí… Te he estado buscando…
-Hola Roxas… Ya bueno, lo siento… Necesitaba…. Ya sabes, estar a solas…
-No es muy aconsejable… Esos tipos raros de la oscuridad pueden volver…
-No te preocupes por mí, sé defenderme.
-Lo sé… De todos modos, entiendo que estés aquí. Cuando necesito estar solo, suelo desaparecer a menudo.
-Sí… Oye, lo siento por lo de antes, yo sólo quería…
-Ya… Querías protegerme… Y te lo agradezco… Pero la próxima vez, ¿Podrías disuadirme con palabras?
-Je… ¿Y tú me habrías hecho caso? –Le pregunté con incredulidad e ironía.
-Tienes razón… - Rió con alegría. – ¿Sabes? Te parecerá extraño… Pero a veces siento la sensación de que me conoces muy bien… Como si fuéramos viejos amigos, aunque haga sólo unos cuantos días que nos conocemos…
-Roxas… - Le miré como quién desea decir mil cosas, pero no halla las palabras… Mis ojos emocionados hablaban por mí.
-Jejeje, pero no me hagas caso, ¡es una locura! ¿Cómo íbamos a conocernos de antes? –Se rascó la cabeza.
Me acerqué mucho a él sin apartar mis ojos de los suyos, le tomé una mano y…
-Roxas, en verdad… yo…
Se sonrojó: ¿Alex…?
-¿Interrumpo algo? –Kairi estaba de pie justo al lado nuestro. Genial, otro bonito momento para echarlo a perder… Estaba realmente fastidiado.
-No, no tranquila. Sólo hablábamos. –Contestó educado Roxas. A veces peca de eso. -¿Verdad, Alex?
No contesté. No iba a arruinar más la escena con uno de mis gritos, así que me dediqué a juguetear con mi dedo índice en la arena.
-¿Sabéis? Aún no os he explicado como terminar la noche del Día del Equinoccio aquí. Solemos acercarnos a la orilla del mar a formular un deseo cuando la luna está en lo alto, y lo introducimos escrito en un papel en una botella de cristal.
-¿Cómo un mensaje en una botella? –Preguntó curioso e interesado Roxas.
-Exacto. –Sonrió la pelirroja.
-Suena divertido. –Le sonrió también. La verdad, comenzaban a ponerme nervioso esos dos… Supongo que en el fondo, siempre he sido algo celoso…
-Pensé que os gustaría intentarlo, así que os he traído una botella, papel y lápiz para cada uno. –Nos los ofreció. Lo tomé sin ganas, sólo porque a Roxas le parecía gustar aquello. – Si dentro de un año vuestros deseos se cumplen, la botella ha de regresar a vosotros, estéis donde estéis. Bueno, yo ya lancé la mía, ahora os toca a vosotros. Ahora voy a dormir. No trasnochéis demasiado, ¿vale? ¡Mucha suerte! ¡Y dulces sueños!
-¡Buenas noches, Kairi! –Saludó él. –Es muy amable, ¿no te parece?
-Sí… mucho… -Respondí con desgana.
-Bueno, yo voy a escribir algo, a ver si es verdad que se cumple. ¿Y tú, Alex?
-Sí, supongo que algo escribiré… -Cogimos un lápiz y escribimos aquello que más deseábamos. Por mi parte, escribí esto:
“Deseo que Roxas me recuerde”
Siempre me he preguntado qué pediría él. Quizás nunca lo sepa. Lanzamos nuestras botellas al unísono, que se perdieron entre el oleaje perpetuo.
Mientras tanto… Un poco más lejos de allí…
-Están en Islas Destino.
-En tu viejo hogar, ¿me equivoco, Ansem?
-…
-No les pierdas de vista. Por mi parte, será mejor darle un empujoncito a nuestro “Elegido de la Llave Espada”. –El extraño individuo se echó a reír.
Sentí un calofrío y miré por encima del hombro. Quizás era una falsa sensación. Por ahora nada me importaba, los ojos de Roxas brillaban más que nunca bajo la luz de la luna y las estrellas, y eso era lo único que existía en ese momento en mi mundo. Innumerables fuegos artificiales surcaron el cielo frente a nosotros. Era lo que parecía ser el cierre de fiestas.
-Alex, como al final no terminamos de comer algodón, te he traído otro. –Me ofreció.
-Gracias… -No pude evitar sonrojarme. Fue uno de los mejores días de mi existencia… O debería decir “No existencia”… Los dos solos, contemplando los fuegos mientras compartíamos un algodón… Para quién nunca antes lo haya vivido, le puedo asegurar que no hay nada tan maravilloso.

Continuará…

Fin del capítulo 8
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Vie Ago 01, 2008 2:08 am

((Sé que esto que estoy haciendo es ILEGAL y va CONTRA las normas del foro, pero es que sino, me iré de vacaciones y no lo habré dejado listo... porque si nadie me postea, no puedo seguir en teoría... Que Hina me perdone... =.= Y los demás users también...))

Tras pasar por el portal oscuro que, por primera vez en mi vida me pareció tan luminoso como la luz del sol a pleno día, llegamos a aquella tranquila, hogareña, pero misteriosa ciudad: Twilight town. Ladeé un poco mi cabeza hacia atrás, asegurándome que aún ibas tras mis pasos. No te habías alejado un milímetro de mí y me seguías observando con una mirada tan curiosa e inocente que te delataba: no conocías ni el miedo ni la desconfianza. Al cruzárseme estos leves pensamientos por mi cabeza, sentí cierta compasión por ti… En sí adónde nos dirigíamos, pronto perderías estas nobles facultades, para convertirte en una nueva arma a disposición del líder. Te volví a mirar y me respondiste con una nueva sonrisa tan cálida como los rayos de sol que en ese momento tocaban nuestras espaldas. Tuve la alocada idea de tomarte y llevarte lejos de allí, donde nadie pudiera alcanzarnos, donde nadie pudiera manchar ese aura que irradiaba pureza, paz y alegría, como lo que eras, alguien que acaba de nacer. Un instinto de protección nació de dentro de mí, donde hasta la fecha creía firmemente no sentir más allá de la más absoluta ignorancia. Quería protegerte… Pero… ¿De qué? Y lo que era más importante: ¿Por qué? Dudé durante bastante tiempo sobre mi disparatada idea… ¿Por qué yo iba a preocuparme? No era mi problema. Hasta la fecha, algo que la Organización me había enseñado nada más llegar a ella, era que sólo debía preocuparme de mí mismo, ya que aparte de mí, nadie más lo haría. Entonces… ¿Por qué despertabas en mí estos “sentimientos” desconocidos para mí, como la compasión y la protección? Un gesto tan sencillo pero tan profundo como una sonrisa… No logré entenderlo en ese momento y no escuché a mi instinto, muy a mi pesar. Es algo que siempre lamenté desde entonces. Seguí caminando en el más absoluto silencio. A decir verdad, por extraño que esto pareciera, aún no habíamos mediado más palabras entre nosotros. No debería haberme preocupado pues no tengo sentimientos, pero me preocupó. Mientras tanto, la mansión abandonada se alzaba ya próxima a nosotros. No pude seguir con ese voto de silencio que yo mismo inconscientemente, quizás por prudencia, quizás por asombro, no lo podía asegurar, me había impuesto, así que antes de irme, al fin me dirigí a ti.
- Debes esperar aquí.
- …
- Nuestro líder quiere conocerte en persona. No se me permite acompañarte más allá de estas puertas, no por el momento. Ahora… -En ese momento me percaté de un GRAN detalle: Aún seguías tapando tu frágil cuerpo tímidamente con la manta que te entregué. – Vaya, lo siento. Será mejor ponerte algo más adecuado… - Mi primera idea era entregarte un uniforme de la organización, pero opté por algo de mi propia cosecha.
Antes de dar contigo, en mi camino encontré a un muchacho de tu misma edad que acababa de sufrir un ataque de un sincorazón, y su cuerpo se estaba desvaneciendo lentamente. Aún así, debo admitir que sentí cierta pena al verle desvalido y que aún así, se desvanecía con una sonrisa. Sólo eso y sus ropas, abandonó en aquél lugar. Ropas que conservé y te entregué poco después.- Encontré esto por ahí… - En verdad no tenía ni idea de cómo sería el nuevo miembro, pero algo en mi interior me dijo que debías de parecerte a aquél muchacho y a tu corpóreo. Así que opté por una talla semejante. – Póntelo.
Inocente eras un rato… Ni corto ni perezoso, te deslizaste la manta hacia tus pies ahí mismo. Algo que provocó en mí una extraña sensación… En ese momento no supe de qué se trataba, pero fue una mezcla entre sobresalto y asombro. Lo sé, porque fue gracias a ti que comencé a recordar… recordar cómo era poseer un corazón.
-Esto… no es que me importe que te desvistas delante de mí… al fin y al cabo somos… dos hombres…-Ante esta afirmación, provocó en mí cierto rubor que por suerte, pasó desapercibido. - pero no te tomes tantas confianzas con gente desconocida. Ahí dentro puedes toparte con toda clase de personas… -Le ayudé a vestirse a toda prisa y me dispuse a marcharme.
-Bueno, mi misión acaba aquí.
-¿Tu misión?- Me preguntaste con esos grandes y brillantes ojos cielo.
-Aja. Mi misión era encontrarte, escoltarte hasta aquí y protegerte de cualquier peligro. Cuando nos volvamos a ver, ya tendrás un nombre.
-¿Un nombre?- Pareciste extrañarte. –Yo ya tengo el mío… Es… es…
-No lo recordarás. – Me adelanté.-Además, ese nombre, a pesar de ser el verdadero, no te pertenece a ti, sino a tu corpóreo. –Supe que preguntaría, así que proseguí. – Nosotros somos Nobodies, los “nadie”, los incorpóreos. Seres separados de sus corazones y entes originales y obligados a vivir en las sombras como renegados. Esa es nuestra triste realidad. El líder te dará tu nuevo nombre y tu nueva identidad. No obstante, te daré un consejo: No confíes en todo lo que te diga… No por nada es nuestro líder. Si alguna vez necesitas mi ayuda, piensa fuertemente en mí y di mi nombre. Dondequiera que yo esté, oiré tu llamada, y acudiré en tu ayuda lo más rápido posible… Sino pierdes la fe en mí. ¿De acuerdo?
Asentiste en silencio, decidido. Presentí que en ese momento, comenzabas a creer más en mí. Eso en cierto modo me llegó a lo más profundo… ¿Extraño? Sí, es cierto. Pero en estas cosas no debes buscar explicación, sólo creer.
Abrí un nuevo portal, algo aturdido por todo lo que había acontecido ese día, que por siempre recordaría como el día que me dio un motivo por el que seguir “viviendo” en esta miserable oscuridad: porque había una luz que no permitía que mi llama se apagara. Tú me detuviste, tomándome de la manga. Era la primera vez que te atreviste a tocarme. Me miraste con una cara preocupada, como aquél que despide a un ser querido que no volverá a ver durante bastante tiempo y aquél que se siente desprotegido, desamparado, solo… Como me “sentía” yo ayer…
-Aún no me has dicho tu nombre… -Me dijiste con tristeza en tus ojos.
Te sonreí como me enseñaste, tratando de mostrarte calidez y tranquilidad… Realmente, contigo no me costó demasiado, eras con la única persona que podía ser como realmente era yo.
-Axel… ¿Lo memorizaste? – Bromeé para que sonrieras. Hacía tiempo que no lo hacía y aún así, me devolviste la sonrisa. Eso aún me hizo más feliz y me hizo más daño. No sabía por qué, pero odiaba tener que marcharme… “¿Qué me esta pasando?” Y con estas dudas en mi cabeza, me marché, algo lejos de ti, durante un tiempo que me pareció interminable, sin mirar atrás.
-Axel… Lo recordaré.

CHAPTER 9
“I am me, what’s the matter with that?”

-¿Alex? ... Alex… ¡Alex! –Sentí una sacudida que me hizo caer de golpe de mi nube de ensueño y luz por todas partes que me cegaba.
-¡ROXAS! ¡TÍO! ¡NOS TENÍAS PREOCUPADO! ¿¡CÓMO SE TE OCURRE DESAPARECER DOS VECES EN UNA NOCHE!? ¡¿TÚ QUIERES QUE NOS DÉ UN ATAQUE O QUÉ?!
A mi lado un muchacho histérico zarandeaba algo… o alguien…
-¿Ro… Roxas? –Me sobresalté.- ¡¿Pero qué…?! –Sobre mí estaban Olette y Demyx intentando hacerme despertar, mientras que Hayner se encargaba de Roxas.
-Vaya, buenos días, pelirrojo… -Me respondió Demyx tras mi sobresalto.-Me gustaría saber que has estado haciendo toda la noche aquí en la playa… Y ni siquiera me invitas…
Olette no daba crédito a sus oídos: ¿Pelirrojo? ¿Invitarte? ¿Acaso le conoces?
-No, después de esto no le conozco… -Se hizo el ofendido.
-Cállate Demyx… De buena mañana ya me metes la bronca… Ni yo sé qué ha pasado, sólo sé que… tengo sueño… -Bostecé bastamente.
Olette estaba más confundida que nunca, muy sonrojada ya no sabía dónde mirar: Debo suponer que sigues medio dormida… Bueno, voy a ver qué… tal está Roxas… -Dijo marchándose muy avergonzada.
-¿Te parece muy inteligente, no? ¡Casi me metes en un lío, bocazas! ¡No sé si recordarás que por tu culpa estoy en este lío! ¡Así que colabora un poco, joder! – Le espeté muy cabreado.
-Lo siento, sólo bromeaba… -Dijo excusándose como si de un niño pequeño se tratase.
-Ya… Por cierto… ¿Y Naminé?
Demyx señaló a la orilla del mar. Ahí una muchacha con un biquini blanco permanecía sentada, jugueteando con las olas del mar. Me pareció una vista de lo más pacífica y hermosa. Pero los gritos de Roxas y Hayner me devolvieron mi atención a lo que realmente captaba siempre mi atención.
-¡Vamos al agua Roxas!
-¡Ni hablar! ¡No tengo bañador!
-Te lo hemos traído. Kairi nos dijo que el último lugar en el que pos había visto era aquí, así que nos hemos tomado la libertad de conseguirte uno.
-Cómo sois… - Dijo mirándose los pies muy sonrojado y medio fastidiado.
-¿¡ENCIMA QUE TE LO COMPRAMOS, NO NOS DAS LAS GRACIAS Y NO TE LO VAS A PONER!? ¡QUÍTATE… ESE… KIMONO! – Ladró Hayner mientras tiraba del cinturón del mismo.
-¡¿Pe… pero qué haces?! –Dijo tratando de zafarse de Hayner. -¡No seas bestia, Hayner! – Mientras le empujaba evitando quedarse en cueros.
-¡Siempre igual, Hayner! ¿¡Es que nadie en tu puñetera casa te enseñó educación!? – Replicó Olette, mientras acompañaba a Roxas a un cambiador masculino. –¡A ver si nos vamos acostumbrando un poquito al respeto por la intimidad de los otros!
No pude evitar reírme escandalosamente tras ese comentario, lo cual encendieron más los ánimos de Hayner.
-¿¡Y tú de qué te ríes, marimacho!? Tú que has pasado toda la noche aquí con Roxas, a saber qué habéis estado haciendo…
-Pero al menos a mí no se me ve tan desesperado… ¡rada! Por deshacerme de su kimono… -Le hice una mueca medio pícara, para que captara la indirecta.
-¿¡Insinúas que yo…!?
-¿Cuándo saldrás del armario, monada? –Seguí riéndome por lo bajo.
-Vamos, no seas tan duro con él, llameador… - Me dijo Demyx poniéndome una mano en el hombro.
-¡Que no me llames así, Demyx! – Lo tomé de la solapa de la camisa playera que lucía y lo acerqué a mi cara.- ¿Quieres que me descubran y que todo se vaya al carajo o qué? – Le susurré.
-Vale vale, ya lo capto… -Me miró algo fastidiado por cortarle la fiesta por lo sano.- Pero creo que tú también deberías cambiarte, “monada”- Comenzó a reírse por mi cómica situación.
-La venganza es un plato que se sirve frío Demyx, ya lo verás… ¡Y no pienso ponerme eso tan minúsculo!
-Bueno, entonces deja “al enemigo” vía libre… -Señaló en dirección a la orilla. Roxas ya se había cambiado y estaba hablando muy animosamente con Naminé, que parecía encantada con el trato recibido. Me quedé en silencio: eso fue un golpe bajo. ¿Por qué tenía que pasar yo por todo aquello? Es más… ¿Naminé no estaba de mi parte o qué? Eso me pasa por fiarme de una bruja…además de mi “enemiga” en el amor…
-¡Es una arpía! - Me enfurecí.
-Pero si sólo están hablando, Axel… No es para ponerse…
-¡CALLA, DEMYX! ¡Y DEJA DE LLAMARME ASÍ! –Le arrebaté la ropa de la mano y me fui dando zancadas hacia los cambiadores, dejando un leve rastro de ceniza a mi paso, a causa de la furia. “Eso es lo que quieres, ¿eh Roxas? ¿Quieres ver chicas bonitas en bañador? ¡Pues vas a ver!” – Salí del cambiador con un bikini a… ¿cuadros negros y rojos? –Me sorprendí por el estampado. Sólo podía ser idea de Demyx y sus asociaciones… Suspiré resignado. Entonces, los vi. Estaban haciendo un castillo de arena, cuando toparon el uno con la mano del otro, y se rieron alegremente ante la sorpresa. Lo reconozco, esa escena me ponía nervioso, MUY nervioso. Quizás era por mi inmadurez, mi inseguridad, mis celos, mis temores, o un poco de todo… Pero no podía soportarlo. Así que hice lo único que sabía hacer.
-¡Hola Roxas! – Me senté junto a él, en una pose un poco provocadora.
-¡Hola Alex! – Me sonrió amablemente. -¿Quieres jugar con nosotros? Estamos haciendo un castillo de arena.
-Me gusta más jugar a cosas más… Atrevidas. Ya sabes… Podríamos tomar una barca.
Demyx me miró extrañado a lo lejos. ¿Yo, ofreciéndome para surcar el mar, ese elemento que tanto temía? Ya debéis saber que, cuando uno se enamora, hace muchas tonterías por la persona amada.
-¿Una barca? -Me miró extrañado Roxas. Su extrañeza era normal, pues tan sólo un día antes habíamos sufrido un “naufragio” del que casi no salvamos el pellejo. Pero no obstante, yo no podía ni quería dar mi brazo a torcer en terreno amoroso. Él lo era todo para mí… No quería que nada ni nadie me lo arrebatase. Así que, no convencido del todo, estiré de su brazo y tomamos una barca ante la mirada de asombro de Demyx y atónita de Naminé. El grupo estaba muy entretenido jugando en la playa, así que no depararon mucho en nosotros hasta que se percataron de nuestra larga ausencia.
-¿Adónde nos dirigimos, Alex?- Me preguntó aún intrigado Roxas.
-Pues… -En verdad no me lo había planteado, sólo quería llevármelo lejos, daba igual dónde. Pero entonces la vi tras de mí. Otra Isla un poco más pequeña asomaba próxima a nosotros, en el horizonte. -¿Qué te parece ir a esa pequeña isla?
-¿No se trata de la isla donde fuimos a parar ayer?
-Puede… Pero creo que olvidé algo allí… - Puede que en ese momento echase mano a una pequeña mentira, lo reconozco. Aunque yo no sospechaba que pronto se volvería una realidad causada por mi propia intuición que pasó desapercibida para mí. Mientras tanto, nos acercábamos cada vez más a golpe de remos de mis brazos, que yo me había negado a ceder a Roxas.

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Mensaje  Axel Vie Ago 01, 2008 2:16 am

((Continúa))

