La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
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La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
Bueno, como indica el nombre del post, cuenta la vida de Darkor (el personaje que me "inventé" por así decirlo, yo uso el nombre por que sí). Lo tengo subido en fanfic también, pero lo cuelgo aquí por si a alguien le interesa. Comentar que los tres primero episodios los escribí hace tiempo y no recuerdo demasiado de ellos, por lo que pueden parecer un poco infantiles. Si os gusta seguiré subiendo. Gracias por leer
Capitulo 1. Darkor
-¡A los ladrones!¡Ladrones!¡Cogedles!
Gritaba un gordo comerciante, el cual vestía ricas telas, las cuales parecían que iban a estallar de lo gordo que estaba su propietario. Lo único que veían los transeúntes eran tres borrones azules pasando a toda velocidad.
Los pocos que pudieron fijarse con un poco más de detalle en los ladrones vieron que uno parecía un elfo, aunque su piel era más oscura de lo habitual en esa especie; otra era inusualmente pequeña con la piel casi negra y unos ojos totalmente negros, a todas luces debía ser una diablilla menor; la otra era también de piel muy oscura y ojos negros, en estos había una dura mirada. Todo parecía indicar que eran gentes del desierto por su ropa, que sólo dejaban ver la cara y los dedos.
De repente en una zona de tierra desaparecieron, para luego aparecer en un callejón oscuro y terroso, los tres estaban ya jadeantes.
-Entonces lo de siempre: salgo yo los distraigo y después salís vosotros con las provisiones.- esto lo dijo la chica de piel oscura y la mirada dura, parecía la jefa.-¿Entendido? Y Sera si el estúpido de Krin vuelve para hacer heroicidades le hechizas.
-La otra vez estabas en peligro, casi te habían atrapado- contestó Krin, el que tenía rasgos élficos.
-¿En serio crees que Darkor es tan idiota como para dejarse atrapar en una vulgar rapiña?-Le reprendió Sera.
-Si,... pero pensé...
-Deja ya de tartamudear y quejarte lo entiendo por que vienes siempre.
-Por que es el único de todos al que nada más vera pretenden lincharlo. Y dejad ya de discutir me tenéis harta los dos. Bueno prepararos, salgo... YA.
Y una vez dicho esto salió rápida como una flecha, sus perseguidores la vieron enseguida y corrieron tras ella. Un minutó más tarde nadie pareció percatarse de dos personas que formaban una extraña pareja salían con los brazos llenos de cosas en dirección al desierto.
Darkor empezó a correr en dirección al bosque, zigzagueando entre las gentes y los puestos del mercado. “Tres a la derecha, una a la izquierda, recto y por debajo de los puestos” se repetía mentalmente una y otra vez la monótona secuencia, se empezaba a preguntar como no se habían percatado los guardias y los mercaderes de que siempre hacían lo mismo todos los meses. Había hablado demasiado pronto por que cuando tenía que girar a la izquierda la calle estaba bloqueada.
-¿Creíste que no nos habíamos dado cuenta de que habéis estado usando la misma ruta de escape todos los meses?- dijo la voz de un alto guardia a sus espaldas. Darkor se volvió sonriendo, con los ojos también, de una manera pícara y le contestó al guardia con un tono burlón:
-Ya pensaba yo que tan estúpidos no podías ser. Pero que bien sólo habéis tardado un año en descubrirlo ¿qué brillante mente lo ha logrado averiguar?
Tenía que entretenerlos para que Sera y Krin escapasen y ella pensar como largarse de allí sin luchar, no lo apetecía demasiado prenderle fuego a la ciudad. Intentó ubicarse en que lugar exacto de esa laberíntica ciudad se encontraba.”Bien si mal no recuerdo tres calles más a la derecha se termina la ciudad y empieza el bosque. Los árboles son suficientemente bajos como para poder irme”
-En fin, ha sido un placer charlar con vosotros, pero tengo prisa por ir a dormir así que ¡Hasta nunca idiotas!
Y dándose la vuelta hacia la barricada saltó sobre ella, todos se quedaron mirando ¡había saltado una altura de cinco metros, era imposible!
-¿A que esperáis tras ella?¡Desplegaos!- empezó a berrear el oficial.
-Coged la viva. Quiero comprobar una cosa- dijo un chico con de una voz y una mirada fría y penetrante que helaban la sangre.
Darkor decidió que sería mejor huir por los tejados, no fuera a ser que hubiesen bloqueado el resto de las calles. Lo tenía muy difícil para saltar de tejado en tejado, aunque estos estuviesen separados por una distancia de tres metros. El que ella pesase tan sólo diez kilos ayudaba bastante. De pronto se vio rodeada por guardias, pero le dejaron la parte de derecha desprotegida, iba en esa dirección cuando una voz fría habló:
-Yo que tú no lo haría, es una altura de veinte metros hasta los primeros árboles, y aunque seas capaz de saltar cinco metros no podrías sobrevivir a una caída así. Salvo que no seas una humana.
-Tienes razón- le contestó Darkor- no podría saltar esa distancia sin matarme, aunque no fuese humana. Pero has dicho saltar.
-¿Y eso importa mucho?
-Lo vas ha comprobar ahora mismo.
Dicho esto empezó a correr hacía el vacío y a los pocos metros del borde de repente le salieron un par de alas de color blanco perla, las empezó a batir y saltó al vacío.
-Que hacéis imbéciles disparad la a las alas. La quiero viva- empezó a gritar como un poseso el chico de voz fría.
-Dijiste saltar, no mencionaste nada de volar- dijo Darkor riéndose en un tono burlón.-Atrapadme ahora si podéis, idiotas.
Y se fue volando.
Mientras en el límite del bosque con el desierto Krin se estaba empezando a impacientar.
-La ha pasado algo, seguro. Vamos a buscarla.
-Por décima vez, Krin, te vas a tranquilizar. Darkor sabe cuidarse perfectamente, como te lo tengo que decir.
-Pero nunca había tardado tanto.
-Krin te lo juró, como no te estés quieto te pienso dar la mayor paliza de tu vida.
-¡Darkor!
-¡Te lo advertí, Krin te voy a pegar!
-Que no. Que viene ¿Tiene que venir corriendo?
-No ¿Qué cuernos nos está diciendo?¡Aguza tu oído, elfo estúpido!
-Creo que dice que corramos al desierto.
-Tienes razón huelo problemas. Larguémonos.
-¿Pero y Darkor?
-¿Cómo te tengo que decir que se sabe cuidar solita? Corre o te llevo de las orejas.
-Está bien tú ganas.
Cien metros por detrás, Darkor estaba en lo que se podría decir un grave aprieto: la estaban persiguiendo una docena de soldados y haber volado y haber ido saltando de tejado en tejado la habían agotado y la estaban empezando a ganar terreno. Darkor sentía un sabor similar a la sangre en la boca y había dejado de respirar para empezar jadear de un modo alarmante.”Maldita sea, por una vez que hay alguien con cerebro en la Guardia y nos tiene que tocar a nosotros ser su trofeo. ¿Dónde demonios está ese desierto? Los pulmones me van a estallar.” Por suerte el desierto ya se empezaba a ver a través de los árboles. “Último esfuerzo.” Cincuenta, cuarenta metros, diez... de repente notó unas cuerdas que aprisionaban sus tobillos ¡boleras! Darkor se concentró con todas sus fuerzas en una fogata y pronunció el conjuro “pyros” susurró apuntando con su palma izquierda a las cuerdas para quemarlas. Lo consiguió, pero nada más incorporarse sintió que todo daba vueltas alrededor de ella, “no tenía que haber usado magia, mierda, podría dejar el mundo de dar vueltas...” entonces sintió que unos brazos tiraban de ella y que dejaba de sentir el frescor de la hierba para dar paso al calor del desierto y lo siguiente que sintió fue que se sumergía en las oscuridad mientras caía hacía el fondo.
Los guardias todavía se preguntaban como era posible lo que vieron: vieron salir a un chico que cogía a la ladrona se acercaban al desierto y una vez que se habían adentrado un par de metros fue como si sumergieran en la arena como si fuese agua.
Su nuevo jefe les dijo que las gentes del desierto eran capaces de meter se por dentro de la arena hasta unos canales subterráneos, esto era debido que al estar todo el tiempo rodeados por el desierto para ellos era como si la arena fuese agua y podían bajar por los canales, con agua y a la la sombra.
Capitulo 1. Darkor
-¡A los ladrones!¡Ladrones!¡Cogedles!
Gritaba un gordo comerciante, el cual vestía ricas telas, las cuales parecían que iban a estallar de lo gordo que estaba su propietario. Lo único que veían los transeúntes eran tres borrones azules pasando a toda velocidad.
Los pocos que pudieron fijarse con un poco más de detalle en los ladrones vieron que uno parecía un elfo, aunque su piel era más oscura de lo habitual en esa especie; otra era inusualmente pequeña con la piel casi negra y unos ojos totalmente negros, a todas luces debía ser una diablilla menor; la otra era también de piel muy oscura y ojos negros, en estos había una dura mirada. Todo parecía indicar que eran gentes del desierto por su ropa, que sólo dejaban ver la cara y los dedos.
De repente en una zona de tierra desaparecieron, para luego aparecer en un callejón oscuro y terroso, los tres estaban ya jadeantes.