Una vez en tierra…
-¿Qué es lo que olvidaste, Alex? – Me preguntó curioso saliendo de la barca.
-No estoy segura… Pero debe estar cerca… -Inspeccioné toda la zona en busca de un lugar tranquilo. Quería estar con él a solas a toda costa… Supongo que me dejé llevar demasiado por mi ataque de celos. Aunque por fortuna esta vez nos resultó de ayuda.
Entré en una pequeña cabaña de madera. Después fui hasta el final de un largo puente, justo al lado de una gran palmera curvada, cuyos frutos parecían algo así como…
-¿Son estrellas? – Observó Roxas. –Parecen interesantes… ¡Voy a por una! – Dijo escalando el árbol.
-Te caerás… -Dije dándome ya la media vuelta tranquilamente. Al rato noté un golpe en la cabeza y algo amarillo rodó hasta mis manos. Luego oí un ruido fuerte al deslizar ropa contra una madera, me giré y vi a Roxas a punto de perder el equilibrio pero con un giro magistral consiguió mantenerse y me sonrió sintiéndose muy capaz.
-Ya ves que no.
No contesté, sólo le lancé el fruto y seguí caminando. Feliz lo guardó en su bolsillo y aceleró el paso hasta ponerse justo a mi lado. Continuamos caminando por el lugar. Parecía un lugar tranquilo sí, pero no muy emocionante. Me decepcioné un poco. Aunque por lógica, una pequeña isla no suele guardar demasiados misterios… Pero a veces es que a nuestros ojos no se ven…
Sentí el correr del agua: Se trataba de una cascada. Roxas, algo cansado, metió sus pies en el pequeño lago, suspirando aliviado. Yo, demasiado metido en mis asuntos, seguí con mi búsqueda implacable, hasta que al fin di con lo que quizás podría cumplir mis expectativas. Una extraña y pequeña cueva oculta entre la maleza se alzaba ante mí. Me metí sin dudarlo y al instante, noté que Roxas se metía tras de mí, siguiendo mis pasos. ¿Adónde me llevaría? Ya no me importaba, pero una extraña fuerza me empujaba a su interior, impidiéndome pensar y concentrarme en nada más. Y así fue como llegamos al otro lado. Una cámara bastante más grande era el límite de aquél lugar… Ambos lo observamos atentamente, sin mediar palabra. Estábamos impresionados. Muchísimos dibujos decoraban sus paredes, trazos de lo que parecían haber sido creados por unas manos menudas e inexpertas. Y más allá la fuente de tan misteriosa llamada: Una puerta curvada ocultaba la salida al otro lado. ¿Por qué habíamos ido allí a parar exactamente?
-¿Sora?
Me giré. Roxas estaba agachado observando un dibujo muy particular: Dos cabecitas de lo que parecían ser niños se miraban y se sonreían mientras se daban… ¿Una estrella?
-Es Sora, ¿Verdad? Este de aquí. –Dijo señalándome el trazo izquierdo.
-Puede ser…
-Y esta niña de aquí, ¿no se parece un poco a…?
-Los mundos han vuelto a ser conectados. –Nos dijo una voz serena y lo que parecía ser solemne tras de nosotros. Nos giramos rápidamente, alarmados, pues desde que llegamos, en la pequeña estancia no parecía haber nadie más.
-¿Quién eres tú? Y qué haces con el uniforme de la…
-Yo de ti no seguiría hablando. –Miró a Roxas.- No te conviene demasiado.
Maldecí mi situación una vez más por dentro y permanecí callado, y opté por oír todo lo que tuviese que decir y, según fueran las cosas, actuar.
-Sólo soy un siervo de la oscuridad. He venido a advertiros. Los mundos comienzan a sumirse en una profunda oscuridad. Necesitamos al Elegido.
Hice una mueca de dolor. Roxas me miró intentando comprender qué pasaba por mi mente. No lo quería perder… Debía de haber un modo… distinto, salvar los mundos y permanecer a su lado.
-Y vosotros sois los únicos capaces de traerle de vuelta. De vosotros depende el destino de todos.
-Pero, ¿Qué podemos hacer nosotros?
-Debes despertarle, Roxas…
-¿Despert…? ¿Uh? – El sujeto había desaparecido misteriosamente.
-¿Dónde diablos se ha…? –Maldecí de mala gana. Tenía demasiadas preguntas por hacer y muy poco tiempo… Y eso me desesperaba a cada paso que me acercaba al momento…
-¡Así que estabais aquí!- Una voz femenina irrumpió en la pequeña sala.
-¡Kairi! –Dijo Roxas, que aún no se había movido apenas del lado del dibujo en la pared.
-Como hacía rato que no sabíamos nada de vosotros, nos preocupamos… Tidus y Wakka están fue… -En ese momento deparó en que habíamos estado observando el dibujo anteriormente. -¿Qué estáis haciendo aquí? ¿No os han dicho que es de mala educación espiar las cosas de otra gente?
-Pero… ¿otra gente? Acaso esto es… -Preguntó medio inocente y medio sagaz Roxas. En verdad, sabía utilizar muy bien la retórica a su favor, y dudaba mucho que en todo momento fuera pura coincidencia… Lo tenía más por seguro que era una estrategia premeditada.
-¡No tiene importancia, de verdad! ¡Vayamos fuera! –Dijo girándose a toda prisa para evitar que observásemos su semblante que de nuevo había tomado un color rojizo.
Me quedé mucho tiempo pensativo y callado, cruzado de brazos mientras observaba el suelo en ningún punto fijo. Roxas se percató y se quedó apartado del resto, para ponerse a caminar a mi lado.
-¿Tú también te lo preguntas, Alex?
-¿Mmh?
-¿Quién era ese tipo? ¿Qué vino a hacer aquí? ¿Y qué nos va a ocurrir de ahora en adelante…? ¿Qué va a sucederme que tiene que ser tan importante?...
No supe qué contestarle… No tenía nada en claro... Y tampoco quería ponerme en lo peor…
-¿Por qué soy un elegido de la llave espada?...
Me giré a él de repente, mirándole a los ojos por inercia al oír esa frase de nuevo. Esa frase que un día nos separó. Melancolía, miedo, enfado, duda y amor se me mezclaron en un solo sentimiento que no podría describir.
-Qué tonterías digo… Seguro que tú no tienes ni idea… Apenas recuerdas nada de tu pasado, ¿verdad?... ¿Alex?...
Mi vista se había quedado nublada, mientras mi mente retornaba a la prisión de su pasado del que no podía olvidar ni escapar. No Roxas, lo recuerdo perfectamente… Como si fuera ayer… Pero no puedo contártelo… No puedo decirte lo mucho que me dolió… No puedo llorar y decir que la soledad invadió todo lo que yo conocía… no puedo decirte muchas de las respuestas que buscas… como no puedo decirte quién soy, quien a veces crees recordar y no logras ver… Porque sino, te volvería a perder… para siempre… ¡maldita sea! Mis puños se habían cerrado fuertemente, mientras mi rostro se forzaba por mostrar indiferencia.
-¿¡Alex!? ¿Te encuentras bien? – Roxas me había puesto una mano en el hombro y me había zarandeado.
-¿Eh?... Ah… Sí… No te preocupes. –Me miró preocupado. Seguro que se debió a mi tono poco convincente y mi expresión un tanto opaca.
No volvimos a articular palabra en los pocos minutos que nos separaban de la playa. Ambos estábamos centrados en nuestros más profundos pensamientos, sintiendo el calor de la suave arena rozar nuestros pies descalzos y oyendo de fondo el rumor del oleaje, cuando llegamos al punto acordado. Allí nos esperaban Naminé y Demyx observando el horizonte marítimo. Ambos se habían desplazado hasta allí con el grupo.
Demyx se giró al percatarse de nuestra presencia. Me sonrió como siempre suele hacer y luego nos pidió por señas que nos acercásemos. Naminé parecía muy concentrada, observando un punto en el horizonte. Sin apenas girarse en dirección adonde nos habíamos concentrado, pronunció solemnemente y pausadamente estas palabras:
-Lo presiento. Las barreras del enemigo han flaqueado. Ha llegado la hora de regresar a por el elegido.
Todos estuvimos de acuerdo al unísono, mirándonos los unos a los otros decididos a emprender el gran viaje que nos deparaba. No obstante, en la mirada de Roxas se dibujaba la sombra de la duda, la incertidumbre. En mi rostro la preocupación asomaba por cada poro de mi piel. Trataba de evitar que nadie deparara en ello, pero sabía que sería cuestión de tiempo que él se percatara.
-¿Listos para el viaje? –Nos reunió Demyx.
Unos momentos más tarde, todo el grupo se había hecho con lo más imprescindible y se disponía a partir. Nerviosismo, emoción, temor y decisión se debatían por aflorar en el ambiente. Demyx se concentró y de su mano salió un poder jamás visto por ninguno de los allá presentes… Un poder muy conocido por mí y por él, aunque en su mente no quedase vestigio de él, dormía en su interior, oculto de todos. Nuevamente creó un portal que nos condujo de nuevo a nuestro lugar de origen: Twilight Town.
Había algo en todo esto que me daba mala espina. Todo había resultado demasiado fácil. El lugar estaba totalmente desierto.
-¿Dónde se fueron todos? – Preguntó extrañada Olette.
-¿No se supone que la feria de verano ha llegado a la ciudad? – Nos recordó una vez más Hayner.
-Por eso mismo. Hay demasiada calma en la ciudad. –Observó Pence.
-Mejor así. Así podré dedicarles a mis invitados la atención que se merecen. –Un nuevo portal apareció ante nosotros y de él emergió una figura bien conocida por mí, Demyx y Naminé: Saïx, el adivino lunar. –He de admitir que esperábamos ansiosos vuestra llegada… - A un gesto suyo, una horda de umbríos emergió para acorralarnos.
-¡Son ellos otra vez! –Espetó Olette.
-¡Mierda, nos han rodeado! –Masculló Tidus.
-No pensé que fuera a resultar tan fácil dar con vosotros… y daros una “calurosa” bienvenida. -Me miró fijamente a los ojos. Estaba claro que su misión era vengar la derrota de Xaldin y tomarse la revancha y las cartas sobre el asunto. Demyx y Naminé salieron al paso. –Vaya, vaya. ¡Mirad a quién tenemos aquí: Nuevos traidores unidos a la causa de un perdedor!
En ese momento, sentí mi cuerpo arder por dentro. ¿Quién era el traidor aquí? Es más… ¿Perdedor? ¿Por qué? ¿Era él más ganador que yo? Al fin y al cabo, estábamos bajo las mismas condiciones… O eso creía yo en ese entonces. Para mi suerte, supe contenerme a duras penas.
-¡Vosotros! – Nos indicó Demyx. -¡Dejádnoslo a nosotros!
-¡Pero… Demyx!- Quiso replicar Roxas.
-Haz caso de lo que te dice, Roxas. – Le tomé del hombro. –No hay mucho que nosotros podamos hacer aquí por el momento.
-Alex tiene razón, Roxas. No te preocupes, estaremos bien – Sonrió Naminé.
Kairi, Tidus y el resto se adelantaron mientras yo trataba de hacer lo propio con Roxas, negándose aún a abandonar a sus nuevos amigos, y dispuesto a luchar.
La batalla fue larga. Demyx hacía uso de sus múltiples notas musicales y melodías, además de sinfonías… Y sus grandes y espumosas cascadas inundaban el suelo, mientras Naminé le protegía dibujando sobre él grandes pantallas que a su vez servían de efecto reflejo contra el enemigo.
-Demyx… Naminé… ¿Por qué os empeñáis en proteger a esos necios?
-Por algo que tú jamás comprenderás Saïx. – Tocaba raudo el castaño. – ¡Por la fuerte amistad y lealtad que nos une! –Dicho esto, comenzó su baile: ¡BAILA AGUA, BAILA! Y millones de partículas del acuoso elemento se precipitaron contra el adivinador lunar.
-Creía que odiabas al joven integrante de la organización, Melodioso Nocturno…
-Quizás así fuera en un principio… Pero no puedo odiar a alguien que me ofrece su sinceridad y su cariño.
-No entendéis nada… ¿Acaso no os ha servido para nada todo este tiempo en la Organización? Nosotros SÓLO recordamos cómo se sentía al tener corazón… Pero esos sentimientos ya no existen en nosotros…
-¡Te equivocas! ¡Sí tenemos corazón! –Respondió Naminé. – Y lo siento latir a cada momento. ¡Eres tú quien no ha aprendido nada! –Dijo tratando de cegarle con su luz.
Saïx convocó el poder de la Luna y entró en estado de locura con ayuda de su fiel arma Claymore. Comenzó a correr a su alrededor a la velocidad del rayo, cosa que causó algunas heridas a los renegados. Paró en seco a una distancia prudencial de ellos.
-¿Acaso creéis que la Organización permanece al margen de los hechos ocurridos fuera de ella? Xemnas está al tanto de todo lo que ocurre con sus miembros. Y percibió un gran cúmulo de poder de fuego en Destiny Islands que sólo podrá pertenecer a uno de los nuestros. Esconderlos y alejarlos no hará más que alargar lo inevitable y con vuestra insolencia sólo lograréis recibir el mismo castigo.
-¡Pase lo que pase, siempre estaremos del lado de aquellos para los que somos importantes! –Replicó Naminé.
-¿Aunque no recibas el mismo “cariño” que dices profesar, bruja blanca? – Masculló Saïx, sabiendo que había tocado la fibra sensible de la joven, mientras trataba de alcanzarla con su Claymore.
En ese momento se interpuso Demyx, cortándole el paso con su sitar. -¡Pues claro que sí, Saïx! ¡Porque lo que nosotros sentimos, siempre será mucho más fuerte que lo que tú te niegas a ver y tratas de ocultar!
Naminé asintió decidida, tocó la espalda de Demyx, pasándole parte de su poder y renovando todas sus energías, con lo que pudo doblegar a Saïx de una vez por todas, haciendo uso de un ataque combinado de agua y luz en un gran remolino, similar a un tifón huracanado que se desplomó sobre él en una gran ola.
Éste permanecía arrodillado en el suelo, hincando una rodilla, totalmente empapado y agotado. – No os creáis que aquí se acaba todo… Se avecinan oscuros tiempos para todos vosotros… Y pronto lo veréis. Este no es mi ocaso… Pues volveremos a vernos las caras… Antes de lo que pensáis… -Dicho esto, desapareció en un nuevo portal de oscuridad.


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Mensaje  Axel Vie Ago 01, 2008 2:19 am

((Continúa))

Ajenos a la batalla, mientras tanto nosotros continuábamos a la carrera. Tras nuestros pasos aún oíamos las invocaciones de nuestros amigos en una batalla que prometía ser ardua, pero pese a todo, nosotros también teníamos motivos de los cuales preocuparnos: Umbríos y Enloquecedores en masa nos pisaban los talones y no parecían querer ceder a perder a sus presas.
-¡Tengo una idea! ¡Vayamos al bosque! –Nos sugirió Hayner.
Sin tener un plan seguro, todos optamos por seguirle, pues esto era mejor que separarse. Atravesamos el bosque, ya jadeando a causa del esfuerzo que suponía mantener un ritmo lo suficientemente elevado como para mantener las distancias con nuestros insaciables perseguidores. Roxas a veces giraba la vista, muy intrigado, como intentando averiguar algo. Pero siempre que veía que se rezagaba más de lo debido, acudía en su ayuda, obligándole a seguir el ritmo del resto. Nuestras piernas ya comenzaban a flaquearnos cuando de nuevo, una vez más el misterioso edificio nos salió al paso: La mansión de Twilight Town.
Jamás habría adivinado que una vez más volveríamos a ir juntos a este lugar bajo estas circunstancias tan extrañas. Pero no era el momento para pensar en el pasado, debíamos actuar y deprisa.
-¡Adentro, rápido! – Nos hizo señas Hayner, que se había adelantado a la puerta. – ¡Escalemos la verja!
Roxas se quedó pensativo mirando de cerrojo y mirando una de sus manos. – Se me ocurre algo mejor… -Cerró los ojos momentáneamente, concentrándose. Al instante, un haz de luz apareció en su mano, transformándose en la ya famosa llave espada. – Vamos… ¡ábrete! - De la llave salió un nuevo haz de luz que impactó sobre la cerradura, cediendo a su poder y dejando vía libre al grupo, que se dispuso a entrar sin dilaciones. Después cerraron la verja tras de sí a toda prisa, empujando fuertemente, y corrieron hacia la puerta. Ésta por suerte estaba sólo entrecerrada. Cruzaron el umbral y la cerraron usando viejos muebles que allí se apilaban, abandonados hace mucho tiempo.
-Esto no los detendrá demasiado tiempo. – Mi cara tomó un semblante sombrío. – Ellos son capaces de entrar donde nadie llega. Debemos buscar una estancia más segura en la que desguarecernos por el momento y pensar qué hacer.
Todos estuvieron de acuerdo. Hicimos pequeños grupos en busca de un lugar lo suficientemente seguro para permanecer por un tiempo. Roxas siempre tuvo un sexto sentido muy desarrollado, como muchas veces he comentado. Él y yo dimos con una sala un tanto misteriosa: La biblioteca. Un dibujo sobre la mesa se reflejaba.
-¿Naminé?- Se preguntó Roxas.
-¿Cómo sabes?... –Me sorprendí un poco al ver su capacidad deductiva, siempre brillante.
-Hoy estuvimos jugando en la arena, ¿recuerdas? –Me comentó.
-Sí, lo recuerdo… -Contesté de mala gana.
-Noté en ese entonces que debía dibujar muy bien, porque era buena moldeando con sus manos. – Explicó haciendo caso omiso de mi tono de voz.
-¡Alex! ¡Roxas! ¡Mirad qué hemos encontrado Selphie y yo! –Se acercaron a toda prisa Kairi y Naminé con algo en la mano. Se trataba de lo que parecía ser una hoja de dibujo. – Lo encontramos en la segunda planta. –Prosiguió Selphie. –Era una habitación muy blanca, la única en todo el lugar.
Analizamos detenidamente el dibujo y comprobamos que misteriosamente, el dibujo coincidía con el trazo realizado sobre la gran mesa allí ubicada. Roxas se detuvo buscando algo por su bolsillo y encontró en él un viejo color que debía haber sido dejado allí en el olvido por su propietario. Completó el trazo del dibujo y frente a nosotros, el suelo brilló y desapareció asombrosamente, dando lugar a una estancia subterránea secreta, a la que se accedía por unas escaleras metálicas, a juego con el nuevo escenario. Seplhie fue corriendo a llamar al resto y nos reunimos todos al final de esa escalera.
-¿Qué es este extraño lugar? –Se preguntó Olette.
-No tengo ni idea, apareció de repente, justo al completar un extraño símbolo. –Resumió Roxas.
-Esto me da muy mala espina… -Observó a su alrededor Wakka.
-¡Vamos, no seáis gallinas! ¡No puede ser tan terrible! – Se envalentonó Hayner.
Unos pasos más al fondo dimos con una puerta metálica abierta de par en par, donde la estancia posterior estaba apenas iluminada.
-Bueno, entonces suponemos que no te importará pasar tú primero… -Lo empujó Pence desde atrás.
-¿Qué? Pero… pero es que… ¡Espera! -Se quejó Hayner. Pero ya era demasiado tarde. Ya había traspasado el marco de la puerta.
Lo que allí les esperaba era de todo menos común. Una enorme sala de ordenadores y de escáneres iluminaba la estancia.
-¿Pero de qué va todo esto? –Se extrañó Tidus, asombrado por tal visión.
-No tengo la más remota idea – Continuó Wakka, igualmente sorprendido. No se parecía en nada a lo que ellos jamás hubieran encontrado en su pequeño archipiélago.
-Sea lo que sea… no hace mucho que se fue. – Observó Roxas, mirando detenidamente cada punto de esas extrañas máquinas.
-Tienes razón. Aún siento su presencia… Y no es agradable. –Mascullé. –Y volverá. No creo que se demore demasiado en cuanto se percate de los cambios que ha sufrido la ciudad.
Todos guardaron silencio, incomodados, mirando a algún lado indefinible. De repente, Roxas siente un fuerte dolor en la cabeza.
-¡Aaaaargh! – Chilló mientras se sujetaba la cabeza con ambas manos y arqueaba la columna, arrodillándose.
-¡Roxas! ¿¡Estás bien!? – Me arrodillé junto a él sujetándole contra mí.
-¡Si… siento una presencia! Me… ¡Me está… llamando!... –En su frente se dibujaba el sudor del sufrimiento.
“Chicos, ¿podéis oírme?”
-¿Naminé? ¿Eres tú? – Preguntó Kairi.
“Sí, estoy comunicándome desde el exterior con vosotros. Aquí fuera ya está todo controlado de momento. ¡Pero debéis salir de ahí inmediatamente!”
-¿Qué ocurre? –Preguntó intrigado Pence.
“¡No hay tiempo para hablar! ¡El enemigo se acerca! ¡Más adelante regresaremos, pero ya no queda tiempo! ¡Reuniros con nosotros en la Estación Central! ¡Ahí pensaremos qué hacer!”
Nos organizamos rápidamente para salir sin ser vistos. Cargué nuevamente con Roxas, tomándole del hombro, tratando de huir. Tomamos un camino lateral para despistar a los enemigos que aún se amontonaban en la entrada que ya comenzaba a ceder. Justo cuando el último de nosotros cruzaba los primeros matorrales hacia el bosque, un hombre encapuchado apareció tras la entrada, desenvainando una extraña arma, tratando de frenar la estampida.
El camino de vuelta fue, por suerte, algo más tranquilo. Demyx y Naminé habían hecho un gran trabajo. Así que sin grandes preámbulos llegamos a la Estación rápidamente. Como habían pactado, Naminé y Demyx nos esperaban algo agotados en la escalera.
-¿Cómo ha ido? ¿Habéis tenido grandes dificultades? – Se aproximó Demyx.
-Sólo las justas –Le respondí. -¿Qué tal vosotros?
-Más de lo mismo. –Sonrió. –Por suerte, esta vez el enemigo no se esperaba un ataque como el nuestro. Una reacción un tanto sorprendente para él. Pero ahora ya están avisados. La próxima vez no será tan sencillo…
-Estaremos preparados, pues. –Le devolví una mirada de valor y determinación.
-¿Qué le ha pasado a Roxas? –Se acercó Naminé preocupada.
-Ha comenzado a decir que algo lo llamaba y se ha comenzado a encontrar mal… -Contestó Hayner.
Naminé miró a un lado, algo apesumbrada. –Entiendo…
-Debemos ponernos en marcha, no es seguro quedarnos aquí a merced de más incorpóreos. –Nos organizó Demyx.
-Tiene razón. Debemos encontrar otro lugar en el que ocultarnos. –Pensó Selphie.
El trío de Twilight Town respondieron al unísono: ¡Nuestro nuevo asentamiento de la pandilla!
Todos los miraron intrigados.
-Cerca del lugar de siempre encontramos un nuevo edificio abandonado en el que nadie suele aparecer ni de día ni de noche. Así que lo usamos como nueva base de operaciones – Comenzó a explicar Hayner.
-Pero por el momento, pensamos que era mejor mantenerlo en secreto. –Prosiguió Pence.
-¿Incluso de mí? –Pronunció Roxas a duras penas.
-Es que no sabríamos si al final podríamos usarlo o no. Y como últimamente Seifer te vigilaba tan de cerca… no queríamos que se adueñara de él. – Trató de disculparse Olette.
-Bueno, sea como fuere, será mejor que nos pongamos en marcha. – Concluyó Wakka. –Pronto será hora de dormir y será peligroso estar por aquí.
Nuevamente el grupo se puso en marcha al nuevo asentamiento. La planta superior habían algunas estancias que perfectamente eran utilizables como habitaciones para reposar. Algo descuidadas a causa del abandono y la falta de limpieza, pero acogedoras después de todo.
-Hoy ha sido un día muy duro. Será mejor descansar. – Opinó Olette sabiamente.
Nadie contradijo la opción, pues todos estaban exhaustos de tantas emociones. Así que nuevamente nos dividimos en pequeños grupos (básicamente chicos y chicas… para mi mala suerte) y nos repartimos por las diversas habitaciones, tomamos las pocas mantas y colchones que allí había y nos apañamos un buen lugar de descanso. Tomé el lugar frente a una ventana, al lado de Olette. Las chicas se pusieron a comentar todo lo ocurrido ese día. Yo mientras tanto, permanecía en silencio, sumido en mis más profundos pensamientos… Y en él… Ojala pronto terminara esta pesadilla… Busque en las estrellas la respuesta a todas mis dudas… pero sólo lograba encontrar nuevas incógnitas… y su rostro resplandeciente… desvaneciéndose ante mí como aquella vez. Poco a poco fui oyendo los murmullos y risas apagadas de las chicas más y más lejanos… Hasta que mis ojos cedieron al enorme cansancio y las estrellas se difuminaron ante mí y caí sumido en un sueño profundo y reparador… Que no duraría mucho. Tuve un sueño un tanto extraño: Volví a soñar que volvía a ser yo mismo, con nuestro pasado, su llegada a la Organización… y tantas otras cosas… Pero todo pasó tan rápido que me resultó muy confuso… Y de repente oí un grito ahogado, que se hacía cada vez más y más audible… ¿Roxas? ¿Estaba en apuros? No… no puedo alcanzarle… no… Roxas… ¡ROXAS!
-¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAA! –Gritó alguien a mi lado.
-¡ROXAAAAAAAAAAAAAAAS!- Grité al unísono.
-¡UN PERVERTIDO! ¡UN PERVERTIDO! ¿¡QUÉ LE HAS HECHO A ALEX!? –Olette parecía realmente furiosa, no entendí nada, todo me daba vueltas y comenzaba a encontrarme fatal. Retrocedí sin pensarlo.
-¡TRÁELA DE VUELTA! ¡YAAAA! –Comenzó a atizarme con la almohada ante la mirada atónita del resto de chicas y el asombro de Naminé. Su mirada logró confundirme aún más. No sabía qué estaba pasando. Tratando de evitar el bullicio retrocedí aún más, sin caer en la cuenta de que me había quedado en el filo de la ventana. Y de que ya no podía volver atrás. Me miré las manos: Estaban extrañamente más grandes que antes… Y mi pecho no abultaba…
-¿¡Pero qué demonios…!? –Me asusté. Pero era demasiado tarde, mi cuerpo se precipitó al vacío. -¡AAAAAAAAAAHHH! – Se oyó un golpe seco parado por algo espeso. No sabía dónde me encontraba ni cómo salir de ahí. Sólo sentía un enorme ardor por todo mi cuerpo y unos mareos y dolores me azotaban.
-¿¡Quién anda ahí!? –Salió Hayner armado con un simple bate de Struggle. -¡Sal de donde te escondas, pervertido! ¡Estás rodeado!
Roxas y el resto de chicos salieron tras de sí, alarmados. Y fueron a los matorrales con precaución, a ver de quién se trataba. Roxas fue el primero en mirar.
-¿Alex? ¿Qué haces aquí?
Me sorprendí. ¿Acababa de llamarme Alex? ¿Qué estaba pasando aquí?
-No lo sé… Sólo sé que me caí de la ventana… -Respondí sujetándome la cabeza dolorida por el impacto.
-Ya veo… -Se arrodilló frente a mí para supervisar mi estado. –Dime, ¿Has visto a algún tipo sospechoso por aquí? ¿Te ha hecho algo algún individuo?
-N-no… Yo… no lo sé… estoy muy confundida… Pero aquí conmigo no ha estado nadie…Yo estaba durmiendo tranquilamente en el cuarto hasta que Olette me ha despertado con sus gritos… - Todos miramos a ambos lados de la calle: estaba totalmente desierta.
-Qué extraño… -Pence estaba pensativo.
Las chicas se asomaron desde la ventana, intrigadas.
-Olette, ¿estás segura de que viste a un hombre? –Le preguntó Hayner.
-¡Claro que sí! ¡Era mucho más alto que nosotras! ¡Y adulto! ¡Y tenía una mirada que no ofrecía nada de confianza!... ¡Era una mirada de pervertido!
-Pues has debido soñarlo... Aquí sólo estamos nosotros y Alex… -Señaló Roxas.
-Pe… pero si… Todas lo vimos, ¿no?-Preguntó Olette al resto de chicas.
-No te lo podríamos confirmar… No parabas de atizarle a la cabeza con la almohada… -Dijo divertida Selphie.
-Lo has debido soñar, Olette… Yo sólo vi a Alex asustada medio dormida tratando de huir de tu ataque psicópata... –Pronunció tranquila Naminé.
-Será mejor que nos vayamos a dormir… Demasiadas emociones ya nos desbarajustan nuestras mentes… -Bostezó Wakka.
-Pe… Pero… ¿Lo habré soñado de verdad? –Se preguntó confundida Olette, mientras se iba a su colchón.
Subí las escaleras despacio, aún mareado y entré en la habitación, ante la mirada atónita y extrañada de las chicas, igual que la mía. Me acosté confundido. No entendía nada. Yo vi también lo mismo que Olette. ¿Acaso despertado súbitamente por ella, había visto las cosas que ella había querido ver? ¿O realmente algo extraño acababa de suceder esa noche? ¿Había tenido que ver ese sueño misterioso? ¿O todo era obra de la casualidad?

Continuará…

Fin del capítulo 9
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Mensaje  HinaTari Vie Ago 01, 2008 2:11 pm

Anta baka -_- la sección de Fanfics es la UNICA que obsoleta la norma xD
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Mensaje  Axel Dom Ago 03, 2008 6:03 am

((Gome Hina, no estaba del todo seguro de esta norma ^^U Perdona mis constantes despistes =.=U últimamente estoy en todas partes y en ninguna... En fin, os dejo con el último hasta el momento capítulo acabado. Sigo trabajando en el 11, ya lleva 12 páginas, intentaré terminarlo mañana para todos vosotros ^^ Hasta entonces, disfrutad con el 10! Felices vacaciones!!! >w<))

CHAPTER 10


“Don’t leave me”


Era una extrañamente calurosa mañana de otoño, desde hacía horas, todo se había sumido en la calma más absoluta. Toda la ciudad amaneció con una débil neblina que cubría cada calle, cada pared. Pese a todo, el sol lucía con radiante fuerza en el horizonte. Sí, hoy podría haber sido uno de esos días aburridos y monótonos de los que tanto me gustaba recordar, pero desgraciadamente para mí, hoy precisamente no estaba en uno de esos días. Pese a todo, no había hecho más que empezar…

-¡HOY ES DÍA 1! ¡H OY ES DÍA 1! ¡¿CÓMO HE PODIDO OLVIDARLO?! ¡ESTO ES UN COMPLETO DESASTRE! – Un gran alboroto se formó en la habitación. - ¡¿PERO QUÉ HACÉIS DURMIENDO TODAVÍA?! ¡¡ARRIBA TODO EL MUNDO!! ¡¡ES UN CÓDIGO ROJO!!

Unos pasos corrieron hacia la habitación, o eso me pareció oír. Yo y mi negativa de abandonar mi sueño no cedían a los gritos. La puerta se abrió.

-¿¡Pero qué carajo es todo este escándalo!? ¡INTENTABA DORMIR!

-¡HA SIDO CULPA TUYA, PEDAZO DE ALCORNOQUE! ¡Mira que olvidarte de un día como hoy!

-Sea lo que sea, no soy el único que se olvidó… - Dijo con una mirada mezcla de reproche y orgullo entintado de satisfacción.

-¿Qué sucede de buena mañana…? –Se asomó por la habitación una cara igual de familiar que su voz. –Apenas he dormido hoy… -Bostezó. Una mezcla entre disimulo y descaro se reflejó en mi rostro mientras le observaba atentamente. Aún llevaba su pijama puesto, y la verdad es que estaba muy sexy. Divertido, sonreí maliciosamente al ver que se me había quedado mirando pero que avergonzado había apartado la mirada, que ahora dedicaba su atención a la discusión protagonizada por Hayner y Olette.

-Opino lo mismo… -Asomó la cabeza de Seplhie por entre las sábanas.

-¿¡Alguien de esta habitación puede decirme qué día es hoy!? –Espetó Olette que ya no podía aguantar esa situación de ansiedad. Roxas reflexionó como de costumbre y al momento cayó en la cuenta, palidecido.

-Día 1 de Octubre…

En la habitación reinó un silencio circunstancial, en la que todos parecían estar angustiados. Por entre el rabillo del ojo, entreví que los allí presentes se miraban unos a otros. Al momento, la tormenta estalló.

-¡LLEGAMOS TARDE A NUESTRO PRIMER DÍA DEL INSTITUTO! –Con ese grito desperté lo poco que me faltaba mientras el resto corría a mí alrededor y por todos los puntos de la habitación menos Roxas, que se había quedado conmocionado en el umbral de la puerta. Fui hacia él y le tomé de la mano.

-¡Desayunemos! –Le dije sonriente mientras lo arrastraba tras de mí.

A los pocos minutos todos estaban engullendo su desayuno mientras yo interrogaba a Roxas sobre el “Insti”.

-Y entonces los profesores te enseñan temas…

-Mejor di que te taladran la cabeza con sus discursitos… -Masculló Hayner, comiendo a toda prisa.

-Y te mandan deberes y exámenes… -Terminó Roxas mientras vigilaba a Hayner que estaba a punto de atragantarse.

-¡Puedes hacer muchos amigos! – Sonrió Kairi.

-Y ligas si te lo propones – Se enorgulleció Tidus.

-¡En tu caso diremos que te ligan, y eso con suerte! –Le sobó Wakka la cabeza a Tidus, riéndose.

-Mmmmh… -Me quedé pensativo. No recordaba haber estado nunca en un lugar como ese… No recordaba mucho más allá de mi ingreso a la Organización. Pero recapitulando hechos anteriores, no me confiaba demasiado de que esa institución pudiera mantener a Roxas a salvo. Vale, lo admito, no me fiaba un pelo de sus compañeros ni compañeras… siempre me ha gustado tenerlo cerca y vigilado, casi desde que lo conocí, ese recelo siempre ha prevalecido dentro de mí.

-Creo que me apunto, parece muy divertido -Naminé estaba radiante esa mañana. Eso aún me hizo sentir más recelo, de acuerdo. A veces creo que soy bastante patético…

-¡Pues yo también! – Me levanté de golpe de la silla. Todos se me quedaron mirando. – Es que... Roxas… no estás en plena forma y quiero vigi… digo… me gustaría poder ayudarte en lo que fuera posible.

Hayner tosió de forma brusca. Sé que lo hizo para desautorizarme, pero no me amilanó lo más mínimo.

-Pero no estáis matriculados… -Objetó Olette.

-No creo que eso sea problema alguno. –Demyx hizo acto de presencia. –¡Nos apuntamos y listo! ¡Decimos que somos nuevos en la ciudad, nunca rechazan alumnos que se acaban de mudar! Además, tengo curiosidad por ver cómo va todo ese rollo del “Insti”.

-¡Perdedor el último! –Hayner se perdió calle abajo.

-Siempre igual con las dichosas carreras… -Suspiró Olette.

-¡Me apunto!- Le siguió Tidus.

-¡Espera Tidus, yo también voy! –Le siguió de cerca Wakka.

-¡No me dejéis tirada! –Se quejó Selphie.

Roxas no pareció inmutarse.

-¿No corres? –Le sugerí.

-Creo que hoy paso. – Me sorprendí ver como usaba algunas de mis frases y no fuera capaz de recordarme. La vida es una paradoja, me dije. – Aún me molesta bastante la cabeza… Hoy no pude dormir demasiado…

-Entiendo… ¿Has averiguado algo nuevo?...

Negó con la cabeza, algo cabizbajo y preocupado.

-Tranqui, no va a pasar nada malo, con tantos “seguratas” ¿qué te podrían hacer? –Bromeé, pero ni yo mismo sabía qué peligro nos acechaba en la próxima esquina, ni siquiera podía sentirme seguro de mis afirmaciones, pero me había propuesto animarle, y eso es lo que haría.

-No sé qué haré con mi instituto… -Se preocupó Kairi.

-Ni siquiera sabemos si la isla seguirá allí… -Concluyó Demyx. –Sé que es duro, pero no vale la pena preocuparse por algo que de momento no está en nuestras manos. ¡Vive el momento! Pues, no sabes qué futuro te deparará mañana…

Naminé le observó con una triste sonrisa.

El edificio era mucho mayor de lo que imaginaba. Pisos y grandes paredes con múltiples ventanas se alzaban ante nosotros, imponente. El edificio, de tonos anaranjados como el resto de hogares lugareños, nos daba la bienvenida a un nuevo curso escolar.

-¿Ya habéis pedido los nuevos uniformes?- Se aventuró a preguntar el siempre agudo Pence.

-¿Uniformes? ¿Aquí también? –Repliqué sin pensar.

-¿Aquí también? –Se extrañó Olette. – En la gran mayoría de institutos se usan uniformes, ¿qué tiene eso de raro?

La campana del colegio sonó.

Demyx pasó por mi lado poniendo su mano en mi hombro y susurrándome: Salvado por la campana, chaval.

-¡Deprisa, a cambiarse! –Se adelantó Olette entre la multitud.

-Venid conmigo, os mostraré donde conseguirlos. –Nos indicó Roxas.

-Este chico, tan eficiente como siempre –Se sonrió Demyx.

Roxas no le hizo demasiado caso y nos condujo a la cola, donde Hayner, Tidus y Wakka estaban a la delantera. De entre la cola se acercaron un grupo empujando al resto.

-¡Abrid paso al justiciero de la ciudad! –Resonó una voz fastidiosamente familiar. -¡Seifer, El Campeón!

-¡Sí, el campeón de los cretinos! –Le desafió Hayner. - ¡A hacer la cola como todos, listillo!

-¿¡A quién llamas cretino, cojo!? –Seifer alzó su puño desafiante.

-¡Me encuentro perfectamente gracias! ¡Si quieres lo comprobamos ahora mismo! ¿Quieres ver como ensarto mi pata “coja” en tu pedante trasero?

-Haya paz… -Se acercó una hermosa pero estricta joven. –Seifer, que seas uno de los delegados del nuevo curso no te autoriza a poner tus leyes aquí y a Hayner tampoco se le autoriza pasear su chulería por nuestros pasillos. Así que a hacer cola como personitas civilizadas que somos, ¿de acuerdo? O tendré que usar otros “modales” menos agradables…

-¿Quién es esa? –Le susurré a Roxas.

-Ni idea, no la he visto en mi vida. Creo que es una profesora nueva.

-Espero que no la tengamos de tutora. Se ve muy severa. –Se amilanó Pence.

-Vamos, no será para tanto, no parece tan terrible… - Trato de animar el ambiente Kairi.

-Por si acaso no me apostaré un helado de sal marina. –Sentenció el muchacho.

Y el turno nos llegó…

-Veamos… Alumno Roxas. Bienvenido. Talla… ajá… muy bien, aquí tiene. Pantalones, camisa, corbata y chaqueta. Uniforme deportivo y calzado. Siguiente… ¡Vaya! Una nueva alumna a matricular… ¿Nombre por favor?

-Ax…Digo... ¡Alexia! A-L-E-X…

-Sé escribir gracias… estamos en un colegio.

-Sí, eso veo…-Respondí todo lo antipático que pude.

-¿Dijo usted algo? –Respondió la anciana secretaria mirando por encima de sus pequeñas gafas.

-No… Nada… - Naminé me miraba con cara represiva. “Compórtate, hombre…” –Leí en sus ojos.

-Talla… vale… Su uniforme de camisa, corbata chaqueta y falda.

-¿Perdón? ¿Falda? Yo no vi que al anterior alumno le entregaran falda…

-Exactamente, porque da la casualidad de que el anterior alumno es eso, A-L-U-M-N-O. Y yo no veo que usted lo sea.

-No me lo puedo creer, ¡eso tiene un nombre y se llama sexismo!

-Le diré yo lo que es… ¡es una norma implantada por esta noble institución desde su creación que una nuevA alumnA como usted no va a cambiar ahora porque le parezca inapropiado incluir en su vestuario que por lo que se ve poco femenino, una simple falda! Y si no le parece bien, el mundo es muy grande.

En vista de que esa batalla de momento la tenía perdida, opté por la única solución que me quedaba la rebelión en silencio.

-Entonces… ¡Déme la talla más pequeña que tenga! –La miré desafiante.

-Como quiera… los días de viento será mejor que se quede reposando en su casita con su vergüenza.

-Más quisiera… -susurré. Roxas me miraba casi suplicante. –Déjalo ya Alex y vamos a cambiarnos, que llegamos tarde nuestro primer día…

Me marché de allí muy indignado hacia el vestidor, con Roxas bastante avergonzado y Olette tratando de calmarme. Buscamos nuestro casillero. Me eché a reír. El VIII… El destino es muy caprichoso… hubiera apostado toda mi cabellera a que el suyo era el XIII y no me habría equivocado. Corrí a ponerme el uniforme escocés anaranjado, a juego con el estandarte de la ciudad a la que representaba. Falda, corbata y camisa con capucha a juego. Calcetines y zapatos. Ya estaba listo. Me dirigí corriendo a verle a él. Me esperaba en la puerta con esos pantalones a cuadros, esa camisa y esa corbata que tan bien le sentaban. Me quedé tan absorto que apenas di importancia al hecho de que evitara todo el rato mirar hacia abajo. Quizás sí me quedaba algo corta.

-Te queda bien… -Dijo casi en un susurro.

-¡Gracias, a ti también, mucho mucho! –Le guiñé un ojo. Tratando de cambiar de tema, preguntó por Olette. –Debe de estar a punto de salir. ¿Quieres que la esperemos?

Asintió. Más tarde, todos nosotros habíamos ocupado nuestros lugares. Roxas estaba en la ventana en la tercera fila Y a su lado estaba yo. En la primera estaba Olette, en el medio. A ambos lados tenía a Kairi y a Naminé. Al lado de Kairi estaba Selphie y al otro extremo estaba Viento. Este simple hecho explicaba que las chicas siempre nos superaran en la nota. Tras Naminé estaba Demyx, delante de mí. Pence estaba tras de Olette y Tidus tras Seplhie. Wakka estaba tras de Kairi y por último, Trueno estaba tras Viento. A mi otro lado estaba, cómo no, Hayner. Tras de Hayner estaba Seifer vigilándole de cerca, apoyado por Vivi que se sentaba a su lado. El resto de pupitres eran ocupados por el resto de alumnos excepto unos pocos reservados para posibles nuevos alumnos que se unieran a mediados del curso. Todos charlaban alegremente o se pasaban el rato amenazando y discutiendo como era el caso de Hayner, demasiado ocupado discutiendo con Seifer para rebatirme su derecho a ocupar mi pupitre al lado de su mejor amigo. Como es lógico, no oímos la palanca accionada de la puerta que se iba entornando, dejando paso a una figura alta y esbelta que desfilaba frente a nosotros, serena y segura. Dejó una carpeta y unos cuantos libros sobre su escritorio y se puso frente a nosotros, para presentarse. Entonces la reconocí. Era la misma mujer que había visto en la cola de secretaría. Vestía un traje chaqueta naranja rojizo muy elegante, a conjunto con una pinza que recogía su largo cabello dorado, dejando dos largos mechones a cada lado. Su bello rostro de porcelana tranquilo no presentaba ninguna impureza, y sus ojos tras sus elegantes lentes no conocían la duda. Sonrió levemente y al final habló de nuevo.

-Buenos días a todos. Como debéis de suponer, yo seré vuestra nueva tutora durante todo este curso y quién sabe el siguiente. Mi nombre es Quistis Trepe y soy nueva aquí. Pero no os preocupéis, nos iremos conociendo poco a poco. Espero que mi estancia aquí sea de lo más agradable y poder compartir mi sabiduría con todos vosotros. Por supuesto, espero de vosotros dedicación, disciplina y entrega. Y no toleraré más excusas de las necesarias, ¿entendido? Sólo la enfermedad y el fallecimiento propio y/o de algún familiar contarán en mi lista de evaluación, que será trimestral. Bien, ¿alguna pregunta hasta aquí?

Todos estaban tan impactados, tal vez por su gran belleza o su gran severidad en sus palabras que nadie se atrevió a contradecirla. Así continuamos el resto de la mañana, trabajando en silencio y prestando atención a sus lecciones, casi hipnotizados, y es que conseguía levantar verdadera expectación allá donde pisaban sus solemnes pies. Aunque había un embrujo que ejercía en mí mayor poder que cualquier otro, y estaba a mi lado, a veces tomando apuntes, a veces levantando su mano y formulando preguntas, a veces distraído mirando a través de la ventana. A ratos notaba como se sujetaba su frente sudorosa y dejaba escapar una leve mueca de dolor. Eso no paraba de darme vueltas en mi cabeza. Me tenía seriamente preocupado, porque sospechaba que sabía a qué se debía… y no me gustaba nada. Entonces un papelito cruzó mi pupitre y vi como Demyx se giraba hacia delante apresuradamente. Lo abrí y lo leí.

“Naminé y yo te esperamos a la hora del patio. Tenemos que hablar. Ni palabra a Roxas.”

Me quedé mirando a Demyx. Aún alucinaba al ver con qué facilidad había podido entrar en nuestro curso. Por increíble que parezca, a él le sigue funcionando el cuento de repetidor… de varios cursos claro. Supongo que sólo hace falta mirarle para no hacerle más preguntas.

((Sigue en el siguiente post))
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Dom Ago 03, 2008 6:15 am

((Continúa))

Y así y asá llegamos a la hora del patio tan ansiada por todos. Un islote de libertad en un pequeño mundo reglado por los cuatro costados. Roxas me comentó que se sentía algo mareado y me comentó si quería acompañarle a un sitio tranquilo. Ante mi pena y mi frustración tuve que negarme, prometiéndole volver lo antes posible. Lo entendió y con una media sonrisa, siguió al grupo de Hayner. Seguí al rincón más apartado al melodioso y a bruja blanca. Miramos a nuestro alrededor para asegurarnos la privacidad y acto seguido nos dispusimos a conversar. Ambos me miraron muy serios.

-¿Aún no te has dado cuenta? – Me miró incrédulo Demyx. –Viniendo de ti, me parece realmente sorprendente.

-¿De qué? ¿Hablamos de mí o de Roxas?

-Todo se auto relaciona. –Aclaró Naminé.

-Pues, a decir verdad, tengo varias preguntas que haceros desde hace varios días. ¿Qué carajo me está pasando últimamente y qué le pasa a Roxas en su cabeza? Por poner un ejemplo.

-Si te refieres a lo ocurrido en Destiny Islands, tiene su explicación lógica. Pensaba que era evidente. –Se extrañó la muchacha.

-Sencillo: Felicidades Axel, has roto tú solito tu primer sello. –Me felicitó el citarista.

-¿Mi primer sello?... Entonces esas fiebres, el fuego… todo… ¿fue porque he liberado parte de mi poder?

-Me alegra de que lo pilles.

-Pero… ¿Cómo…?

-Te dijimos claramente que entrenaras. – Explicó Naminé. -¿O acaso no creías que el Struggle no era un tipo de entrenamiento?

Eso comenzaba a aclarar los hechos.

-Además, empleaste tu poder fuera del alcance de Roxas, así que funcionó como debía. –Matizó la chica. –Tu esfuerzo por protegerle, tu estado crítico de supervivencia y tu entrenamiento tuvieron un gran papel en todo aquello. Y aún mantengo la hipótesis de que ese templo dedicado al Sol tuvo algo que ver… Pero necesito recoger más información para contrastarla. Pero no te confíes demasiado, recuerda que esto es sólo el primer paso.

-Lo sé, lo sé… Pero… ¿y mis chakrams?

-¿Realmente creías que podrías invocarlos a la primera de cambio? Tienes mucha fe, Axel. Como siempre. –Sonrió divertido Demyx. –Te hará falta más que un par de combates deportivos, para invocarlos. Confórmate de que puedes conjurar tu elemento, que ya es mucho.

-Sí, ya…No obstante, eso no explica lo de esta noche. No lo soñé, ¿verdad?

Naminé y Demyx se miraron al unísono y después me miraron a los ojos.

-No, directamente no tiene que ver con el Struggle… Y tampoco fue un sueño –Aseguró Naminé. -Fue tan real como que estoy frente a ti.

-¿Entonces?...

-Tiene que ver con su memoria. Su memoria te transformó. –Mi rostro se iluminó. – No, no, Axel, no te confundas. Él aún no te recuerda. Pero un agente externo está influyendo en su mente. Por eso siente esos dolores tan agudos. Alguien lo está distorsionando. Y como tu maldición está completamente ligada a su memoria, te afecta directamente. Por eso sólo te transformaste momentáneamente. Pero no descartamos la posibilidad de que vuelva a ocurrir. Así que debes estar atento para ocultarte en caso de que fuera necesario. No quiero ni imaginar qué pasaría si te descubrieran con tu aspecto original.

-Me acuchillan fijo… -Dije en un tono fastidioso.

-Yo tampoco descarto que a medida que vaya recuperando su memoria original, tus cambios sean más bruscos, así que mantén los ojos abiertos. –Me aconsejó Demyx.

-Es decir, que la “migraña” de Roxas, a la vez me ayuda y por otro lado me lo pone más difícil… Qué gran consuelo… Aunque se siente bien cuando vuelves a ser tú… Es como volver a tu viejo hogar… Aunque no recordaba que doliese tanto recuperar tu antigua fuerza.

-No olvides que estás en un cuerpo que no es el tuyo. No ofrece la misma resistencia ni capacidades que el anterior.

-Ya ya… debo vigilar con eso también… Al final me tendré que hacer una lista de prohibiciones como la de la profesora… Pero a lo que yo quería llegar... Roxas. Él no va a desaparecer en el cuerpo de Sora, ¿verdad? Dime que no Naminé.

-Eso no puedo asegurártelo… Todos los incorpóreos buscamos como finalidad estar completos… Pero Roxas es tan diferente a lo establecido… Que con él, nada es seguro…

-¡Me da igual, no pienso permitirlo! -Dije apartándola de mi camino.

-¡Pero Axel…!

-¡Si realmente quieres a alguien, luchas por su felicidad! –Le dije antes de desaparecer por entre los alumnos que correteaban por el patio.

-Exactamente Axel…-Murmuró Naminé, cuando ya no podía oírla. – La felicidad ajena… no la propia…

Demyx apoyó una mano en su hombro para reconfortarla.

Mientras tanto, yo me movía por entre el gentío buscando a Hayner y al resto. Los descubrí jugando a peleas en un trozo del patio.

-Hayner, ¿está Roxas con vosotros?

-No, se ha marchado hace un rato diciendo que se encontraba mal y que se iba a la enfermería.

-Vale –Salí disparado al edificio.

-¡No me lo agradezcas, no! –Pero yo ya no le prestaba atención, sólo podía pensar en él. Sin querer tropecé con un grupito de chicas que reían y comentaban quisquillosamente. –¡Vaya, pero mirad quién ha venido! ¡La chica nueva!

-No tengo tiempo para hablar, ¡así que abridme paso!

-¿Esas son maneras de pedir las cosas? ¿No tienes bastante con adueñarte de Roxas todo el día?

-¿Qué?

-No te hagas la tonta, con nosotras eso no funciona. Que sepas que nosotras estábamos aquí mucho antes que tú y no te permitiremos que te salgas con la suya y le monopolices. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

-Mirad, no tengo tiempo para perderlo con tonterías como esas, así que ahí os quedáis… -Me adelanté, pero me cerraron la puerta en las narices.

-De aquí no te mueves. Sabemos perfectamente que vas a la enfermería a verle. Pues que sepas que una de nosotras ya fue a la enfermería y la enfermera de guardia le dijo que se había marchado a su casa con una ligera fatiga y bastante fiebre.

-¡Eso me da igual! ¡Dejadme pasar de una vez, presumidas pesadas! ¡O entonces veréis por qué gané el torneo de Struggle!

-No sé qué habrá visto en ti, el pobre. Con esas pintas tan exóticas y esos malos modales… Antes pasarías por un chico que por una chica. Seguro que es víctima de algún embrujo de los tuyos, demonio.

-Si ya claro… Gracias por los piropos pero si queréis otro día nos quedamos otro rato hablando y os cuento como me lo monto con él cada noche… en su cama.

Se quedaron tan crispadas y de piedra que al fin pude deshacerme de ellas. Sólo era una mentira (por desgracia para mí…), pero ellas no lo sabían. Les estaba bien empleado… ¿Qué se habían creído?...
Traté de centrarme en mi verdadero objetivo, que era encontrar a Roxas, así que raudo llegué a nuestro nuevo hogar. Registré la casa de arriba abajo, le llamé innumerables veces, pero el silencio fue la única respuesta. Me estaba volviendo loco por momentos y para colmo de mi mente se apoderaba también un dolor enorme. ¿Tendría que ver este repentino dolor con el sufrido por Roxas y con todo lo acontecido? No me pareció una buena señal así que busqué con más ahínco por toda la ciudad, incluso en la estación central, pero no obtuve mejores resultados… Ya no sabía por dónde mirar… y a cada momento las posibilidades de encontrarle disminuían. Hasta que de pronto tuve una visión. Sin pensármelo dos veces y más asustado que nunca, corrí como el viento.

-Por favor, que no sea demasiado tarde… por favor… Roxas…

“Tengo lo que buscas, pequeño…”

-¿Lo que busco?

“Sí, las respuestas a todo lo que has estado preguntándote durante tanto tiempo”

-¿Mi corazón?

“Exacto. Tu corazón y todo lo que tu ser representa. Ven a verlo por ti mismo a la Mansión abandonada y tu dolor cesará para siempre”

-Mi dolor… Debo ir. Debo aclararlo todo de una vez por todas… Debo saber por qué me persiguen esos sueños…y esos seres… esa voz en mi cabeza que me llama… y esta extraña arma denominada Llave Espada… Debo saberlo, debo saber la verdad de una vez por todas. –El joven fue tambaleándose al centro de la ciudad, ayudándose por uno de los tranvías que ahí pasaban, agarrándose como pudo a su barandilla externa cuando pasó por su lado. Su traqueteo lo hubiera adormecido de no ser por que creía que su cabeza le iba a estallar. Buscaba algo entre el paisaje que vislumbraba, pero no alcanzaba a averiguar de qué o quién se trataba. De repente, oyó unos gritos lejanos que le llamaban, pero cada vez los sentía más y más remotos. El tranvía paró con una gran sacudida y su cuerpo se tambaleó hasta el suelo y cayó de bruces ante lo que parecía una gran brecha en la pared. Ese lugar le era extrañamente conocido, y no precisamente por haberlo pisado ayer. Angustiado y con una fuerte duda en su interior, atravesó el umbral. El gran bosque del otro día lo envolvió bajo su sombra. Al instante, sintió un frío helador y supo enseguida que no estaba solo. Unas sombras le seguían deslizándose sinuosamente por la hierba. Invocó la Llave Espada al primer indicio de peligro y con su luz, iluminó el camino que le condujo a la Mansión. Nunca miraba atrás, pues estaba seguro que, de haberlo hecho, no habría podido seguir adelante. Algo le punzó en el pecho. Esa sensación ya la había notado antes… ¿Había sido real? Tuvo tentativas de mirar tras de sí, pero algo en su cabeza le dijo que no lo hiciera. Atravesó una vez más la verja, tras la que vino el porche y el umbral de la puerta que predecía al salón del caserón.

“Bienvenido a mi “humilde” hogar, Elegido.”

-¿Cómo sabes que soy el Elegido?

“Y aún sé más cosas sobre ti, joven muchacho llamado Roxas… Pero todo a su tiempo. Dirígete a la biblioteca. Bajo las escaleras, encontrarás las respuestas a todo lo que has estado preguntándote desde que viste la luz de sol por vez primera. No te detengas ante nada ni nadie.”

-Pero…

“Siempre se ha de pagar un precio para saber la verdad absoluta, Roxas. Pero no temas, no va a pasarte nada… malo.”

Mientras tanto…

-¿Alguien sabe que le ha pasado a Roxas? –Preguntó la profesora Trepe tras el descanso matutino.

Hayner levantó la mano.

-¿Sí, Hayner?

-Me comentó que no se encontraba muy bien y fue a la enfermería.

Otra alumna levantó la mano.

-Yo vi cómo recogía sus cosas y se marchaba del pueblo. Posiblemente la enfermera lo mandara a casa.

-Ya veo, ¿Y alguno sabe qué ha sido de Alexia?

Hayner y la alumna reiteraron de nuevo con la mano alzada.

-Fue a acompañar a Roxas seguramente, señorita. – Contestaron al unísono.

-Está bien, por esta vez están disculpados. –Borró una nota de su lista. –Espero que no se repitan las faltas. Ahora debo salir un momento. Comiencen a leer la segunda lección, página diecisiete.
Una vez la profesora hubo salido del aula, la polémica estuvo servida.

-Seguro que han hecho una huída de amantes, ¡qué romántico! -Exclamó soñadora Selphie. –Yo también quiero…

-¿Cómo van a ser amantes? –Dijo Hayner.

-¿Y por qué no? Yo creo que hacen una bonita pareja. –Le qüestionó Olette.

-Chicas… Siempre pensando en lo mismo… -Murmuró el chico por debajo.

-¡Como esa pelandusca se le ocurra ponerle una sola mano encima a nuestro Roxas, lo pagará! –Gritó la chica de antes, portavoz de la comitiva pro-Roxas.

-¡Más quisiera tener tanta suerte el perdedor ese!- Grito otro chico, que calló su comentario al ver la mirada furtiva de Seifer.

-¡La pelirroja es mía así que ni una palabra sobre ella!

-Esto se está convirtiendo en una auténtica locura… -Se lamentó Pence.

Demyx reía divertido: Quién lo iba a decir que esos dos fuera de la organización la liaran igual… ¡Si es que allí donde pisan, triunfan!

-Eso no ha tenido gracia, Demyx… La cosa se pone seria y tú bromeando- Le recriminó Naminé.

-No querrás que me eche a llorar, ¿no?

-En vez de pensar en lo esencial… -Le interrumpió la voz alterada de Hayner. -¿¡Pero no veis que Roxas lleva toda la mañana encontrándose así!? ¿No os acordáis de ayer? –Todas las miradas se tornaron hacia él, inquisitivas. Olette hizo un ademán de que cerrara la boca. Hayner se calló con la frente impregnada de sudor helado.

Pence les hizo señas de que les siguieran a la salida. La muchacha incordiosa se levantó de golpe de su pupitre.

-¡A la profesora no le gustará nada que abandonéis la clase de ese modo!

-Tampoco creo que le guste tener chivatos en ella. – Resopló Selphie, cansada de oír su timbre de voz clavándose en su oído. Dicho esto, el grupo salió de la clase en silencio, mientras en la clase reinaba el caos absoluto. Recorrieron todos los pasillos hasta la salida, escondiéndose y camuflándose en cada rincón para no ser vistos. Una vez fuera del instituto, pudieron hablar en libertad sobre lo ocurrido.

-A ver, resumiendo: Roxas ha sufrido una recaída y se fue a casa -Trató de aclararse Tidus.

-No creo que esté en casa… Alex no hubiera tardado en volver. – Comentó Olette.

-Tienes razón, Olette. Roxas y Alex no están allí. Han vuelto a la Mansión. –Cercionó Naminé. –Lo sé porque era lógico que tarde o temprano acabaran volviendo al lugar en el que Roxas presiente que tiene que ver con todo lo que le está sucediendo últimamente.

Todos se miraron. Las palabras de Naminé eran muy ciertas, y si era así no debían perder más tiempo, porque la situación se estaba volviendo peliaguda por momentos. Debían actuar, y cuánto antes mejor. Así que unieron fuerzas y echaron a correr de nuevo al viejo pero misterioso lugar.


((Última parte en el siguiente post))
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Dom Ago 03, 2008 6:26 am

((Continuación y fin del cap. 10))


En la Mansión…

-Lo sabía… la verja está entornada. –Dije mientras deslizaba uno de mis dedos por una delgada columna metálica que componía el conjunto. –Debería haberlo imaginado…

-Quizás por eso mismo lo perdiste hace unas semanas. Siempre cometiendo los mismos errores… - Una sombra cobró forma ante mis ojos. Lucía un uniforme de la Organización, pero no hablaba ni caminaba como ningún miembro conocido por mí.

-¿Quién eres?

-¿Qué tiene eso de importante ahora? Lo preocupante ahora mismo es la situación en la que te encuentras.

-Déjame pasar, no tengo tiempo para acertijos. –Pasé con paso envalentonado por su lado, cuando veloz me apresó un brazo.

-Me temo que no puedo hacer eso. Roxas ha de volver a su “hogar”, tiene una misión importante que cumplir, y ni tú ni nadie puede interferir.

-Pues entonces no me dejas alternativa. –Le miré ferozmente. Iba a comenzar una batalla magistral entre nosotros, aunque yo por desgracia aún estaba en desventaja, pero no dudé en lanzarle chispas ardientes a la cara y zafarme de su yugo. Me retiré y me dispuse a atacarle de nuevo con un ardiente ataque, pero no movió un solo músculo. Esto me dejó chocado y bajé mis manos.

-Antes de seguir… Me gustaría que me dijeras por qué es tan importante para ti ese muchacho. Necesito saber qué motivación tienes para ello… Tú que naciste de la nada y no puedes sentir nada. ¿Por qué? ¿Cómo puede importarte tanto? ¿Qué os liga? No deberían existir esos lazos propios de humanos. ¿Por qué sigues luchando por él, aún arriesgando todo lo que queda de ti? ¿Qué ganarás con ello?

Sonreí con una media sonrisa del que le preguntan algo que es realmente obvio, como por qué el cielo es azul o por qué perseguimos nuestros sueños.

-Déjame que te responda con otra pregunta. Si la persona que consideras tu única familia, tu único motivo por el cual sigues respirando… Supongamos que tienes esa persona. Y estás a punto de perderla… ¿No darías todo de ti por ella? ¿Qué gano con ello? ¿No es motivo suficiente poder verle cada día sonreír? Descubrir cada día un mundo nuevo frente a ella, a pesar de ser el mismo de ayer y el de mañana. ¿Lazos? ¿Corazón? ¿Necesito algo así para que él me importe o me deje de importar? ¿Necesito un motivo como ese para ayudarle? ¿De verdad debo regirme por lo que alguien me diga? ¿O debo seguir lo que mi instinto me dice? ¿Tú que harías?... ¿Le dejarías morir sólo por que alguien te dice que no tienes corazón y no puedes demostrar lo que dices? ¿Crees que a la persona que más te importa necesita que le expliques trivialidades como que no tienes corazón y todo ese montón de falsedades y estupideces? ¿Realmente las palabras y el tener o no tener pueden marcarte cómo debes ser? Entonces es cuando te habrás convertido en una marioneta, humano o incorpóreo.

El individuo no supo qué contestar a eso. La misteriosa espada que empuñaba desapareció de su mano con un suave tintineo.

-Ya me has dicho todo cuanto necesitaba saber. Sigue tu propio camino.

-¿Eh? ¿No vas a enfrentarte contra mí?

-No… De momento. Tengo otros asuntos de los cuales me urge ocuparme. Espero que tengas suerte… Y no vuelvas a perderle, porque quizás ya no puedas llegar a tiempo.

-Un momento, ¿cómo sabías tú eso?...

En ese preciso instante, varios pasos se acercaron tras de mí. Los chicos habían acudido en mi ayuda.

-¡Eh, marimacho! ¡¿Qué demonios haces ahí sin Roxas?! ¿¡Y quién era ese tipo!?

-¡No me llames así, gallina! Y este… -Pero al girarme, había desaparecido. -¡Mierda, se ha ido sin contestarme!

-Hemos venido en cuanto hemos podido –Se excusó Olette, aún tratando de recuperar el aliento.

-Sí, ya… no pasa nada, gracias igualmente. – De repente, sentí un dolor enfermizo y agudo en mi cerebro que hizo tambalearme con una fuerte sacudida. A nuestro alrededor, nuevos umbríos aparecieron a nuestro encuentro.

-Genial, como si no tuviéramos suficientes problemas… -Murmuré.

-¡Alex! ¡Continúa adelante! ¡Nosotros te serviremos de escudo contenedor! –Gritó Hayner.

-¡Haz lo que te dice, Alex! –Le siguió Pence. - ¡Ganaremos tiempo para ti! ¡Vé a por él y tráelo de vuelta!

-Pero sano y salvo, ¿eh? –Me guiñó un ojo Tidus.

Naminé y Demyx me hicieron señas para que no me preocupara, así que sin perder más tiempo, entré en el interior de la casa, tratando de reconstruir los hechos y buscar el camino que me llevara hasta él.

No lejos de allí…

-¿Una habitación blanca? – Lo que surgió a mí alrededor era impresionante. Una estancia plagada de bocetos en una inmensidad pálida inmaculada. Observé algunos en donde aparecía ese misterioso muchacho que rondaba por mi cabeza noche y día. En otros aparecía una joven pelirroja en una playa, tomando lo que parecía una estrella.

-Se parece a… -Busqué en el bolsillo de mi pantalón el fruto que tomé en Destiny Islands. –Vaya… Se me olvidó sacarlo del bolsillo de mi bañador.

Seguí indagando por la pared. En otro boceto, vi a un muchacho rubio, vestido con un largo abrigo negro, tomando de la mano al que parecía ser nuevamente Sora. -¿Quién es ese…? –Una enorme punzada impactó sobre mi cerebro. Una vez más volvía a verme rodeado de oscuridad… Y llovía, llovía mucho. Apenas se veía nada más allá de mis pies. Pero misteriosamente no me mojaba, algo me cubría, pero con tanta negrura no lograba distinguir ninguna parte de mi cuerpo. De pronto, unas luces de neón aparecieron a lo largo de lo que parecía ser una calle. –Es el mismo lugar de la otra vez… ¿Por qué siempre regreso al mismo sitio? ¿Qué se supone que es todo esto? ¿Es real?... ¿He estado aquí antes?... –Y de nuevo, la sensación de sentir unos ojos tras de mí, observándome. Me giré repentinamente, casi sin pensar. Pero no veía a nadie. Pero sabía que no estaba solo. –Sé que te escondes ahí detrás. ¡Da la cara, no me das ningún miedo! –Empecé a correr en esa dirección. Pero justo cuando creí llegar, algo me empujó violentamente hacia atrás, cayendo de espaldas contra el suelo mojado. Cuando abrí los ojos, volvía a estar en la habitación blanca, sólo que tumbado boca arriba. A mi lado, bajo mi mano había otro boceto. Lo tomé en mi mano y en él observé una sombra negra y roja rodeada en vivos colores cálidos. Mis ojos se abrieron mucho, sentí la extraña idea de que ese dibujo contenía todo aquello que yo desconocía y una paz inmensa se adueñó de mí ser, como cuando regresas a tu hogar después de un largo viaje. ¿Qué debía significar ese dibujo? ¿Un símbolo? Traté de pensar, pero cuanto más me esforzaba, más lejana e inaccesible se volvía mi respuesta.

-Supongo que de momento, es mejor centrarse en terminar con lo que vine a hacer aquí. Después podré pensar con más calma. Te guardaré. No creo que nadie te eche de menos. –Lo doble y lo guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta y salí de la estancia. Crucé el pasillo y sentí fuertes golpes afuera. Presentí que debía darme prisa, así que corrí todo lo que pude al otro extremo. Entorné la puerta. Todo estaba igual que cuando lo dejamos. Cerré la puerta tras de mí. Aún no sabía por qué hacía todo aquello. Ni por qué confiaba en esa misteriosa voz en mi cabeza, distinta a la que parecía ser la de Sora. Supongo que en el fondo no tenía opción. Quería llegar al fondo de la cuestión. Y quizás confiar era el único modo de llegar a ello. Así que proseguí mi camino, a duras penas sosteniéndome por las paredes. Estaba realmente al límite. Pero no podía detenerme. No ahora. Me adentré escaleras abajo y crucé el umbral de la sala de ordenadores. Lo que encontré allí me dejó sin habla. Alguien había estado vigilándome a través de todos aquellos aparatos: Fotos, filmaciones, pruebas sobre mí, los lugares donde solía ir, anotaciones sobre los últimos hechos acontecidos en mi vida… todo. Sentí tanta impotencia y rabia que no pude hacer menos que cargar contra todo aquello, para borrar del mapa toda pista sobre mí. Ahora tenía un nuevo motivo para seguir adelante. ¿Quién era ese individuo que sabía tanto de mí? ¿Por qué me vigilaba? ¿Qué derecho tenía? Estaba dispuesto a averiguarlo y pedirle unas cuantas explicaciones. Esto no iba a quedar así. Así que con las pocas fuerzas que me restaban, seguí por un oscuro sótano hasta un pasadizo lleno de objetos enormes de lo que parecían ser cápsulas en forma de huevo. Casi todas parecían estar vacías… hasta que topé con dos de ellas que contenían a dos seres particularmente familiares. Tragué saliva. Sea lo que fuera que me deparaba mi destino, estaba tras esa última puerta. Tenía que ser fuerte, pues ahora no contaba con nadie más que mí mismo, nadie podría acudir en mi ayuda ahora, así que todo dependía de mí. Con paso de lo que intentaba ser firme y decidido, crucé el umbral y lo que allí encontré de nuevo me dejó impactado: Una sala que parecía no tener ni principio ni final, a juego con la salita blanca, guardaba en su interior una nueva cápsula, donde parecía dormir alguien. Intenté acercarme, pero de repente noté un gran temor. Un sentimiento interno surgió de repente, y me imploraba salir de allí cuanto antes.

“No temas. Sigue adelante. Ve con él.”

-No estoy seguro de querer hacerlo…

“Ya estás cerca del final. ¿Vas a detenerte ahora? ¿De veras no quieres saber lo que tanto te reconcome por dentro?”

-A veces no estoy seguro de que saberlo todo… Sea bueno. Quizás pueda ser doloroso…

“Quizás, pero así tu dolor desaparecerá. ¿No lo deseas?”

-Sí…

“Entonces no te entretengas más. Adelante…”

Dudé unos segundos, y di dos pasos más. Un gran estruendo mecánico ocupó la sala y tras eso, una voz gritaba mi nombre a mis espaldas.

-¡ROXAS, NO TE ACERQUES AHÍ!

Mi vista comenzó a nublarse. Parecía Alexia… ella corría hacia mí…pero… no la veía… ahora todo lo veía de un color blanquecino enfermizo que me rodeaba. De nuevo ese símbolo rojinegro apareció frente a mí y todo se cubrió de oscuridad. Llovía… sentía caer lluvia sobre mí… lluvia cálida…

-¡ROXAS! –Eché a correr hacia él y justo cuando iba a tocarle, una gran voz resonó en la sala.

-¡No puedes interferir, incorpóreo! ¡Todo seguirá su curso! ¡Roxas volverá a ser lo que siempre debió ser! ¡Y tú no puedes ni debes hacer nada contra eso! ¡No eres más que un no ser! ¡Sin corazón! ¡No mereces existir!

-¡CALLA DE UNA VEZ! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME LO ARREBATES! ¡ANTES TENDRÁS QUE MATARME! –Tras eso, la barrera invisible que se había alzado ante mí cayó y pude ver a Roxas brillar con una luz muy intensa y como caía en un estado inconsciente. Llegué justo a tiempo para sostenerle en mis brazos y evitar que cayera al suelo. La cápsula se había empezado a abrir.

-No, Roxas… Por favor… No me dejes… No vuelvas a dejarme solo…Te lo suplico… No te vayas a donde no pueda seguirte… No vuelvas a irte sin mí… Llévame contigo… -Por primera vez en mucho tiempo, pude llorar como lloré el día que te marchaste. Unas enormes y sentidas lágrimas se adueñaron de mi mirada e impactaron sobre tus ya no tan coloradas mejillas. Sus manos casi desvanecidas estaban inertes, sin vida. Un grito atronador procedente de mi garganta atravesó los muros de la habitación. Una vez más te había perdido… y no podía hacer nada por recuperarte… Todo este tiempo lo había sabido… Y no había sido capaz de salvarte, de traerte de vuelta junto a mí. Ya no me importaba mi aspecto… mi vida… todo se había marchado contigo, donde siempre había estado… y nunca te había abandonado y nunca te abandonará. Mis ojos negados en lágrimas ya no me dejaban ver más allá y la oscuridad lo cubrió todo. Todo había acabado allí. Apenas podía oír los gritos que se acercaban a nosotros, ya nada importaba. Mientras pudiera sostenerte en mis brazos, nadie nos separaría… era la única promesa que podía entregarte en el fin, junto a mi amor, eterno por siempre.

Continuará…

Fin del capítulo 10
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Mensaje  sandy_kh Dom Ago 03, 2008 3:51 pm

Jooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!
Que intrigaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa,no me dejes así hombreee T_________T
Roxaaaasss,no te vallaas :(

Ai,me mató la discusión de Alex con la señora y lo de la falda..xDD

Sigue así!!!:3

Sandy~~
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Mensaje  Axel Lun Ago 04, 2008 2:52 am

Pa que no sufras más y veas que soy mu weno xD (mentiraaaa xDD) te dejo la continuación, capítulo 11! Disfrutalo en mi ausencia! prometo traer más cuando vuelva!!! >w< Gracias por leerme! (sí, vivan los momentazos de Axel marimacho!! xDD)
((Esto que véis en cursiva son los típicos "Flashbacks" que ya habéis visto otras veces en anteriores capítulos sólo que éste es mucho más extenso que los anteriores))


Y ahí siguió el joven muchacho, inerte como una estatua de mármol, esperando algo, casi sin pestañear, sin vislumbrar en su rostro su tan habitual y cándida sonrisa. Se miró en silencio las manos una vez más. ¿Qué era? ¿Quién era? ¿De dónde procedía? Sólo recordaba desde el momento que aquél individuo pelirrojo lo había despertado de su largo letargo. El pelirrojo… ¿Dónde estaría ahora? El tiempo que había pasado de su corta vida no había estado solo, desde que tuvo consciencia de “su existencia”, ese hombre lo había acompañado, y de algún modo que desconocía, lo había reconfortado. ¿Por qué ahora se sentía tan abandonado? No entendía nada de lo que pasaba en su interior. Y mucho menos del exterior. Era un bebé perdido en la inmensidad de las estrellas. Tan ensimismado estaba que le sorprendió un poco la extraña aparición de lo que parecía ser un portal oscuro ante sus ojos. De él apareció un individuo encapuchado bastante alto, con el mismo atuendo que él. Su primer impulso fue reunirse con él, pero algo le dijo que no se moviera de donde estaba, pues algo que no sabía explicar, lo diferenciaba del pelirrojo. Un aura distinta lo envolvía. El individuo se aproximó hasta él y se detuvo. Acto seguido, le habló de forma un tanto misteriosa y particular:

-¿Tú quieres saber? Buscas algo que le dé sentido a tu existencia, ¿no es así? Yo puedo ayudarte. Si te unes a nosotros, yo te daré un nombre. ¿Así lo deseas?

El muchacho asintió en silencio. El misterioso encapuchado mostró ante él una sucesión de formas brillantes, en total cuatro. Parecían formar una clase de significado.

-No sientes nada. No puedes sentir nada. ¿Quieres un significado?


El joven volvió a asentir en silencio. Al mínimo movimiento de la mano, las formas comenzaron a girar cada vez más velozmente, haciéndose un haz de luz hasta que de pronto algo surgió entre ellas. Un símbolo cruzado tomó forma, resaltando sobre los otros, encajando perfectamente en el medio de aquellas formas. De repente, como una iluminación el rubio pronunció de su garganta una extraña palabra que a su vez cuanto más se la repetía, más familiar se le hacía, como si la hubiera estado escuchando desde siempre:

-Roxas…

- Así es, ese es tu nuevo yo. –Le respondió aquél extraño, mostrando sus brillantes ojos ambarinos y una sonrisa un tanto siniestra. En su mano aparecieron esos extraños ropajes que todos parecían llevar en aquél grupo tan peculiar. Un largo abrigo negro, que le ofreció. Lo sostuvo entre sus manos y comprobó que efectivamente, era de su tamaño. Todo parecía indicar que lo estaban esperando… Pero… ¿Por qué? No entendía nada de aquél lugar, pero pensó que si se quedaba con ellos, podría averiguar el por qué de todo lo que lo angustiaba y todas las respuestas a sus numerosas dudas se le revelarían. Así pues, se vistió con su nueva prenda y siguió al hombre al interior del edificio.

En esos precisos instantes, no muy lejos de allí, en lo alto de la torre de la Estación Central…

-Me pregunto qué se traerá Xemnas entre manos esta vez… Es cierto que deseo un corazón a toda costa, pero… ¿a cualquier precio? Me he visto obligado demasiadas veces a matar y destripar sin sentido… ¿Hasta cuándo seguirá todo como hasta ahora…? Ya estoy muy cansado de todo esto. –En aquella época era demasiado “inocente” para imaginar lo que conllevaría tu llegada a la Organización. Incluso los planes reales de Xemnas, pero en esos momentos, un único pensamiento se había adueñado de mi mente y no podía pensar en otra cosa. ¿Qué estarías haciendo ahora? Seguramente ya te habrían dado un nombre y ahora desfilarías por los inmensos pasillos de nuestro “hogar”, si se le podía llamar de alguna manera a aquella edificación que nos albergaba. ¿Pensarías en mí en esos momentos como yo pensaba en ti? Una parte de mí quería creer que así era y la otra… me devolvía a la realidad. Nos acabábamos de conocer… ¿Qué motivo debería haber para ello, si justo nuestros caminos se acababan de cruzar? Es más… Nunca hasta ahora me había preocupado más que de mí mismo… ¿por qué esta vez debía ser diferente?
Pero a pesar de ello, mi mente seguía en sus trece. Mientras tanto, contemplaba en silencio el impresionante atardecer que acontecía frente a mí, mientras una suave brisa se enredaba en mi cabello. Mi lugar secreto, mi íntimo refugio. Nunca había compartido ese lugar con nadie, jamás. Y nunca había sentido la necesidad de hacerlo antes. Nunca había imaginado compartir nada de lo que conocía o me pertenecía. Un nobody no lo necesitaba, al fin y al cabo. Pero entonces… ¿Por qué albergaba esta duda en mi interior? ¿Por qué todo ahora era tan distinto? ¿Por qué era tan confuso?... Y, cuando más ensimismado estaba en mis pensamientos… sucedió. Sonreí resignado. En el fondo, llevaba todo el tiempo esperando a que eso aconteciera, y mi intuición no iba a fallarme en esta ocasión. Así que me levanté aprisa y desaparecí tras el portal que yo mismo había creado.

En “the World that never was”, en el castillo-sede nobody…

No sabía bien adónde dirigirme… Todo era tan inmensamente grande que se perdía más allá de la vista. Esas misteriosas paredes blanco platino me rodeaban en su claroscuro cegador. Aquél hombre misterioso había desaparecido justo al adentrarnos en aquél misterioso… ¿castillo? Creo que así lo llamaban a esa inescrutable fortaleza que los albergaba. Afuera todo era oscuridad. Diversas luces de neón conferían a aquella extraña población una vívida siniestralidad y soledad al mismo tiempo. Todo era tan hermosamente melancólico, como una vieja canción recordada a medias.
Mis pensamientos divagaban en tantas nuevas sensaciones que no me percaté dónde me conducían mis pies, y pronto me vi perdido entre tal maravilla sobrecogedora. No obstante, no tardé en oír voces tras de mí.

-¿Ya ha llegado el nuevo? ¡Me moría de ganas por ver la treceava maravilla de la que tanto nos hablaba el jefe! –Dijo un joven con aire jovial y despreocupado apareciendo tras de mí llevando consigo lo que parecía ser un enorme objeto azulado.
-Vamos, va detrás de nosotros, no será para tanto… -Dijo una voz afeminada con cierta dejadez al hablar.

-No seas tan dura con él, Larxene… Acaba de llegar. ¿No es una monada? –Dijo dirigiendo sus pasos hacia mí, luciendo una radiante sonrisa y tendiéndome una mano. – ¡Bienvenido a bordo, chico!

La mujer que lo acompañaba me miró con más interés y detenimiento. – Pero… Si es sólo un niño… ¡El jefe debe haberse vuelto loco de remate! ¡Bastante teníamos contigo que ahora nos mete a este mocoso! ¿Qué será lo próximo, miembros con pañales?

No me ofendí demasiado en si, básicamente aún carecía de consciencia sobre mí y mi realidad y aún se me escapaban demasiadas cosas. Así que permanecí impasible, sin mover un solo músculo de mi relajado rostro. Miré a mi alrededor y me envalentoné a preguntar.

-¿Dónde estamos?

-En una de las múltiples estancias del castillo de nuestra gran familia. –Dijo alegremente el muchacho de grandes ojos verde mar.

-Ya veo… ¿Y adónde debo dirigirme ahora?

-Seguro que te han asignado una estancia para ti, debe estar al final de todas. Puede que bastantes pisos más arriba. Aunque el jefe siempre estará por encima de todos. –Reflexionó el moreno.

-¿Acaso buscas a alguien?... –Larxene demostró ser muy astuta y sagaz, no se la podía engañar con facilidad.

-Eh… no. Sólo intentaba orientarme. –No me ofrecía mucha confianza y recordé tus palabras de no fiarme demasiado de las personas que pudiera encontrarme dentro.

-Un momento… -El chico cayó en la cuenta. -¿Y Axel? ¿No se supone que le habían asignado como tu nuevo guía?

-Bueno… Nos separamos.

-¿Os separasteis? Qué extraño… -Meditó con una mano sosteniendo su mentón.

-¿Alguno de vosotros sabéis dónde puedo dar con él? -Pregunté intentando ocultar todo atisbo de preocupación en mi semblante.

-Así que ese viejo zorro ha captado tu atención, ¿eh? No te culpo, es comprensible. – En ese momento pareció recordar algo.

-¡Deja de hablar de ti de una vez, Demyx! ¡Vas a batir el récord de ahuyentar a los nuevos…! –Le espetó la muchacha rubia.

-Vale, no te pongas así Larxene, sólo hacía nuevos amigos…

-Ni que estuviéramos en un colegio… -Se dijo a sí misma. .-No tengo ni idea de donde puede estar ese escurridizo pelirrojo. Pero de algo estoy segura, si su verdadera intención es encontrarte, puedes estar seguro de que lo hará, más rápido de lo que puedas creer.

-Axel no es el tipo de nobody al que se le pueda pasar por alto cualquier detalle… -Reflexionó el joven.

-Sí, justo lo contrario a ti, ¿verdad? –Se mofó ella.

-Bu.. bueno. –Titubeé. – Creo que voy a ir a echar un vistazo a mi nueva estancia. Nos vemos luego, quizás… -Dije girándome poco y mirándoles con el rabillo del ojo, un poco receloso.

-¡Suerte! ¡Nos vemos en la próxima reunión! –Me saludó animadamente Demyx.

-No llegues tarde, Xemnas se pone furioso cuando eso ocurre… -Comentó Larxene.

-Bien… - Dije caminando ya por el largo pasillo blanquecino. Fui recorriendo las estancias del pasillo palmo a palmo, pero él no aparecía por ninguna parte. Observé que cada estancia contenía un número y una placa con una extraña frase. Pero no sabía cual podría ser la de él. Todas esas frases parecían contener parte de ellos. ¿Dónde estarías ahora? ¿Qué estarías haciendo? ¿Cuánto tardarías en volver? Desde que llegué a ese frío lugar, me sentí bastante solo, como un náufrago en medio de los restos de su navío hundido. Quería verte y no sabía encontrarte. Sí, quizás Larxene tenía razón y darías pronto conmigo, pero… En esos momentos te necesitaba y no sabía cómo traerte de vuelta.
Estaba observando la número XI “El asesino virtuoso” cuando alguien me observó desde atrás. Me giré inmediatamente al notar una presencia no demasiado agradable. Otro miembro encapuchado se dirigió hacia mí.

-¿Tú eres el nuevo? Te imaginaba más alto. –Pareció que alguien sonreía sarcásticamente bajo la capucha. – Yo que tú no andaría solo por ahí, quien sabe que puedas encontrarte.

Sus palabras me inquietaron. Algo fuerte palpitaba dentro de mí aprisa, sin saber ni qué ni por qué. Entonces, sentí cada vez más fuerte en mi interior una voz familiar, una voz que parecía llamarme. –Llámame, llámame… -Entonces recordé tu frase.
“Si alguna vez necesitas mi ayuda, piensa fuertemente en mí y di mi nombre. Dondequiera que yo esté, oiré tu llamada, y acudiré en tu ayuda lo más rápido posible… Sino pierdes la fe en mí. ¿De acuerdo?”
“Axel… ¿Lo memorizaste?”
Axel… -Dije para mis adentros. Tu nombre retumbó por mi cuerpo como si fuera una reacción en cadena. Inexplicablemente, mis labios ardieron en deseos de pronunciarlo, ajenos a mi voluntad. “Axel… Axel… ¡AXEL!”
-¡¡¡AXEL!!! –Grité casi al borde de mis cuerdas vocales. El individuo se sorprendió un poco, pero no retrocedió un ápice. Simplemente se quedó allí plantado, mirándome fijamente, o al menos eso parecía. Al instante, una luz verde violácea se interpuso entre ambos, y de ella fue surgiendo una oscura, alta y esbelta figura, por no decir bastante delgada, con una cabellera larga, erizada y rojiza.
Sus verdosos ojos se clavaron en los míos, mirándome profundamente, para después, girarse sobre sí mismo y mirar de soslayo y con bastante indiferencia y chulería al individuo misterioso.
-Algo me decía que no tardarías en llamarme. – Me dijo. – Y ya veo por qué... –Estaba en una pose bastante desafiante, nunca lo había visto así… Aunque para ser sinceros, poco sabía aún de él…

-Vaya vaya… Mira a quién tenemos aquí… Qué caprichoso es el destino, ¿verdad? –Respondió el encapuchado mientras jugaba en su mano con lo que parecía ser una figura pequeña cúbica.

-¡No me vengas con cuentos! ¡No sé que pretendías, pero no creas que me quedaré de brazos cruzados! –Axel le retó con total determinación en sus gestos y su mirada.

-Sólo saludaba al nuevo… Una de las cosas a las que llaman “cortesía”… Cosa de la que tú careces, por lo que veo… -De repente se me quedó mirando largo rato, con autosuficiencia y superioridad.- Ándate con ojo con las compañías que frecuentas, muchacho… O no durarás mucho. -Se dio la vuelta y comenzó a alejarse pasillo abajo.

Axel se giró para replicarle, furioso. Pero ya no había ni rastro de él. – Bastardo…

-¿Quién era él…? –Pregunté tímidamente y temiendo que fuera una mala pregunta.

-Nadie del que debas siquiera preocuparte. Es más, cuanto menos trato tengas con él, mejor para ti.

-¿Dónde estabas?... Te he estado buscando por todo el castillo…

-Fuera, arreglado unos asuntos.

-Es que anduve por todas las habitaciones y… Aunque bueno, Larxene tenía razón… -Sonreí.

-¿Larxene? ¿Te has topado con ella? ¿Y qué te ha dicho…? –No parecía muy contento al oír ese nombre.

-Que si pretendías dar conmigo, podrás encontrarme cuando y como fuera.

Axel se me quedó mirando con ojos muy abiertos. Después se llevo una mano a la frente, carraspeó tratando de disimular y continuó:

-Debemos ir a la sala de reuniones. A estas alturas, seguro que todos se han reunido ya.

-¿Sala de reuniones?

-Sí, allí es donde hablamos sobre nuestros planes y recibimos a los nuevos miembros.

-¿Qué hacen los miembros cuando uno nuevo llega?... –Pregunté algo preocupado.

-No te preocupes, aún no se han comido a nadie -Bromeó sonriéndome.

-¿Vendrás conmigo?...

-Pues claro que te acompañaré. No quiero más encontronazos desagradables, además, no iba a dejarte solo en tu primer día. Sería muy cruel y descortés por mi parte. –Hizo una reverencia un tanto divertida y de nuevo sonrió y me indicó con un movimiento de cabeza que le siguiera.

-Gracias… -Le dije todo lo sinceramente que fui capaz. Sentí que los ojos no me dejaban ver bien… los tenía empañados, no sabía por qué.

-Vamos, no es nada, no me vayas a montar un melodrama… -Rió y alborotó mi cabeza. Era la primera vez que me tocaba, pero no me dio miedo. Al revés, sentí mucha calidez en sus palabras y en su mano tendida sobre mí.


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Mensaje  Axel Lun Ago 04, 2008 2:54 am

((Continúa))

• • •


En realidad, yo no sabía que podría depararnos esta reunión. De sobras sabía que no iba a ser como ninguna de las anteriores, y este sentimiento me inquietaba. Lo miré lo más sereno que fui capaz, bastante nervioso estaba el pobre como para alterarlo más de la cuenta. Aún así, dentro de mí se cocía la preocupación más absoluta. A cada paso que dábamos más cerca de la sala de reuniones, más me convencía de que el joven no estaba preparado para estas frías paredes. Momentos antes de llegar, recordé el motivo por el cual nos habíamos separado antes. Me giré hacia él y osé preguntar:

-Aún no me has dicho tu nombre…

El joven no parecía esperarse esa pregunta, así que se sorprendió bastante y trató de esquivar la mirada, algo avergonzado.

-Pues… me llamo Roxas.

-¿Roxas? Bonito nombre. – Sonreí de nuevo. El joven pareció alegrarse y sonrió a la par conmigo. - ¿De verdad te gusta?

-¡Claro! Y lo voy a memorizar bien en mi mente, para no olvidarlo jamás.

Roxas asintió bastante feliz y se puso junto a mí, frente a la blanca y plateada puerta de la gran sala.

-¿Estás preparado? –Lo miré de nuevo.

-Si tú lo estás… -Me miró lo más valiente que fue capaz. La duda había dejado paso a la decisión. – Si voy contigo, sé que nada malo puede pasarme.

Esas palabras tocaron hondo en mí. Por una razón especial, aquél muchacho inexperto, joven, de cálida sonrisa, diferente a los otros… hacía despertar en mí mil sensaciones que nunca antes había sentido. Me sentía muy afortunado por ello y sentí que quería que durara así por siempre… Proteger aquello tan bonito que acababa de nacer… aquél extraño vínculo que se había comenzado a formar entre nosotros, nada más conocernos… Qué necio fui al pensarlo… No tenía ni idea de cómo terminaría…

Abrí ambas hojas de la puerta que fueron cediendo lentamente, mostrando en su interior una sala que no parecía tener límites por ninguna parte: todo lo reinaba una extraña luz blanquecina. Trece asientos dispuestos en un círculo, unos más elevados que otros, se anteponían a nuestros ojos. Todos ellos menos dos, estaban ocupados por varios miembros de la Organización encapuchados. Uno de ellos nos saludo alegre y fervientemente al entrar. No había duda de quién se trataba. Nos acercamos al centro, frente a la silla más elevada. Sobre ella estaba posado nuestro líder, el Número I.
Todo el resto murmuraba entre ellos por lo bajo, impresionados algunos por la llegada del nuevo miembro, el miembro especial anunciado por el líder. Quizás no esperaban encontrar a alguien tan joven. El líder hizo una seña con la mano y la sala se quedó en el silencio más absoluto. Entonces supe que había llegado el momento de tomar la palabra.

-Líder, aquí os traigo al nuevo miembro de la Organización. Roxas, el número XIII. Lo he escoltado sin dificultad alguna desde Hollow Bastion hasta Twiligth Town, como me ordenasteis. Todo ha transcurrido con fluidez y eficacia.

-Excelente trabajo Axel, torbellino de llamas danzantes.

Roxas me miró impresionado. Quizás no se esperaba de mí un rango así.

-Podéis tomar asiento. Pasaremos al tema de vital importancia que nos concierne a todos. La obtención de corazones. Creo… saber el modo sencillo y rápido de hacernos con ellos. –Fugazmente dirigió su mirada al recién llegado. A continuación siguió hablando. – Si son ciertas mis suposiciones, nuestro nuevo recién llegado nos ha de “abrir la puerta” hacia nuestro gran objetivo, “Kingdom Hearts”. Pero por el momento, será sometido a prueba para ver todo su potencial. Para ello, necesitará un guía que le ayude a canalizar sus nuevos poderes. –Todos los allí presentes se miraron mutuamente, intrigados. Yo sólo podía mirar al líder y a Roxas. Deseaba con todas mis fuerzas que el líder no optara por algún miembro que pudiera aprovecharse de su poder dormido y su inocencia, por no hablar de su inexperiencia. – Como todos debéis suponer, el único miembro que ha pasado más tiempo con el muchacho, no el suficiente no obstante para conocerle, es Axel. Por supuesto he considerado todas las cualidades de todos los aquí presentes para la enorme tarea que acontece. Pero creo que para Axel será una buena oportunidad para demostrar su lealtad y valía en la Organización.

Suspiré aliviado para mis adentros. Por fuera procuraba destilar la más absoluta parsimonia, no quería hacer entrever que “simpatizaba” con Roxas. No creo que eso hubiera agradado demasiado al resto. Roxas me sonrió. Parecía satisfecho con la decisión y su nerviosismo se había calmado considerablemente. Ya no movía sus ojos de uno a otro punto de la sala con tanta avidez. Pero presentía discordia en el ambiente. No todos los miembros estaban de acuerdo con la sentencia.
El líder nos explicó momentos más tarde en qué consistiría nuestra primera misión como compañeros. Se trataba de ir a un punto de Twiligth Town donde sospechaba que estaba proliferando una cantidad significativa de sombras, “Sincorazón”, para ser más exactos. Sin más demora, tomé a Roxas y mediante un portal de oscuridad que yo mismo cree frente a nosotros, atravesamos el mundo “in between”, hacia la soleada Twiligth Town. Una vez allí, al instante lo percibí. Hice una señal para que Roxas se quedara tras de mí. Cruzamos el umbral de la Mansión abandonada y nos adentramos en su bosque. Los árboles permanecían totalmente silenciosos, sin siquiera mover las ramas al compás del viento. No era buena señal. Miré a ambos lados de soslayo y crucé el agujero en la pared. Los tranvías no marchaban.

-Esto no me gusta nada…

-¿Tan malo es?... –Me preguntó Roxas a mi espalda.

-Bueno, tanto como eso… Sólo… luchan por su supervivencia… -Dije quedándome mirando el eterno atardecer. Como yo… Pensé.

-¿Por qué debemos ir por ellos?...

-Pues… para capturar los corazones que ellos roban a otras personas.

-Entonces hacemos algo bueno por esa gente, ¿no?

No sabía qué responder a ello. No hacíamos nada bueno por nadie, tan sólo eran por intereses propios de la Organización, de todos nosotros. En verdad, me dolía que te vieras envuelto en algo tan egoísta y doloroso como aquello. Pero al fin y al cabo, eras uno de nosotros: un incorpóreo, sin corazón propio… Sólo con recuerdos de cómo era tener uno…

Justo en el centro de la plazoleta del tranvía, nos tendieron una emboscada. Un buen grupo de ellos nos rodearon. Le indiqué a Roxas que pegara su espalda a la mía, para evitar que lo atacaran sin estar prevenido.

-Roxas, voy a invocar mi poder. Pase lo que pase no te asustes, no te dañará, ¿de acuerdo? Tú sólo no te alejes de mí.

Asintió confiado y se pegó a mí lo que pudo, abriendo mucho los ojos.
Entonces, cerré mis ojos y puse mi mente en un solo punto. El calor comenzaba a recorrer mi cuerpo, mi temperatura aumentaba por segundos. Entonces, al cabo de unos momentos, abrí los ojos y al instante, un gran muro de fuego se extendió a nuestro alrededor. Roxas se quedó muy impresionado, pero no parecía asustado. Miraba casi con fascinación las llamas que crecían y crecían. Extendí mis brazos y de mis manos un brillo plateado comenzó a girar cada vez más velozmente sobre sí mismo, hasta que tomó una forma sólida. Ante mis ojos, aparecieron mis dos armas de combate, mis chakrams de ocho puntas. Roxas los miraba con mucha atención y a partir de ese punto, no apartó su vista de mis movimientos. Con movimientos muy veloces y precisos, fui derrotando a todo aquél sincorazón que osaba acercarse a nosotros. Pero inteligentes, decidieron quedarse al margen.

-Mierda… Esperan que me aleje de ti para que seas más vulnerable.

-Yo… ¿Puedo ayudar?

-Mmh… Sí, quédate aquí. – Conjuré una barrera de fuego a su alrededor. –No la traspases, pase lo que pase. No tardaré.

-¡De acuerdo! –Asintió la cabeza.

Raudo y todo lo rápido que fui capaz, me desplacé por todo el escenario, lanzando mis chakrams y mis conjuros ignífugos una y otra vez, hasta que logré someterlos. Fui recogiendo los corazones que fueron dejando escapar uno a uno y con un chasquido, los hice desaparecer, enviándolos al Castillo.

-¡Misión cumplida! –Tomando en mi mano un Chakram que volvía a mi mano una vez más. Roxas aún me miraba, atónito. -¿Qué ocurre?

-Nunca había visto nada igual…

-No hace falta que lo jures… Pero no es para tanto. Todos los miembros tenemos poderes similares.

-Qué increíble… ¿Todos los incorpóreos poseemos poderes especiales?

-Tú más que nadie. Se podría decir que es de las pocas ventajas de ser uno de los nuestros… Pero el precio que debemos pagar por ello… Es tan elevado como su alcance y efectividad.

-Pero si yo… yo no poseo nada especial.

-Claro que sí. Aún permanece dormido en tu interior, pero yo te ayudaré a despertarlo, no te preocupes demasiado. Llegado el momento, verás como serás capaz.

La misión había finalizado mucho antes de lo que yo mismo hubiera imaginado, así que le propuse pasear un poco antes de volver a las enclaustradas paredes del Castillo del Mundo Inexistente. Sin apenas darme cuenta, mis pies volvieron a conducirme a mi refugio, aquél lugar que sólo yo conocía: La Estación Central. Miré a la imponente y perpetua torre. –Roxas, quiero compartir algo contigo, será nuestro secreto. ¿Estás dispuesto?

-Claro –Me sonrió como sólo él sabía hacerlo. Como sólo él sabía darme calor. Supe entonces que no había lugar para la desconfianza. Lo tomé de la mano y lo conduje hasta lo alto de la torre. Su cara en ese momento, al mirar al horizonte, no la pude borrar jamás de mi mente.

-¡Es… es lo más extraordinario que he visto jamás!

-¿Te gusta?

-¡¡Me encanta, es maravilloso!!

-Pues siempre que quieras podemos volver. Aquí podemos hablar de todo lo que quieras sin temor a que nadie nos interrumpa ni encuentre.

-¿De verdad? ¡Muchísimas gracias! –Su felicidad no podía ser más grande. Así nos sentamos en el borde, uno al lado del otro y comenzamos a charlar de muchas cosas. Yo le explicaba algunas anécdotas a las que él simplemente sonreía, suspiraba, meditaba, preguntaba… Y así fue pasando las horas. Del mismo modo que pasan veloces cuando uno está pasando un buen rato con una persona agradable. Hasta que la conversación derivó en aquello que tantas veces lo he recordado.

-Entonces, esas cosas que dices que estan hechas con cosas fuertes, oséase, piedras… ¿Son casas?

-Ajá. Como el Castillo, pero no tan enormes. Y ahí habitan los humanos, seres semejantes a nosotros, pero sin poderes extraordinarios, y con su corazón intacto.

-Ya veo… ¿Y más alla?- Señaló un punto más lejano.

-Pues hay bosques… y prados.

-Bosques y prados… mmh… y más allá… Donde no alcanzo a ver, en el horizonte… ¿Qué hay?

-Pues, debo suponer que está el mar.

-¿Mar?

-Sí, el mar es algo así como… Cómo explicarlo… ¿Ves la inmensidad del cielo? Pues viene a ser similar, pero con agua. Agua que se mueve constantemente por corrientes, como el viento, creando grandes olas de espuma. Y bajo ese mar, viven muchos seres, como peces y algas, que son como las plantas que ves en los prados, pero marinas.

En su expresión adiviné que trataba de imaginarse algo que no concebía, algo que nunca había visto. –No lo entiendo demasiado bien… pero intento hacerme una idea… ¿es bonito?

-Por supuesto. –Le sonreí.

-Pues… me encantaría verlo por mí mismo algún día… Quisiera estar ahí y escuchar el vaivén de las olas que dices… ver esos “peces” y tocar esa “agua”… ver una puesta de sol…

-¿Eso es todo? ¿Ese es tu deseo?

Asintió tímidamente, sin atreverse a mirarme directamente.
-¡Pues está decidido! -Me levanté de un golpe. - ¡Algún día te llevaré a ver una puesta de sol junto al mar! –Roxas rió divertido. Al final se me contagió la risa y terminamos por reírnos juntos. Hacía tanto tiempo que no lo había pasado tan bien… hacía tiempo que no había reído así… hacía tiempo que no me sentía tan bien al hablar con alguien y ser comprendido… En ese momento supe lo que era ser afortunado de verdad. Así aconteció nuestro primer día juntos. El día que conocí la luz, el día que cambió mi vida para siempre…


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Mensaje  Axel Lun Ago 04, 2008 2:58 am

((Continúa))

CHAPTER 11

“The Awaken”


Y ahí seguía yo… abrazándote, como si lo único que existiera en mi mundo fueras tú… Lo único que había tenido en mi vida. Y ahora, te perdía sin remedio.
Unos pasos se acercaron, mezclados entre la rapidez y la duda. Sabía de sobras de quién se trataba. Sin mirarle, sólo hundiendo mi cabeza en el pecho de Roxas, grité y solté todo mi dolor y mi rabia contenida… Sin poderlo evitar.
-¡¡¿POR QUÉ ME HACES ESTO?!!... ¡¡¿POR QUÉ?...?!! ¡¡RESPÓNDEME NAMINÉ!! ¡¡TÚ LO SABÍAS COMO YO!! ¡¡ SI TANTO TE IMPORTA ROXAS, ¿POR QUÉ NO HICISTE NADA POR EVITARLO!!? ¿¡¡ASÍ ES COMO DEMUESTRAS TU “AMOR” POR LOS OTROS, POR LOS QUE MÁS “QUIERES!!?... –En ese momento no lo pude soportar más y lo admito, rompí en llanto.
Naminé se quedó callada, muy dolida, sin saber qué decir. A decir verdad, también ella había salido corriendo tras Roxas en cuanto tuvo claro lo que pretendía hacer, pero como yo, no había podido llegar a tiempo. Pero mi dolor no me dejaba ver nada más. En ese momento, me hubiera cambiado por él sin pensarlo, pero no podía ser. Y ese cretino no iba a decirme el modo de traerlo de vuelta… Pero, ah… el corazón y sus sentimientos son tan extraordinarios, que a veces no obran tal y como esperamos… Ni siquiera para los que dicen “saber”…
Demyx había llegado al lugar de los hechos, siguiendo a Naminé, pero se mantuvo prudentemente al margen, en la puerta de la sala. Pero entonces señaló tras nosotros, con la boca y los muy abiertos. Un sonido extraño, diferente al que nunca antes hubiera oído, comenzó a tomar fuerza. La cápsula comenzaba a ceder más y más, abriéndose de par en par. Pero, por extraño que pareciera, Roxas se negaba a desaparecer del todo. El muchacho de su interior, flotando en sus sueños, comenzaba a despertar. Por su parte, Roxas, en lugar de desvanecerse completamente, comenzó a tomar fuerza y a brillar muy intensamente. Yo no podía dar crédito a mis ojos. ¿Cómo podía ser posible?...
El muchacho ya había abierto completamente los ojos, y aún fatigado por el largo letargo, luchaba por descifrar su ubicación y la extraña escena que se estaba dando lugar frente a él.
-¿Do…dónde estoy?-Dijo el moreno.
Roxas entreabrió los ojos.
• • •

Había tenido un sueño tremendamente largo y extraño. Había visto pasar toda mi vida por delante… Pero no mi vida en sí, sino la de mi corpóreo. Había sido aluciante. No obstante, tuve una sensaci´n extraña mientras soñaba.. y era que cuánto más soñaba y “recordaba”, más me hundía en el sueño… y no podía hacer nada por despertar… Realmente había ido claustrofóbico… Pero a lo lejos, sentí calor, calor que se iba intensificando con el tiempo y que me empujaba hacia arriba y me sacaba de todo “aquél mundo”, me llamaba y yo corría, corría más y más deprisa hacia esa voz, convencido de que me traería de vuelta. Y así fue, por lo que parece. Y allí estaba la dueña de esa voz, mirándome en una expresión que mezclaba incredulidad, asombro, alegría y tristeza, empañada en lágrimas.
-¿A…Alex? ¿Qué… ha pasado? ¿Por qué lloras…? –Acaricié su mejilla.

-Ro… Roxas… ¡ROXAS! –Se lanzó al instante sobre mí, dándome un abrazo enorme. La abracé igual, sin entender muy bien qué había pasado en mi “ausencia”. –Estoy bien, no te preocupes… O eso creo…
Naminé y Demyx también se emocionaron y fueron a mi encuentro. Todo era tan extraño, pero me alegraba de haber vuelto, fuera de donde fuera que me hubiera ido. En ese momento, llegó el grupo hasta nosotros. Se quedaron tan sorprendidos ante la escena que no supieron qué hacer, sino observar en silencio.
-¡Roxas, no vuelvas a irte sin mí, ¿me oyes?! ¡Casi… casi te pierdo! Eres un inconsciente… Siempre yendo a la tuya… sin contar en mí… -Me reprendió Alex.
-Lo siento, no quería preocuparos… Sólo quería saber la verdad. Y esa voz me prometió ayudarme a encontrarla.
-Maldito…
-Esto… ¡¿Hola?! ¿¡Alguien de los aquí presentes puede decirme dónde estoy!? –Hizo señas el joven moreno tras nuestro para captar nuestra atención.
Entonces nuestras miradas se encontraron. Ambos nos quedamos inmóviles sin saber por qué. Ahí estaba él, el motivo por el cual mi vida estaba dando un giro de ciento ochenta grados. Tantas preguntas circularon por mi mente a tal velocidad que apenas si podía asimilarlas. Me incorporé con cuidado y me dirigí hacia él. -¿So… ra?
En ese momento como un torbellino, entraron los extraños seres que había visto momentos antes de entrar a la sala y corrieron al encuentro de Sora.
-¿No te da vergüenza dormir tanto? –Le reprendió lo que parecía ser un pato.
-Ahí va, Donald, pero si nosotros nos hemos despertado hace justo dos minutos… -Respondió el más alto.
-¡Me alegro de veros de nuevo, chicos!
-¡Nosotros también!- Le respondieron al unísono. –E hicieron un abrazo grupal, junto a un pequeño insecto que Sora parecía llevar al hombro. Entonces repararon en nuestra presencia. Sobretodo en la mía.
-¡Ahí va, Sora! Este chico de aquí… es… muy parecido a ti –Me miró extrañado.
-¿Tienes un clon? ¿Es algún tipo de magia o algo así? –Me examinó el bajito.
-No soy su clon.-Ya comenzaba a estar bastante fastidiado de oír siempre la misma cancioncita. –Yo soy yo, Roxas.
-So… ¿Sora? ¿Eres tú? –Entre el gentío acumulado en la entrada, surgió una jovencita pelirroja, que todos conocíamos bien. Se acercaba con paso inseguro, tratando de comprobar a cada paso que no se trabana de algún sueño o truco. Se paró a pocos pasos de Sora, muy sorprendida y emocionada.
-¿Kairi?... –La muchacha se abalanzó en un gran abrazo, muy emocionada, cayéndole lágrimas de sus grandes ojos azul cielo.
-Te he estado esperando mucho tiempo, Sora. ¡Pero sabía que te encontraría! ¡Te he echado tanto de menos…! –Sora muy sorprendido y viéndola llorar en su hombro, la estrechó entre sus brazos. No obstante, de sus ojos no afloraron lágrimas.
-No entiendo nada, estoy alucinando… -Dijo Hayner entrando en la sala a la vez que se frotaba los ojos, incrédulo.
-¡Ah! ¡Sora! Te presento a mis nuevos amigos: Éste que se parece tanto a ti se llama Roxas. El que acaba de entrar es Hayner, su mejor amigo. Los dos que van tras él son Pence y Olette. Los tres del centro que te miran con cara de haber visto un fantasma… -Rió divertida.-Son Alex, Demyx y Naminé. –Naminé hizo una mueca de dolor y miró a un lado. Ella misma había sido la responsable de que Sora se hallara ahí dentro y que no la recordase. Se sentía muy culpable por ello aún. Y también por lo que le hubiera podido pasar a Roxas.
-Ajá. Gracias a todos por encontrarme. –Nos miró a cada uno de nosotros. – Y esto… Llevo mucho tiempo aquí, así que no recuerdo ni siquiera dónde estoy.
-Estas en Twiligth Town. –Le aclaré y le tendí una mano. -¡Bienvenido!
Tidus, Wakka y Selphie nos esperaban en la entrada de la Mansión, que seguían vigilando por si se volvía a repetir un ataque semejante. Cuando comenzamos a desfilar por el umbral, se quedaron anonadados, pero luego comenzaron a vitorear a Sora al unísono, lo tomaron a horcajadas y desfilaron bosque abajo en dirección a la plazoleta del tranvía. Todos parecían muy felices con el recién llegado, yo no podía ser menos, claro, pero a cada paso que daba, miles de dudas que se me habían presentado todos los días anteriores se apoderaron de mi mente. ¿Debía resolverlas hablando con él? ¿Y si no quería saber la verdad? Sentí una presión suave en mi hombro. Alex me había puesto su mano en él y me miraba tranquila.
-No le des más vueltas, no te agobies. Lo que tenga que ser, será, ¿vale? –Asentí y le sonreí. Entonces, sin esperármelo, me tomó la mano y comenzó a correr conmigo entre los árboles, directos al atardecer.

• • •

No cabía dentro de mí de la alegría que me embriagaba. Había podido salvarle de su funesto destino. Pero, ¿Cómo lo había logrado?... Yo también albergaba mis dudas. Y tenía una ligera idea de quién podía disipármelas, pero en estos momentos, sólo quería celebrarlo con él. Sólo me interesaba seguir corriendo, y reír, reír mucho, al cielo. Desatar toda mi adrenalina. Tal era, que apenas me di cuenta cuando llegamos a la Estación Central. Grité al horizonte. Roxas rió y gritó conmigo. Así nos tiramos un buen rato hasta que al final, agotados, volvimos a casa.
-¡Oh, no! ¿Qué le voy a decir a la Señorita Trepe? –Comentó muy preocupada Olette. –¡Con todo el lío de hoy, no me ha dado tiempo ni de pensar en los deberes! ¡Me pondrá una nota negativa!
-Qué gran catástrofe… -Le resopló Hayner.
-Claro, como a ti nunca te ha preocupado aprobar… Así vas…
-¿¡CÓMO…!?
-Esto, vamos a dejarlo, chicos, que tenemos invitados… -Pence los separó mientras acomodaba el lugar para los recién llegados con nuestra ayuda. Demyx y Naminé aún no se habían atrevido a articular palabra desde la “tragedia”.
-Supongo que tendréis varias preguntas que haceros. –Comentó Kairi a Sora y a Roxas.
-Sí, pero no sabría por dónde empezar… -Se rascó la cabeza Sora.- Justo acabo de despertarme tras un año entero.
-Un año en el que has crecido mucho… -Se burló Kairi de la largada de sus pantalones.
-¡Eh…! No te rías de mí… -Se avergonzó.
-No os preocupéis por eso, ya encontraremos algo de su talla. –Comentó Olette. –Para empezar, puede ponerse el uniforme escolar.
-¡Wow! ¡Como en los viejos tiempos, Sora! ¡Juntos codo con codo! –Le palmeó la espalda Tidus.
-¿Acabo de despertar y ya queréis que me ponga a estudiar? –Se lamentó.
-¡Yo te ayudaré con las matemáticas, Sora! –Se ofreció Aquél ser tan alto al que Sora se dirigía como “Goofy”.
-No, no hace falta, de verdad…
-¿Acaso tu sabes cúanto son dos más dos…? –Le miró extrañado Donald.
-Ahí va, pues claro que sé Donald. Y hasta tres más tres.
Mientras tanto, Naminé hacía esfuerzos por tratar de hablar conmigo, al igual que Demyx, a lo que yo les ignoraba. No quería saber nada. Ambos me habían fallado. Casi vuelvo a perder a Roxas, y ninguno hizo todo lo que pudo por evitarlo. Me sentía dolido y traicionado…
Después de cenar, todos estábamos realmente agotados, así que no tardamos en caer rendidos en nuestros colchones. Yo aún seguía pensando en todo lo que había sucedido y en qué podría depararnos en la siguiente aventura, pero preferí no darle más vueltas. Al fin y al cabo era cierto, hoy por hoy ya no se podía hacer nada más. Y lo que tuviera que ser, sería… Así lentamente, en un vaivén de mis pensamientos, fui cayendo en un sueño cada vez más profundo.
• • •

Todo había ocurrido tan aprisa que a penas había podido asimilar todo lo que había ocurrido. En el camino a casa, Alex había estado poco receptiva a las preguntas que le hacía. Sólo me comentó que casi desaparezco ante la influencia de Sora… Y que no volviera a hacer ninguna tontería como esa, pues se había preocupado de verdad. ¿Casi desaparezco?... No lo entendía muy bien… ¿Qué podía significar todo aquello…? ¿Tenía que ver con lo que se rumoreaba… de que si encuentro a mi corpóreo, debo unirme a él plenamente?... Pero yo… No quería algo así, yo no quería de dejar de ser yo… con o sin corazón… Además, aún tenía tantas cosas que vivir, que averiguar… Rebusqué en mis pantalones. Aún seguía ahí ese boceto. Lo tomé en mis manos, lo desplegué y me tumbé en mi cama. Lo estuve mirando largo rato a contra luz de la luna. Pero por más que lo miraba, no daba con un significado claro. ¿Qué podía simbolizar aquello? Era lo único que me ligaba a aquél mundo que me aparecía en sueños y visiones, mi único enlace físico… Sentía que era algo muy importante, y quería averiguarlo como fuera. Decidí guardarlo bien, como un tesoro, pues tenía la certeza de que algún día daría con la clave a todo ese misterio. Y así fue como, entre cavilaciones, de nuevo volví a caer en un sueño profundo.
Una vez más, volví a ese extraño lugar, pero ahora parecía mucho más nítido que antes… Podía leer los carteles de neón que parpadeaban a mí alrededor. La lluvia la podía oír y sentir más clara que nunca. Pero esta vez, no estaba solo: me acompañaba mi llave espada. Así que esa misteriosa arma… ¿también podía transportarse a “ese otro mundo de mis sueños”…? ¿O ya había estado allí mucho antes que yo incluso…?

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Mensaje  Axel Lun Ago 04, 2008 3:01 am

((Continúa))

Al día siguiente, en el instituto…

-Me alegro de que tu salud haya mejorado notablemente, Roxas. Espero que no sufras otra recaída. Puedes ocupar tu sitio. –Le indicó Treppe a Roxas. –Bueno, el siguiente punto del día es dar la bienvenida a nuestro nuevo integrante. Su nombre es Sora, y viene de un mundo bastante
lejano al nuestro. Espero que sepáis acogerle con respeto y educación y le ayudéis en todo lo que esté en vuestra mano.
Las chicas murmuraron. Parecía que “el nuevo espécimen a investigar” les debió resultar interesante. No obstante el grupito seguidor de Roxas aún seguían enviándome notas amenazadoras y miradas asesinas cuando Treppe se daba la vuelta para apuntar notas en la pizarra.
Ni qué decir tiene que a la hora del patio siguió con la misma temática. Por un lado, las chicas intentaron amenazarme de que no me acercara a Roxas más de lo debido… Y por otro, los típicos comentarios pervertidos de los chicos de clase.
-Oye pelirroja, la próxima vez procura subirte la faldita un poquito más, que estás de infarto.
-¡Y un cuerno! –Le hice un signo bastante ofensivo con la mano, a lo cual vino otro desgraciado por detrás y me sobó el culo. Y me disponía a partirle algo que le hubiera dolido hasta en las entrañas y le hubiera dejado sin capacidad reproductiva, cuando lo vi volar a mi lado. Un dejado chulesco y un caminar imponente se paró justo a mi lado. ¿Seifer acababa de defenderme?
-Tócala de nuevo y te juro que será lo último que hagas. ¡Esta chica es mía! –Dijo tomándome de la cintura.
-¿¡TUYA!? ¿¡PERO QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA TRATARME ASÍ!? –Dije apartándole de mí.
Fue hacia mí, sonriente. –Vamos, ¿acabo de sacarte las castañas del fuego y así me lo agradeces?
Ya comenzaba a sacar mis puños, amenazadoramente, cuando de nuevo, otra interrupción, pero esta vez, no fue una interrupción desagradable. Roxas se antepuso entre nosotros.
-Déjala Seifer, no quiere saber nada de ti, ¿acaso no lo captas todavía?
-.¿Quién lo dice? ¿Acaso tú vas a venir a decirme con quién tengo que estar?
-Mira, como te vuelva a coger molestando a Alex, no habrán más palabras para ti, te lo aseguro. ¡Y eso también va para vosotros, cretinos! – Les gritó al grupito anterior, que estaba recogiendo a su compañero caído. Acto seguido, me tomó de la mano y me alejó de allí, con un Seifer muy cabreado y vengativo.
-Roxas, yo lo…
-No te disculpes por ellos, no tienes la culpa de su estupidez. Estoy cansado de los malos ambientes de la clase. Esas chicas me agotan, por eso procuro “desaparecer” a la hora del patio. – Me reí bastante.
-Te entiendo.
-Lo sé.- Me sonrió. No paramos en un rincón alejado del patio, donde poder conversar tranquilamente. –Voy a la máquina de bebidas a tomar un zumo de sandía. ¿Quieres que te traiga algo?
-Nah, no te preocupes.
-De acuerdo. Espérame, no tardo.
Lo vi alejarse entre el gentío estudiantil mientras me sentaba bajo uno de los pocos árboles. Estaba disfrutando de la leve brisa que se había levantado cuando…
-¡Al fin te encontramos! – Apareció Demyx detrás del árbol, sorprendiéndome.
-¡¿Demyx?!
-Y Naminé. – Tomando a Naminé y sacándola fuera de su escondite.
-Ya os lo he dicho, no quiero saber nada. Dejadme en paz. –Hice un ademán de levantarme, pero Demyx me detuvo.
-Por favor Axel, escúchanos. Luego podrás irte si quieres, pero primero escucha lo que tenemos que decirte.
-¿El qué? ¿Qué no teníais ni idea de lo que le iba a suceder a Roxas? ¿Qué sentís lo oscurrido? Ya es tarde para las excusas…
Naminé se plantó delante de mí, con ojos llorosos. – Por favor, Axel, escúchame… Te lo suplico… Créeme, yo a Roxas lo quiero de verdad… Lo sabes… -Su cara comenzó a ruborizarse. – ¡Yo tampoco quiero que le pase nada malo! ¡Tampoco yo lo quiero perder…! Y créeme, intenté hacer todo cuanto pude, pero como siempre, no llegué a tiempo, y lo lamento enormemente… Pero escúchame… Tienes que saber por qué Roxas no desapareció… ¡¿O no te importa?!
-Claro que me importa… Es lo más importante para mí.
-Entonces escúchala, hombre. –Me convenció Demyx.
Suspiré cansado, pero accedí, como última oportunidad. Naminé comenzó a hablar. Lo que oí momentos más tarde me dejó atónito. Resultó que verdaderamente, yo era el motivo real por el cual Roxas no había desaparecido. Roxas y yo estábamos ligados el uno al otro por mi maldición y sus recuerdos. Si él no podía recordarme, yo tampoco podría volver a ser quien era, de igual modo, yo lo necesitaba a él para recuperar mi estado normal, y eso le impedía ser uno con su corpóreo. Por una vez desde el día en que abandoné mi antigua apariencia, me alegraba de lo sucedido. Qué irónico resultaba todo, pero me tranquilizó. Al fin había logrado la independencia de la existencia de Roxas, al menos por el momento. Ya estaba más tranquilo, y cedí ante la insistencia de Demyx que hiciéramos las paces. Eran grandes amigos y aliados, y sé que nunca nos harían daño intencionadamente.

Mientras tanto…

Debo darme prisa, quiero hablar con Alex de todo esto. Algo está ocurriendo a mi alrededor, y no entiendo nada. Y sé que es la única que puede darme la solución que busco… Tan ensimismado estaba en mis pensamientos que no ni a alguien cruzar veloz delante de mí y caímos de bruces. Tras sobarnos la cabeza idénticamente, reparé en él: Se trataba nuevamente de Sora.
“El reflejo de un mismo espejo…” “Son dos gotas de agua…” “Dos caras de una misma moneda”
Estas frases cruzaron fugazmente por mi mente, dándome apenas tiempo de asimilarlas. Y antes de que pudiera reaccionar, aí estaba él, tendiéndome una mano y ayudándome a levantarme, con esa sempiterna sonrisa que siempre lo acompañaba.
-¿Vas a algún sitio, Roxas?
-De hecho, iba a comprar un zumo en la máquina emprendedora.
-¡Genial! ¡Te acompaño!
Fuimos caminando juntos y vi que muchos se nos quedaban mirando. Supongo que debieron pensar que era mi hermano o algo así… No era muy usual ver a dos personas asemejarse tanto que hubiera aparecido la una después de la otra de la noche a la mañana. Yo comencé a preguntarle a Sora por su pasado. Me explicó sus aventuras en la isla a la que habíamos llegado días antes nadando. Me habló de Riku, también de Kairi. De la famosa cueva a la que ellos jugaban a monstruos, sus planes para huir de la isla en su bote, de la noche en que los sincorazón atacaron por vez primera la isla… Yo escuchaba y mi cerebro analizaba cada dato, cada suceso, cada detalle, pero por más que rebuscaba en mí, no hallaba conexión alguna con mi pasado. En sí, por misterioso que pareciera, habían trozos de mi pasado difuminado… ¿Realmente siempre había vivido en Twiligth Town? ¿Todo lo que yo conocía era real?... ¿Entonces por qué sus recuerdos se anteponían a los míos propios…? Había una pieza en todo aquél rompecabezas que no encajaba de ninguna de las maneras. Algo se me escapaba, ¿pero el qué?... Estábamos ambos tan enfrascados en nuestra conversación que no me di cuenta que ya había vuelto junto a Alex, a lo que me sorprendí gratamente al verla hablar con Demyx y Naminé.
-Me alegro que hayáis hecho las paces, chicos. En verdad comenzaba a preocuparme por que no os fuérais a reconciliar…
-Psé, ya conoces a Alex, cabezota, pero de buen corazón… -Dijo Demyx cogiéndo a Alex y frotándole fuerte la cabeza en tono bromista.
-¡¡Para de sollarme, Demyx!! -Se quejó, mientras Namine ponía cara de circunstancia ante la escena. Me sonrió cálidamente, tomó a Demyx, me saludó y se marcharon a dar una vuelta.
-¿Te gusta nuestro hogar, Sora?- Le preguntó la pelirroja.
-Sí, admito que no está naaaada mal. Y todos sois muy buenos conmigo y mis amigos, os lo agradezco de veras.
-No es nada, tío. ¡Para eso estamos!-Le contesté animadamente.
-Se te está pegando la dejadez de Hayner… -Me recriminó Alex.
-No es verdad… -Dije algo cortado.
-Va, sólo me gusta meterme contigo, ya me conoces –Rió divertida.
Sora rió al unísono, hecho que provocó que yo también me uniera, cuando de pronto, sonó la campana. Había terminado el patio por hoy. Nos dirigimos ordenadamente a las aulas, pero cuando nuestro grupo fue a cruzar el umbral por la puerta, la profesora Treppe cruzó la esquina y se dirigió a nosotros.
-Buenos días chicos. ¿Podéis acompañarme un momento al despacho? ¿He de hablar con todos vosotros algo de vital importancia.
Olette avergonzada salió de detrás y confesó muy avergonzada: Profesora, verá… Es que no pudimos hacer los deberes por la salud de Roxas, que nos tuvo en vilo todo el día de ayer… Pero le prometemos hacerlos a partir de ahora, ¿verdad chicos? Pero no nos baje la nota ni nos castigue, por favor…
-¿Quién hablaba de los deberes, Olette? No os he venido a llamar por eso, pero me alegra ver u interés por el estudio. Mi interés va dirigido a asuntos más particulares. Seguidme sin hacer ruido y en silencio por favor, Cuando lleguemos, os explicaré de qué se trata.
Todos la seguimos muy intrigados, sin saber muy bien a qué atenernos, con caras divididas entre tensión y duda. Al fin, en un camino que se nos hizo eterno, dimos con su despacho. Pasamos en orden y cuando el último se hubiera cerciorado de que estaba bien cerrada por dentro, permanecimos expectantes en el estudio algo justo para tantos, ella tomó un pisapapeles con forma de cabeza de León plateado, lo giró y se abrió una trampilla al fondo. Nos hizo señas de que la siguiéramos escaleras abajo, y para nuestra sorpresa, descubrimos un centro de operaciones subterráneo, mucho más grande y espacioso a proporciones del despacho superior.
Se dirigió a una pantalla enorme y la encendió. Parecía un gran ordenador. La mesa de comandos se iluminó con fluorescentes y vivas luces azuladas.
-¡Bienvenidos al centro de mando extramundial ultrasecreto de Twiligth Town!
Todos nos quedamos con tres palmos. Nuestras mentes aún no habían reaccionado a todo aquello. La señorita Treppe continuó su charla informativa.
-Para el resto de habitantes de esta villa soy la profesora de instituto Treppe, pero fuera de ella y para vosotros, soy una agente del equipo de restauración e investigación de Hollow Bastion, un mundo no demasiado lejano a este. He sido enviada a este mundo con la misión de encontraros y serviros de guía para la gran hazaña que tendréis que acometer a partir de hoy.
Todos nos miramos los unos a los otros. Seguíamos sin entender demasiado, pero pusimos todos nuestros sentidos a ello.
-Cid Highwind, nuestro líder, me envía para informaros de que, si bien no lo suponíais ya, puesto que hemos seguido vuestros movimientos en Destiny Islands y sabemos que os hacéis una idea, todos los mundos están en peligro, no sólo este. Y los únicos que podéis hacer algo por ellos sois vosotros. Pero para ello, necesitaréis instrucciones, y ayuda, mucha ayuda… -Dijo mirando de soslayo a algunos de nosotros. –Pues bien, sabemos vuestras cualidades, y Sora ya nos conoce a algunos de nosotros en sus anteriores aventuras, por lo que habéis de suponer, que efectivamente, debemos recurrir a vosotros, los Elegidos por la Llave Espada y a sus compañeros, si queremos frenar esta invasión y procurar así un futuro para todos. No obstante, debido a la magnitud del problema y el caos que esto supondría si saliera a la luz entre la población, debemos tratarlo con total discreción frente a ojos ajenos. Por lo tanto, fuera de esta sala, yo seré para vosotros lo mismo que para el resto de habitantes. Si tenéis alguna duda referente a los asuntos tratados aquí abajo, debéis esperar a encontrarnos reunidos o tratar de reuniros conmigo en mi despacho en momentos en los que la afluencia de personas sea mínima, ¿ha quedado claro?
Todos asentimos al unísono, alucinados.

-¡Pues bien, chicos y chicas, bienvenidos a bordo del Arca de Noé, navío de la salvación mundial!

Un poco lejos de allí…

-No me esperaba este acto de desobediencia de ti, Ansem… ¿Cómo osaste siquiera pensar en dejarla pasar? ¿Te das cuenta de la grave magnitud de tus actos…? ¡Gracias a ti, nuestro plan de devolverle a Sora todo su potencial ha fracasado!
-¿Eso… es lo único que te importa, Diz? ¿Tu propio beneficio? ¿Qué todo marche según lo planeado?... Lo siento, yo te tomaba por una persona “más humana”… Y no has demostrado sino, ser igual que los seres que tanto repudias, consumiéndote poco a poco por la ira, la venganza y la frustración… Lo lamento, pero a partir de este punto, yo seguiré mi propio camino, sea de luz u oscuridad.
-¿Te crees mucho mejor por ello?... ¿Crees capaz de hacerlo mejor?
-No lo sé, pero si no lo intento con todas mis fuerzas, nunca lo sabré. Así actúa un verdadero sabio, Diz. Seguiré mi destino, sea cual sea. Y me reuniré con las personas que quiero, o al menos las protegeré hasta el final, aunque muera en el intento… -Dicho esto, el encapuchado abrió un portal de oscuridad y se desvaneció en él.
-Necio… ¡NECIO! ¡ESO ES LO QUE ERES! ¡Y PRONTO VOLVERÁS ARREPENTIDO DE TU ERROR! ¡A todos nos llega nuestro momento y tú, Ansem, no estarás exempto… Lo verás… con tus propios ojos…

Continuará...

Fin del capítulo 11
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Mensaje  sandy_kh Dom Ago 10, 2008 2:15 am

corre wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Roxas sigue vivoooooo!!! x33
Ains,k mal lo pasé en esos moments!!!Y ala!aparece Sora!!*O*
De cada cap te voy a sacar alguna frase k me alla matado,en ste cap fué:

"No obstante el grupito seguidor de Roxas aún seguían enviándome notas amenazadoras y miradas asesinas cuando Treppe se daba la vuelta para apuntar notas en la pizarra"
xD!!!Pobre Alex,k me la amenazan x3
Buenoo,sigue así Axeeel!!!(L)
Queremos saber maas :3

(P.D.:Te echamos de menooos~~ T^T)
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Mensaje  Axel Mar Dic 09, 2008 9:40 pm

CHAPTER 12

“The Hollow City”



¿Alguien de los aquí presentes ha captado las últimas líneas? Porque servidor anda bastante perdido. ¿Treppe, una agente secreta infiltrada? ¿Capitaneada por un tal Cid Higwind? ¿Batalla de mundos? ¡Una nueva misión?... Mi cabeza pelirroja no paraba de dar vueltas ante tanta nueva información. Entonces, Sora se adelantó.

-¡Vamos chicos, no pongáis esas caras! Una amiga de Cid es nuestra amiga también.

-¿Acaso les conoces personalmente…? –Inquirió Hayner, el cual no se fiaba un pelo de todo aquello. Se sentía bastante ofendido, ya que todo aquello lo había tomado como una gran tomadura de pelo que no le hacía la menor gracia.

-¡Pues claro! Cid, Aeris, Yuffie y León me ayudaron desde que llegué a Traverse Town, justo después de que desaparecieran mis Islas, mi hogar. Siempre que los he necesitado han estado ahí para mí. ¿Por qué iba a dudar de quién habla en su nombre?

Treppe no dijo nada. Tan sólo dejó entrever una pequeña sonrisa apenas visible de complicidad.

-A ver si lo entiendo –Entré en la conversación. – Naminé y Demyx aquí presentes, nos avisaron que debíamos encontrarte y entonces, debíamos ponernos en marcha para salvar el resto de mundos amenazados por la oscuridad, ¿me equivoco?

Nadie me contradijo, tan sólo me miraban expectantes, y Treppe se colocaba bien las gafas bajo sus brillantes ojos.

-Bien –Proseguí.- Ahora la pieza que me falta encajar en este gran rompecabezas son Cid y compañía. – Miré a Sora a los ojos, esperando una respuesta que nos aclarara a todos de una vez por qué estábamos allí.

Sora se dispuso a hablar, pero Treppe le hizo una seña, por lo que guardó silencio, dotándola del turno de palabra.

-Es muy sencillo: Todos nosotros perseguimos el mismo objetivo, así que, ¿por qué no aliarnos para hacer el camino más llano y franqueable? La misión que os han encomendado no es una tarea nada fácil, más bien, las posibilidades de flaquear y fracasar son MUY elevadas y necesitaréis toda la ayuda que os puedan ofrecer, y puede que en determinados casos, incluso ésta no resulte suficiente. Así que si todos vosotros estáis de acuerdo y nos lo permitís, nosotros seremos vuestros ojos y vuestros guías en esta hazaña.

Todos los presentes, incluido yo mismo, la miramos si cabe aún más incrédulos que antes. Roxas no perdió el tiempo, se aproximó a la profesora y pronunció decidido las siguientes palabras:

-Cuente conmigo, profesora.

Poco a poco, como si de una señal se tratase, todos siguieron su ejemplo, mirándose los unos a los otros, disipando toda duda y asintiendo con firmeza. Sora sonrió a Roxas y se tendieron la mano, entre un gran bullicio de aprobación y excitación, que embriagaba la sala.

Esta idea es tan descabellada que…

-¡Podría funcionar! –Sentenció Demyx, sin ocultar en absoluto su euforia. A veces es como si pudiera oír mis pensamientos… La verdad que nunca ha sido un miembro muy común… ¿pero qué me digo? ¿Alguno había entrado dentro de lo que comúnmente denominados normalidad? Di un suspiro de resignación y les seguí la fiesta.

Tras una breve pausa, Treppe volvió a tomar la palabra.

-A las doce en punto de esta misma mañana he citado a Cid y a León para tener una primera toma de contacto, aunque me temo que tendréis que conformaros de momento con una videoconferencia, ya que debido al gran trabajo que se acumula por las bajas causadas por los Sincorazón, no han podido desplazarse hasta aquí. Ellos os informarán con más precisión de lo que debáis saber y de lo que está sucediendo ahí fuera.

De repente un extraño pitido similar al de un teléfono móvil dio la señal.

-¡Ah! Ahí están ya. –Con paso seguro atravesó la estancia, tomó asiento frente al gran Ordenador y con una rapidez espasmosa, tecleó una serie de códigos en un teclado. Entonces, la enorme pantalla recibió una señal y se encendió. Nos acercamos para captar con detenimiento todo lo que sucedía tras esa ventana al exterior.

De repente ocurrió: un hombre rubio malhumorado con una barba de dos días golpeaba bastante fastidiado el otro lado del monitor, mientras un joven alto, moreno y bastante seguro de sí mismo le recomendaba detenerse en seguida, para no averiar la conexión más de lo que ya podía estar. Treppe suspiró y carraspeó, en un intento de atraer su atención.

Ambos individuos al otro lado se detuvieron en seco y miraron atentamente al frente: Se dieron cuenta del espectáculo que habían protagonizado momentos antes y, recuperando la compostura y seriedad, se dirigieron a Treppe y al resto de los espectadores.

-Buenos días, Treppe. –Saludó el rubio.

-Buenos días también a nuestros jóvenes invitados. –Terminó el moreno.

-Buenos días Cid y León. Tal y como habíamos acordado en la anterior reunión, he reunido a estos muchachos y les he informado acerca de la amenaza que se cierne sobre nosotros.

-¿Y bien?- Quiso saber el rubio que respondía al nombre de Cid.

-Por supuesto todos ellos nos brindan su apoyo. –Concluyó la profesora.

-No esperaba menos de Sora y sus amigos. –León guiñó un ojo al resto de la sala, en especial al muchacho al que iba dirigido ese cumplido.- ¿Y ya les has hecho saber aquél segundo punto del que hablamos?

-No he tenido tiempo. Pero no dudo de tu capaz oradora, León. –Lo miró con una sonrisa un tanto traviesa.

-Bien, no puedo negarme al don de palabra que me brindas. -Dirigió su mirada a todos nosotros, tomó aire y pronunció lo siguiente.- Ya sabéis lo que supone embarcarse en esta aventura. Lo más probable es que estéis más tiempo surcando el cielo de un lugar lejano a otro más que en vuestro pueblo natal. Y no sabemos con qué frecuencia ocurrirá ni cuánto pueda durar, de hecho este segundo factor dependerá sobretodo de vosotros y vuestra capacidad para salir airosos de cualquier situación. Pero no creo que sea motivo de preocupación, porque confío sinceramente en vuestras habilidades. Y sé que compartís mi opinión.
Todos lo miraron llenos de valentía y triunfo, como si el problema poco a poco se fuera reduciendo a cenizas. Incluso Hayner apretaba sus puños con energías renovadas mirando decisivamente a León, deseoso de demostrar su valía.

-Si creéis en todo momento en vosotros y no os dejáis cegar – Prosiguió el moreno. – Sé que una vez más estabilizaremos las fuerzas de luz y oscuridad, recuperando su antiguo equilibrio.

Ya no hacía falta decir que los ánimos estaban tan altos que costaba decidir entre si reír, gritar de emoción o dar saltos de alegría. Yo no dejé que ese sentimiento me embriagase. Mi aguda percepción continuaba alertándome dentro de mí. Sabía que no sería algo tan sencillo, en absoluto. No obstante, si era el único motivo de que terminara aquella pesadilla y de poder estar con él, haría cualquier cosa para conseguir mi propósito, cualquier cosa.

Un poco más tarde, desfilábamos todos al exterior en orden y tratando de guardar silencio. Aunque mis compañeros estaban tan excitados que no sería descabellado decir que ésta fue, sin duda, la misión más difícil para ellos, ansiosos de intercambiar impresiones.

Nos dirigimos una vez más a nuestra aula, simulando total indiferencia y continuamos las clases normalmente.

Y así se sucedieron los días. Al principio la ansiedad, el nerviosismo y la emoción hacían mella entre el grupo. Ávidos de noticias, la miraban inquietos en el pasillo, la seguían hasta su despacho, incluso la abordaban a la hora del patio. Cualquier excusa era buena para tratar de sonsacarle algún tipo de información que los pusiera en movimiento. Pero para descontento general, nada parecía haber ocurrido durante ese tiempo. Y así transcurrieron unas semanas que para nosotros se hicieron interminables. Sobretodo para mí, que debía cargar con toda la tensión del ambiente. Roxas también parecía bastante agotado. Conllevar el instituto y el peso de ser uno de los elegidos no era nada fácil. Y para colmo se avecinaba el primer gran evento del curso: La noche del 31 de Octubre. Sólo quedaban tres días cuando aquella mañana fuimos convocados una vez más en el despacho de Treppe.

-¡Ya era hora! –Bufó Hayner, tratando de parecer lo más indignado que le fue posible. –Pensé que nos tendría todo el curso aquí encerrados mientras fuera de aquí se cuece toda la acción.

-Lo que pasa es que quieres saltarte las clases, Hayner. He visto cómo te entretenías lanzándole bolitas de papel a la espalda de Trueno.- Le recriminó Olette.

-Claro, me negarás que no te excita la idea de salir a explorar lejos de este pueblucho.

-¡Oye que este pueblucho es nuestro hogar!

-Va, calmaos los dos. - Los separó Pence, bastante harto de sus continuas disputas producidas por el estrés acumulado.

Kairi junto a Sora, no paraba de especular acerca del paradero de Riku. Sora no tenía idea de dónde podría estar, pero esperaba con esperanza averiguarlo pronto.

Sus tres amigos de Destiny Islands los seguían muy de cerca, igualmente nerviosos por lo que podía comunicarles la profesora, y ya hacían sus apuestas.

-¿Os imagináis que nos envía a un mundo en el que tenemos que andar al revés? –Bromeó Tidus.

A Selphie pareció horrorizarle la idea -¡Oh no, mi cerebro no lo soportaría!

-Preferiría un mundo en que se practicara el Bliztball, así tendría oportunidad de demostrar quién es el mejor jugando- Alardeó Wakka.

Pero mi atención se había vuelto a desviar hacia otra parte. Naminé y Roxas parecían muy serios mientras Demyx canturreaba alegremente una canción, con ese semblante suyo tan despreocupado de siempre, como quien va a hacer la compra de la semana.

Roxas estaba nervioso, pues no sabía qué le deparaba. Extrañamente, hacía días lo notaba bastante más distraído de lo habitual, y por lo que solía decir Hayner, muchas noches se las pasaba en vela, sin poder dormir, y cuando lo hacía, apenas descansaba. Algo debía preocuparlo, pero hasta el momento no había contado con nadie para mostrar sus preocupaciones.
Naminé por su parte, le afectaba el estado de ánimo de Roxas, pero profundamente se sentía aún más culpable, pues últimamente tenía por sistema auto culparse de la gran mayoría de cosas que sucedían, a lo que Demyx y yo mismo tratábamos de convencerla de su error.

Mientras cavilaba en todos estos pensamientos, recorrimos el tramo que nos separaba del despacho y ya nos hallábamos frente a la puerta del despacho, que Olette no dudó en llamar educadamente, ya que Hayner se había preparado ya para aporrearla, fruto de su impaciencia.

-Adelante. –La voz suave pero firme de Treppe asomó tras la puerta.

La mujer permanecía sentada en su despacho, frunciendo el entrecejo, y con sus manos apoyadas bajo su barbilla, ausente. Era evidente que algo la preocupaba. Todos nos colocamos a duras penas frente a ella al otro lado de la mesa, juntándonos unos contra otros para ocupar el mínimo espacio posible, pues el despacho no destacaba precisamente por su amplitud. Una vez Roxas cerró la puerta tras de si, ésta pareció tomar conciencia de dónde y con quien estaba y volvió en si. Nos miró a todos uno por uno y sin apenas reparar en otra cosa, dijo apresuradamente, abriéndose camino nuevamente por la trampilla:

-Seguidme.

Una vez más, descendimos uno tras otro al centro de operaciones que tanto nos sorprendiera la primera vez, aunque esta vez las sensaciones eran diferentes: excitación, inquietud e intriga reinaban en el ambiente.

Para nuestra sorpresa, en “el sótano” la atmósfera estaba muy cambiada de la primera vez, la salita era un auténtico caos. Los ordenadores trabajaban muy aprisa recopilando e imprimiendo datos, gráficos y análisis. Escáneres y rádares tomaban apuntes, imágenes cruzaban las numerosas pantallas de la habitación y el gran panel con sus numerosas y diferentes teclas no paraban de soltar destellos de colores, como si alguien los hubiera hechizado. La profesora se apresuró a comprobar unos datos que se estaban imprimiendo en ese preciso instante, los revisó minuciosa pero enérgicamente con un rápido vistazo de su mirada que cruzaba velozmente una punta a otra del papel, pestañeó, se llevó una mano a la frente y después, como recordando algo, dejó el papel sobre su amplia mesa y por fin nos brindó la atención que hacía rato esperábamos con impaciencia.

-Como podéis observar, la cosa es seria chicos, por eso os he mandado llamar. Hollow Bastion nos necesita.

-¿Bastón qué...? –Pronunció Tidus.

-Bastion, idiota... – Le dijo por lo bajo Selphie.

Este le fue a replicar, pero la profesora de nuevo tomó la palabra, reprimiendo así la réplica del chico.

-La ciudad de la que os hablé en nuestra anterior reunión. Cid está recibiendo continuas señales de diferentes mundos que ya están comenzando a degradarse y desaparecer poco a poco con la ayuda de “nuestros apreciados amiguitos”. Debemos movilizarnos y deprisa.

-Pe...Pero... –Trató de objetar Pence. - ¿Nos vamos a ir así, sin más? Nadie nos ha dicho qué nos espera, ni cómo combatirlo. Hasta ahora, sólo sabemos que esas extrañas armas que poseen Sora y Roxas son lo único que puede combatir a esas cosas. Pero nadie ha dicho nada sobre nosotros.

El resto hizo un murmullo de aprobación. La profesora sonrió un poco, pero nada sorprendida ante la pregunta formulada por Pence.

-Temía que nadie fuera nunca a formular una duda como esa. Esperaba que alguno de vosotros reparara en ello. Pues bien, el hecho de no ser un “Elegido” no implica que no podáis defenderos y ayudar en absoluto, claro. Pero es algo que también depende de vosotros. Puede que entre vosotros aún quede alguien “Elegido de la Llave”, puede que no... Todo depende de vuestro corazón, aunque a fin de cuentas, a veces, lo más simple pasa desapercibido ante nosotros.

-¿A qué se refiere con ello, profesora? –Dijo tímidamente Kairi.

-Seré más concreta. Sólo los fuertes de corazón y que realmente deseen ayudar a salvar los mundos, podrán alcanzar su objetivo y serán dotados de un don, por supuesto, cada uno con sus habilidades más sobresalientes. ¿O acaso creéis que las únicas Llaves que existen son las de Sora y Roxas?

Con estas últimas palabras, había logrado confundir aún más si cabe a los presentes.

((Continúa en el siguiente post))
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Mar Dic 09, 2008 9:43 pm

-Será mejor que lo veáis con vuestros ojos llegado el momento. Ahora la preocupación que nos ocupa es cómo llegar a Hollow Bastion.

Todos la miraron con cara de asombro. Yo sólo bostezaba y me rascaba la nuca, fingiendo indiferencia. Sabía que sólo era cuestión de tiempo que saliéramos otra vez de viaje.

-Cid y León os necesitan allí inmediatamente. Una vez os reunáis con ellos, os propiciarán más datos aproximados. Os someteréis a vuestra primera prueba. Pero nada de lo qué preocuparse.

Esta vez fue Roxas quién dio un paso al frente. Sora lo observaba con los ojos abiertos, interesando. Estaba seguro de pensar lo mismo que él.

-Todo eso está muy bien, pero... ¿Ha pensado cómo llegaremos hasta allí? No creo que ninguno dispongamos de vehículo propio, y ningún tren ha llegado nunca tan lejos, más allá de nuestro mundo. A no ser que se nos abra un portal o algo... –Miró de sosyalo a Demyx. Las anteriores veces habían dependido de él para transportarse de un lado a otro sin problemas, con mayor o menos éxito.

-Eso es cierto. –Continuó Sora, ahora al lado del rubio. – Y una nave gumi no es lo suficientemente grande para transportarnos a todos.

-Buen punto, Roxas y Sora. Por supuesto, todos esos inconvenientes ya han sido estudiados y solucionados con anterioridad. Y no os equivocáis demasiado. Cid está trabajando en la fabricación de un modelo de nave en la que os pueda transportar a todos. Pero mientras tanto, os tendréis que conformar con el habitual.

-¿Habitual? – Se extrañó Olette.

-Sí, Olette. Gracias a una ayuda externa, hemos logrado modificar el trayecto de uno de los trenes de esta villa para que os conduzca directamente a la torre del maestro Yen Sid, a su vez, Cid os enviará la Nave Gumi a ese punto tan pronto la termine, pero por los últimos informes, debe estar casi lista.

-El tren fantasma... –Murmuró Pence.

-¡Mejor aún!- Exclamó excitado Hayner, al que ya le brillaban los ojos.

-Llegados a este punto, a no os puedo servir de más ayuda por el momento, os he transmitido todo lo que sé hasta el momento. Una vez desembarquéis en Hollow Bastion, ultimaréis detalles con Cid y León.

-¿Y ya está? –La miró perplejo Tidus.

-No, no está. Os concedo el permiso de recoger lo esencial para el viaje y citarnos en la Estación Central exactamente en media hora. Podéis marcharos.

Todos se miraron desconcertados. Imaginé que esperaban algo más explícito. De donde yo procedía estaba acostumbrado a acatar órdenes con pocos detalles, así que no me conmocionó apenas como al resto de los allí presentes.
Así pues, en media hora nos habíamos reunido todos frente a la imponente Estación, que tantos recuerdos guardaba de nosotros… Miré hacia arriba, melancólico a esa gran prueba imponente del despertar de mis sentimientos. Y se me antojó que había transcurrido tanto tiempo desde la última vez que subiera allá contigo… Para mi sorpresa, frente a mí te descubrí mirando el mismo punto, sin haberte percatado aún que hacíamos lo mismo… ¿Acaso había sentido un aura familiar en nuestro escondrijo? Entonces sin percatarme, te giraste y me miraste, entre sorprendido y alegre. No pude evitar sonreírte, con (lo reconozco) un ligero sonrojo en mi rostro. Me acerqué a ti, dispuesto a hablarte, cuando la profesora descendió de la escalinata de dicha estación. Hizo un recuento de todos rápidamente con la mirada y entonces nos hizo señas con una mano para que la siguiéramos. Sin perder más tiempo, unos más impacientes que otros, como Hayner que casi tropieza al tratar de subir a toda prisa la escalinata por la curiosidad enorme que lo embriagaba. En el fondo, creo que todos nos sentíamos un poco así, sólo que no todos lo mostrábamos del mismo modo. Por pura inercia que no sabría explicar, nuestras manos se encontraron y se enlazaron, pero lejos de apartarlas, las apretamos el uno en el otro y sin decir nada, apretamos el paso, juntos mientras esperábamos con inquietud y emoción lo que fuera lo que fuera, se nos presentara ante nosotros.

-¡Eh! ¡Mirad! ¿Ese de ahí no es el tren fantasma? –Señaló excitado Hayner ante la presencia de una bonita locomotora y tren a su vez de un solo vagón de un vivo color amatista adornada de estrellas doradas.

-Pero… ¿Cómo puede ser que esté aquí parado…? –Se cuestionó Olette, verdaderamente intrigada.

¿Tren fantasma? –Se extrañó Quistis al oír ese divertido nombre mientras caminaba en dirección a los jóvenes, que ya se juntaban a su alrededor, mostrando su total interés y escepticismo los que no conocían la vieja sexta maravilla de Twiligth Town. –Nunca antes había oído que nadie la llamara así, pero es… divertido.

-¿Usted no se asusta ante nada? –La retó Hayner, algo fastidiado por no causar el efecto deseado.

-¿Por qué iba a temer el tren que conduce fuera de Twiligth Town en dirección al castillo del sabio mago Yen Sid? –Los muchachos de Twiligth Town, incluido Roxas, la miraron con ojos muy abiertos y no pude más que bostezar. No es que creyera ni dejara de creer en esas cosas, pero mi vida me había enseñado cosas mucho más temibles e impresionantes que aquellas historias sobre las maravillas de Twiligth Town… Es más, aquí todos me consideraban como la octava maravilla, aunque después resulté ser un fraude para ellos… A veces los envidiaba, puesto que eran capaces de conservar su inocencia y su pureza aún en los tiempos más difíciles… Yo apenas recordaba cómo era sentirse así. Y entonces mi mirada se cruzó con la de Roxas… Sí, él ya había dejado atrás todo aquél mundo de pesadillas y era “feliz” en su nueva realidad… Yo me esforzaba por parecer feliz ante él, aunque a veces mi mirada se ensombreciera sin previo aviso y eso parecía alertarle y preocuparse…

-¿Estás bien…? No tienes buena cara…

-Sí, sí, no te preocupes… -Sonreí lo mejor que pude, aunque pareció bastarle, sé que estaba sopesando mi “corazón” si es que era cierto que lo poseía, como siempre lo ha hecho. Él siempre ha sido la única persona a la que jamás pude mentir y no se diese cuenta, aunque fingiera aceptarla como verdad. Es verdad Roxas, aún hoy no puedo tener secretos contigo, ¿cierto?

Sin casi avisarnos, Quistis nos empujó a ambos al interior del vagón junto al resto del equipo, que ya nos esperaba.

-El maestro Yen Sid os enviará raudos a Hollow Bastion. Nada más llegar no os entretengáis en la ciudad, no es segura, puesto que también allí pueden haber llegado los Sincorazón, incluso los Incorpóreos… Buscad rápidamente a Cid, León y compañía: Ellos os explicarán los siguientes pasos en vuestra misión.

El timbre sonó. El tren comenzaba a moverse. Todos pegaron sus caras a los cristales, para despedirse de la amable profesora y de su hogar.

-¿Crees que tardaremos mucho en volver? –Le preguntó Olette a Roxas.

-Bueno, eso depende de lo mucho que nos necesiten las otras personas en peligro… -Puso una mano en su hombro. –Pero no te preocupes, sé que tarde o temprano volveremos. -Olette comenzó a reírse divertida, por lo que Roxas la miró muy intrigado. Ella captó su asombro. –No me río de ti, tranquilo, sólo pensaba que ya podría pegársele parte de tu amabilidad a Hayner

Hayner que cuando quiere afinaba muy bien el oído, le resopló. - ¿Ya empiezas, Olette?

Olette rió divertida – Claro, que él también tiene lo suyo, te hace reír un buen rato.

-Ni que fuera un monito de feria…

-A veces sí… - Guiñé un ojo cómplice a Olette.

-¡YA ESTÁ BI…!

-¡WOW!- Gritaron emocionados Seplhie y Tidus. -¡SE VE EL ESPACIO!

-Cuantas estrellas… Me recuerda al día que nos separamos, ¿te acuerdas, Sora? –Kairi intentaba ponerse romántica con Sora, pero él no parecía darse cuenta.

-Em… sí… ¡EH! ¡HE VISTO UNA ESTRELLA FUGAZ! –Dijo señalando a la ventana contraria, a lo que Donald y Goofy se apretujaron con él a buscarla.

-Tranquila, a veces los chicos son así… -La compadeció Naminé.

-Supongo… -Miró hacia el fondo del vagón. Demyx estaba entonando una nueva canción con su sitar y cantaba para él. Se aproximó con Naminé y se sentó a escuchar impresionada por como tocaba.

-¿Qué compones?

-Una canción de soledad y esperanza, ¿quieres oírla? –Naminé se sentó al otro lado y probaron de cantar juntos. La locomotora aceleró, habían entrado en la fase de la velocidad de la luz. A nuestro alrededor las estrellas se sucedían a tal rapidez que sólo podíamos contemplar una estela blanca pasando constantemente ante nosotros. Roxas tomó asiento y yo con él. Parecía seguir algo preocupado, lo incité a retirarnos un poco del resto y entonces intenté ayudarle, ya que comenzaba a preocuparme seriamente.

-Llevas días así… hay algo que te preocupa…

-No puedo engañarte, ¿verdad Alex? –Me sonrió tristemente y en su mirada vi el rastro de un brillo perdido, eso me mató por dentro. Quise abrazarlo, pero temía ser demasiado brusco...

-Es… por lo del sótano de la vieja mansión encantada… ¿no es así?

-En parte… Verás es que yo… he estado pensando y…

El tren había aminorado su marcha y anunció la proximidad a su destino. Sora se acercó y le cogió de la mano a Roxas. –Roxas, asómate por la ventana, ¡tienes que ver esto! -Ante todos, un bello castillo en una isleta apareció: el hogar del maestro Yen Sid. Roxas se giró y me miró algo consternado y pidiéndome perdón y yo le respondí con el mismo gesto. Ya encontraría una nueva ocasión de hablar, pero no quería aguardar mucho: Reconozco tener algo de paciencia, pero muy poca cuando se trata de su bienestar.
En cuanto el tren se detuvo, Tidus y Hayner discutían por ver quién salía primero. Tras una caída conjunta y risas generales, dimos con la entrada a la bonita y misteriosa torre. Sora fue a picar, pero Donald fue más raudo, al momento de picar, vieron un tipo bastante grandullón que parecía tramar algo.

-¿Pete? ¿Eres tú? – Se adelantó Goofy.

-¡Haz el favor de callarte! ¿¡No ves que estoy muy ocupado?! –Le respondió malhumorado. Acto seguido reparó en su rostro: ¿Goofy? – Miró más abajo, Donald se había reunido con ellos. ¿Donald? ¿Se puede saber por qué dos inútiles como vosotros vienen a un lugar como este? ¿O acaso os habéis perdido buscando a Su Estúpida Majestad?

-¡No llames así a Nuestro Rey! –Los compañeros de Sora se enfurecieron, preparados para una batalla.

-Chicos, no olvidéis a lo que hemos venido. –Los previno Sora.

-¿Así que tú eres el pelele de la llave? –Se rió socarronamente Pete.

-¿¡CÓMO ME HAS LLAMADO!?- La Llave Espada apareció ante sus ojos.

-Ya está bien, no se nos ha perdido nada con este tipo- Puso calma Roxas. – Vayamos a ver a Yen Sid, nos debe estar esperando.

-¡JE! Querrás decir si esos bichejos os dejan pasar… -Secretamente guiñó un ojo a unas sombras ocultas no muy lejos de allí. ¿Y tú quién eres? ¿El gemelo pelele de este?

-No pienso perder el tiempo contigo, así que seré breve… -Con un veloz movimiento desenfundó su propia llave y de una estocada lanzó a Pete varios metros atrás, cayendo de espaldas.

-Ugh… ¡ESTAS ME LA PAGARÉIS, MOCOSOS! –Dijo mientras se retiraba de la escena.

Todos miraron alucinados a Roxas mientras tranquilamente explicó mientras avanzaba el primero al interior del castillo. –Me molesta mucho que me comparen… Yo no soy el gemelo de nadie… -Lo seguí con el resto y sin apenas dificultad por Roxas, Sora y sus compañeros, nos abrimos paso hasta la última torre.
Sentado en una butaca frente a una mesa, delante de nosotros y a la puerta de entrada, nos esperaba: el sabio Yen Sid, con ambas manos juntas bajo su nariz y mirándonos con interés.

-Esperaba vuestra llegada: los astros me informaron de que pronto recibiría una visita numerosa de jóvenes promesas que pueden terminar con la agonía que sufren los mundos. Eso… y esta carta de la señora Quistis Treppe.

Hayner y compañía casi se dan de cabeza en la mesa del maestro.

-Bien, mi misión consiste en explicaros un poco la situación y proporcionaros métodos para proteger los mundos y a vosotros mismos, ¿no es así?

Nos miramos unos a otros. Verdaderamente no sabíamos muy bien a qué habíamos ido a parar allí.

-Veo que Quistis no ha perdido su manía de ser estrictamente sintética con el paso de los años… Seguidme, pues.

Atravesamos la puerta conjunta. Allí tres hadas charlaban enérgicamente sobre poderes y vestidos. Hasta pasado un minuto después no repararon en la presencia del maestro y todos nosotros, tras lo cual reverenciaron al maestro y nos saludaron amablemente.

-¿En qué podemos servirles de ayuda? –Apuntó la que parecía mayor de las tres, Flora se hacía llamar.

-Ofrecedles nuevas ropas y nuevos “dones”, los necesitarán para la misión que les fue encomendada. Cuando estén todos listos, enviádmelos nuevamente sin falta. No hay tiempo que perder.

Las chicas nos empujaron a todos al centro y uno a uno, nos tomaron medidas a diestro y siniestro, tanto que casi terminan por marearme y en más de una ocasión perder el equilibrio por culpa de la cinta métrica. A más de uno de nosotros le pasaron cosas parecidas. Tras discutirlo durante un buen rato, nos ofrecieron a cada uno de nosotros unas copias perfectas de nuestros trajes, pero mucho más actuales. Por fortuna a Sora le modificaron su traje tanto que ya estaba mucho más espacioso en su interior. Nos dieron las claves para activarlo, pero de momento sólo Sora y Roxas lograron mutar sus trajes en un rojo y negro intenso.

-¿Por qué no soy capaz de mutar? –Se quejó Selphie. –Quiero ver qué bien me sienta el rojo a los ojos.

Fauna nos explicó los entresijos del problema. –Seguramente se debe a que todavía no habéis exteriorizado vuestro poder y aún sigue dormido en vuestro interior. Deberéis seguir esforzándoos. Cuando eso pase, seréis capaces de mostrar vuestra nueva forma.

-¿Qué poderes nos concede esta nueva forma? –Quiso saber Sora, mirándose junto a Roxas en un espejo.

-Os dotará de una gran fuerza que duplicará la normal, concediéndoos nuevas habilidades, pero cada persona es diferente, así como cada traje se adapta a su portador, así que cada uno descubrirá sus propias habilidades y ventajas. Pero cuidado, el efecto no dura siempre, sino un pequeño intervalo de tiempo. Cuanto más entrenéis, más tiempo podréis mantener esta forma de fusión. –Terminó de aclarar la menor de todas, Primavera.

Tras haber vuelto a sus formas originales, Sora, Roxas y todos nosotros nos dirigimos una vez más frente a Yen Sid, que nos proporcionó un medio de transporte cómodo y seguro: Una Nave Gumi, enviada por Cid por supuesto. Según Sora, nunca había viajado en ninguna tan grande, y según palabras de Donald, por el momento tampoco tendría el placer de hacerla estrellar como a la anterior nave que compartieron. Entre quejas y risas, todos ocupamos nuestros puestos en el que cada uno se encargaba de una tarea específica: Donald de momento conduciría y Sora y Goofy serían sus copilotos, Roxas dirigiría el timón, yo me encargaría de los misiles y Hayner de los disparos, Kairi y Naminé de escudos y barreras, Selphie y Olette del radar y Tidus y Wakka del combustible. Tras unas recomendaciones de Yen Sid sobre la peligrosidad de toparnos con un incorpóreo, sobretodo humano, de los mas peligrosos, ya que estos podrían engañarnos con facilidad y depararnos trampas… Lo cual me percaté que el misterioso hombre nos observaba bastante interesado a Roxas y a mí, ni qué decir a Naminé y a Demyx, pero no comentó nada al respecto.

((Continúa en el siguiente post))
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¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP) - Página 2 Empty Re: ¿Y si fuera ella? Fic AkuRoku (TP)

Mensaje  Axel Mar Dic 09, 2008 9:45 pm

Tras algunos percances y turbulencias que entre todos logramos superar, llegamos sanos y salvos de nuestro primer encuentro con el espacio sideral a nuestra primera parada: Hollow Bastion. Aterrizamos en lo que parecía una ciudad gobernada por un castillo, edificios y pequeñas casitas en plena restauración. Dejamos la nave a las afueras y nos dirigimos a la entrada. No sabíamos muy bien adónde dirigirnos, así que nos adentramos entre las numerosas casas, observándolo todo asombrados.

-Este lugar… -Kairi lo observaba con ojos muy abiertos con aire distraído.

-¿Ocurre algo Kairi? – Sora había percatado que la muchacha parecía recordar algo.

-No es nada… pero es como si… ya hubiera estado antes en este lugar…

-¡Claro! Hace un año, ¿recuerdas? Cuando vine a rescatarte y… Riku… -Su cara se ensombreció… hacía tanto que no sabía acerca de su mejor amigo… ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien?...

-No, no… de hace más tiempo… pero apenas recuerdo mucho más de antes de llegar a Destiny Islands… Bueno, quien sabe… quizás averigüemos algo más, ¿no crees?

-¡Tienes razón! Pero de momento me conformo con encontrar a León y compañía.

-¿No sería mejor separarnos? –Comentó Hayner.- Podríamos cubrir más superficie.

-¡Buena idea! – Podríamos ir por parejas y visitar distintas partes del pueblo y preguntar a los aldeanos. –Opinó Pence, siempre trazando buenos planes.

-¡Gracias, Pence! ¡Yo me pido ir con Roxas! –Lo zarandeó pasándole su brazo por del hombro.

-Verás Hayner, no es que no quiera ir contigo, pero… había pensado que…

-Roxas se viene conmigo. –Dije tranquilamente, cruzando mi mirada con la de Hayner.

-¿Qué? ¿Me dejas por… la marimacho? ¿Por una tía? ¿¡Y qué hay de nuestra amistad!?

-No se trata de amistad, de veras… -Intentó disculparse Roxas. –Es sólo que…

-No te esfuerces Roxas, este tío no atiende a razones más que dentro del cuadrilátero de Struggle… -Tomé de su mano y comencé a caminar en dirección contraria, dejando a Hayner muy cabreado y arrastrando a Pence hacia otro lado.

Cuando nos hubimos distanciado tanto que ya no podíamos verlos, subí hasta un mirador con la excusa de poder ver mejor la ciudad para situarnos y cuando me aseguré de que nadie nos vigilaba, me puse frente a él, me aclaré la voz y fui directo al grano.

-Querías hablar conmigo a solas, ¿no es así? Por eso intentabas quitarte de en medio a Hayner y el resto…

Roxas me miró entre culpable e incómodo, agarrándose un brazo con su mano libre y apretándolo suavemente. – Tan perspicaz como siempre…

Me senté en el borde del mirador y le indiqué a Roxas que me siguiera, ofreciéndole asiento a mi lado. Dejé que él tomara la palabra.

-Bueno… ¿recuerdas lo que antes hemos estado hablando en el tren?

Asentí en silencio, mirándole directamente a sus preciosos pero tristes ojos azul intenso.

-Desde el día que bajé al sótano… Bueno, no sabría explicarlo… en general, he notado cosas muy extrañas últimamente… a mi alrededor en mi vida... pero no sé qué nombre ponerle… La Llave Espada, nuevos mundos, no paramos de toparnos con seres extraños, personas desconocidas que me tratan como si me conocieran desde siempre… y para colmo, tengo sueños muy extraños…

Me inquieté y me revolví en mi asiento. ¿Podría ser que…?

-¿Qué clase de sueños…? –Tragué saliva, esperando aquello que tanto deseaba oír.

-Pues… son sueños muy oscuros… sólo recuerdo que ando solo, bajo la lluvia… en una noche cerrada, muy cerrada… Pero aún así siento como si alguien me observara… pero me giro y no veo a nadie más que yo…

-Aja… -Le tomé de la mano, notaba mi pecho contraerse muy deprisa, mientras me acercaba a él, y mi rostro tomaba el color carmesí más intenso.

-¿Sabes lo más extraño? –Se sobresaltó girándose rápidamente a mí. –En el último de mis sueños, ¡aparece la Llave Espada! ¿No te parece de lo más raro? A veces creo que… esa Llave es la clave de algo, que no ha aparecido por que sí… pero no sé qué puede tratarse… La verdad, no dejo de darle vueltas… Por eso apenas consigo dormir por las noches y cuando lo hago, no dejan de aparecerse imágenes confusas que no logro retener... y continuamente me duele la cabeza… -Tras esto, con la otra mano, se tocó la sudorosa frente.

-¿Y… no recuerdas nada más? –No pude evitar preguntarle con un interés casi desesperado y enfermizo, acercándome muchísimo más a él, tan sólo estábamos a unos cinco centímetros el uno del otro. Él también se sonrojó conmigo.

-Pu… Pues… -Tartamudeó. Lo había conseguido poner nervioso, y eso me gustaba. Podéis llamarme cruel si queréis, pero cualquier indicio que pudiera darme de que yo le gustaba, me hacía feliz y procuraba provocárselo siempre que podía… quizás por la soledad que sentía desde hacía mucho tiempo… el único sentimiento junto a lo que llamábamos “amor” que su marcha me había dejado en su lugar… Noté que se metía la mano en el bolsillo del pantalón. Primero sonreí pícaramente pensando en lo que le podría estar pasando por la cabeza en ese momento para haber hecho ese gesto, pero me desengañé, parecía estar buscando otra cosa…Sólo algo así como un papel arrugado.

-También… encontré algo… -Tras esto se sonrojó aún más y comenzó a cerrar los ojos mientras se acercaba un poco más a mí, yo me emocioné mucho más y sintiendo palpitar mis entrañas, aún me acerqué más, imitándole. Casi podía sentir sus labios sobre mí, sólo un poco más, un poco más y…

-¡Al fin os encuentro! – Una grave voz tras de nosotros resonó en el lugar. Tal sobresalto nos llevamos que a punto estuvimos de caer al vacío. Nos sostuvimos a punto para no hacerlo y nos giramos a toda prisa en dirección a la voz, esta vez con el cuerpo palpitando, pero de impresión. Un joven alto, bien parecido, moreno y de ropajes negros y blancos nos contemplaba.

-Suerte que salí a buscaros, porque por lo que parece, no estabais muy interesados en encontrarnos… -Nos dirigió una mirada cómplice que logró sonrojarnos, a Roxas más que a mí. La verdad, le sentaba genial el rubor, lo admito. –Haré las debidas presentaciones, aunque creo que ya me conocéis de la vez anterior: Soy León, del Comité de Restauración de Hollow Bastion, para serviros. Y vosotros sois…

-Roxas, de Twiligth Town, Elegido de la Llave Espada.

-Alex, de la misma villa.

-Bien, Roxas, Alex… Yuffie, Aeris y Cid se han distribuido por la ciudad para encontrar al resto de vosotros. Supongo que a estas alturas ya habrán dado con todos ellos. Seguidme, tenemos mucho de qué hablar. ¡Ah!, y no os preocupéis por los encontronazos, no son nada para nosotros…

-¿Encontronazos? –Preguntó inocente Roxas.

-Sí, algo así como… -Sin previo aviso, nos asaltaron un buen grupo numeroso de Sincorazón dispuestos a pegar duro. -…Eso. –Desenvainó hábilmente su Sable Pistola y se lanzó al combate, seguido por Roxas, que no se separaba de mí, para mantener ahuyentados de mí a los sincorazones. Yo me mordí el labio: deseaba con todas mis fuerzas ayudarles, pero ¿cómo liberar mi poder sin ser visto por Roxas?... La impotencia me mataba, así que traté de ayudarles con lo que me vino a mano, me dirigí a por uno que tenía cerca y lo lancé velozmente contra un pequeño grupito, los cuales terminaron noqueados y Roxas pudo despacharlos sin problemas. Una vez terminados los “encontronazos” como los llamaba León, nos dirigimos raudos a una cabaña de la ciudad. Dentro nos esperaba otro mago, el cual se hacía llamar Merlín. Tras hacer las debidas presentaciones, apareció el resto de miembros por la puerta. Hayner estaba todavía tan ofendido que no nos dirigía ni la mirada, cosa que no me importaba mucho. Tidus se dirigió a nosotros preocupado.

-¿Dónde diablos os habíais metido? ¡Os hemos estado buscando por todas partes! ¿Qué estabais haciendo?

-Cosas de mayores… -Me burlé de él.

-¿¡Qué!? –Se echó para atrás, sorprendido.

-Alex, no te metas con él… Al final te creerán… -Suspiró Roxas, aunque no parecía molesto del todo.

-Bueno, podría ser verdad, ¿no? –Le guiñé un ojo. Volvió a sonrojarse, pero trató de actuar con normalidad para que no se notase mucho.

Tras nuevas presentaciones de todo el equipo, Yuffie, Aeris y Cid, éste último nos estuvo explicando el motivo de su llamada de auxilio. El motivo era que nuevos “visitantes no deseados”, los que se contaban grandes números de Sincorazones e incorpóreos habían acaparado todos los mundos y puestos en peligro, incluido Hollow Bastion, donde nos encontrábamos. No obstante, por el momento se las arreglaban bastante bien sin ayuda, pero como es lógico, no podían desplazarse al resto de los mundos si querían mantener el orden en ese mundo y evitar la propagación. Necesitaban actuar, y rápido. Y para ello contaban con la ayuda del Elegido y sus compañeros. Pero lo que no se esperaban es que tuviéramos hasta la fecha dos Elegidos y nuevos amigos, que posiblemente podrían esconder nuevos poderes ocultos que podrían ser de vital importancia para vencer al enemigo. No obstante, anduvimos un par de días por las calles y avenidas, hasta el fin de mes aproximadamente, para probar nuestras habilidades. Wakka y Tidus habían conseguido prosperar mucho y habían descubierto sus nuevos poderes. Wakka era capaz de convocar su arma, una Llave Espada que podía hacer las veces de pelota de Blitzball de aleación muy poderosa, capaz de lanzar cualquier hechizo, incluso de defensa, desarme y cambios de estado, pero aún no lograba dominar su fusión. Tidus por su parte había convocado también su propia Llave espada, de un azul intenso como el mar espumoso, el cual oferecía grandes poderes acuáticos. Las chicas aún lo tenían más difícil. Hayner se defendía bien con su bate de Struggle, pero no lograba convertirlo en una buena arma como Tidus y Wakka. Por su parte Naminé y Demyx continuaban peleando como de costumbre, por ellos no hacía falta preocuparse. Roxas y Sora cada vez lo hacían mejor y ambos lograban mantener unos pocos segundos más su forma “Valiente”, pues así se la conocía, y la verdad, se desenvolvían con tanta naturalidad como si hubieran nacido para esto. Por mi parte estuve entrenando en secreto y a espaldas de Roxas para lograr romper otro sello. Enormes sudoraciones y cierto malestar y calor me avisaban que el momento estaba cerca, pero no acababa de ceder. Necesitaba un estímulo aún más fuerte… Pero éste tendría que esperar, puesto que el tiempo allí se nos acababa. El último día de mes, 31 de Octrubre, Cid nos convocó nuevamente en la casita.

-Veamos… estudiemos las estadísticas… -Cid tecleaba a toda velocidad frente a su ordenador. –Por lo que veo, el mudo que corre más peligro inminente es “Halloween Town”… Seguramente vistas las fechas en las que nos hallamos, los Sincorazones deben encontrar apetitosos los corazones de niños asustadizos… Y por eso su presencia se debe de haber hecho más fuerte justo hoy.

-Entonces no hay tiempo que perder… -Corroboró León.

-¡Debéis espabilaros chicos, todo ese mundo depende ahora de vosotros! –Nos animó la “siempre alegre” Yuffie.

-El método para llegar es muy sencillo, ya que tenéis una excelente nave Gumi. –Nos quiso tranquilizar por su parte Aeris. – Cid amablemente se ha tomado la libertad de instalaros un nuevo bloque gumi mapa que os permitirá llegar a otros mundos más allá de este. – Entonces Yuffie se acercó y le murmuró algo al oído. - ¡Ah! Tenemos regalos que ofreceros antes de la partida: Por un lado, en vista de vuestros grandes esfuerzos por mantener a nuestros enemigos a ralla y contribuir notablemente al crecimiento y restauración de Hollow Bastion, ¡os hacemos miembros de honor del Comité de Restauración! –Todos se alegraron, sonriéndose unos a otros. – Aún hay más: Segundo, Merlín me ha pedido que os haga entrega de este viejo libro y os pide como un favor si podéis recolectar sus páginas en vuestros viajes, pues se han ido perdiendo a lo largo de su viaje de huida… y como compensación, os enseñará un nuevo hechizo para que os ayude en vuestra búsqueda. –Ahora todos vitorearon y celebraron. Gracias a Merlín, todos los que eran capaces de convocar sus “llaves Espada” sabían convocar el hielo y los otros les quedaba junto a sus asignaturas pendientes desarrollarlo, entre ellos yo, por supuesto. Aunque admito que el hielo nunca fue santo de mi bendición.

Listos para partir, recibimos unas últimas recomendaciones y al fin, una nueva aventura se alzaba ante nosotros.

-¡Todos a sus puestos! –Gritó Donald a la cabeza. –Despegamos en 3, 2,…

-¡Corta el Rollo, Donald! – Dijo Sora apretando el botón de despegue.

-¡Te dije que no tocases nada, Sora!- Se quejó el pato, muy molesto por lo que Sora acababa de hacer.

-Mira adelante o nos estrellaremos, Donald… -Sora parecía divertirse. En el fondo siempre había sido un poco gamberro.

-Tranquilo Donald, relájate, mira qué paisaje… –Comentó Goofy.

-Tú siempre tan feliz… -Suspiró el pato.

Poco después, nuevamente un enorme tráfico surgió ante nosotros, que por supuesto tuvimos que esquivar y en ocasiones enfrentarnos, pues, si nosotros podíamos viajar y volar en nave gumi, ¿por qué no iban a poder hacerlo las sombras? Nuevamente Hayner y yo nos divertimos (ya parecía haberme “perdonado” el haberme apoderado de “SU amigo” días antes) en una carrera para ver quien era capaz de acabar con más sincorazones de una vez, mientras Roxas intentaba controlarnos y el resto de chicos iba de un lado para otro para ver qué pasaba allá afuera.

Y… al fin, allí estaba ante nosotros… una gran calabaza nevada… que por supuesto, nos auguraba sorpresas y problemas… ¿Qué nos podría deparar nuestro próximo destino?

Continuará…

Fin del capítulo 12
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