-Entonces lo de siempre: salgo yo los distraigo y después salís vosotros con las provisiones.- esto lo dijo la chica de piel oscura y la mirada dura, parecía la jefa.-¿Entendido? Y Sera si el estúpido de Krin vuelve para hacer heroicidades le hechizas.
-La otra vez estabas en peligro, casi te habían atrapado- contestó Krin, el que tenía rasgos élficos.
-¿En serio crees que Darkor es tan idiota como para dejarse atrapar en una vulgar rapiña?-Le reprendió Sera.
-Si,... pero pensé...
-Deja ya de tartamudear y quejarte lo entiendo por que vienes siempre.
-Por que es el único de todos al que nada más vera pretenden lincharlo. Y dejad ya de discutir me tenéis harta los dos. Bueno prepararos, salgo... YA.
Y una vez dicho esto salió rápida como una flecha, sus perseguidores la vieron enseguida y corrieron tras ella. Un minutó más tarde nadie pareció percatarse de dos personas que formaban una extraña pareja salían con los brazos llenos de cosas en dirección al desierto.
Darkor empezó a correr en dirección al bosque, zigzagueando entre las gentes y los puestos del mercado. “Tres a la derecha, una a la izquierda, recto y por debajo de los puestos” se repetía mentalmente una y otra vez la monótona secuencia, se empezaba a preguntar como no se habían percatado los guardias y los mercaderes de que siempre hacían lo mismo todos los meses. Había hablado demasiado pronto por que cuando tenía que girar a la izquierda la calle estaba bloqueada.
-¿Creíste que no nos habíamos dado cuenta de que habéis estado usando la misma ruta de escape todos los meses?- dijo la voz de un alto guardia a sus espaldas. Darkor se volvió sonriendo, con los ojos también, de una manera pícara y le contestó al guardia con un tono burlón:
-Ya pensaba yo que tan estúpidos no podías ser. Pero que bien sólo habéis tardado un año en descubrirlo ¿qué brillante mente lo ha logrado averiguar?
Tenía que entretenerlos para que Sera y Krin escapasen y ella pensar como largarse de allí sin luchar, no lo apetecía demasiado prenderle fuego a la ciudad. Intentó ubicarse en que lugar exacto de esa laberíntica ciudad se encontraba.”Bien si mal no recuerdo tres calles más a la derecha se termina la ciudad y empieza el bosque. Los árboles son suficientemente bajos como para poder irme”
-En fin, ha sido un placer charlar con vosotros, pero tengo prisa por ir a dormir así que ¡Hasta nunca idiotas!
Y dándose la vuelta hacia la barricada saltó sobre ella, todos se quedaron mirando ¡había saltado una altura de cinco metros, era imposible!
-¿A que esperáis tras ella?¡Desplegaos!- empezó a berrear el oficial.
-Coged la viva. Quiero comprobar una cosa- dijo un chico con de una voz y una mirada fría y penetrante que helaban la sangre.
Darkor decidió que sería mejor huir por los tejados, no fuera a ser que hubiesen bloqueado el resto de las calles. Lo tenía muy difícil para saltar de tejado en tejado, aunque estos estuviesen separados por una distancia de tres metros. El que ella pesase tan sólo diez kilos ayudaba bastante. De pronto se vio rodeada por guardias, pero le dejaron la parte de derecha desprotegida, iba en esa dirección cuando una voz fría habló:
-Yo que tú no lo haría, es una altura de veinte metros hasta los primeros árboles, y aunque seas capaz de saltar cinco metros no podrías sobrevivir a una caída así. Salvo que no seas una humana.
-Tienes razón- le contestó Darkor- no podría saltar esa distancia sin matarme, aunque no fuese humana. Pero has dicho saltar.
-¿Y eso importa mucho?
-Lo vas ha comprobar ahora mismo.
Dicho esto empezó a correr hacía el vacío y a los pocos metros del borde de repente le salieron un par de alas de color blanco perla, las empezó a batir y saltó al vacío.
-Que hacéis imbéciles disparad la a las alas. La quiero viva- empezó a gritar como un poseso el chico de voz fría.
-Dijiste saltar, no mencionaste nada de volar- dijo Darkor riéndose en un tono burlón.-Atrapadme ahora si podéis, idiotas.
Y se fue volando.
Mientras en el límite del bosque con el desierto Krin se estaba empezando a impacientar.
-La ha pasado algo, seguro. Vamos a buscarla.
-Por décima vez, Krin, te vas a tranquilizar. Darkor sabe cuidarse perfectamente, como te lo tengo que decir.
-Pero nunca había tardado tanto.
-Krin te lo juró, como no te estés quieto te pienso dar la mayor paliza de tu vida.
-¡Darkor!
-¡Te lo advertí, Krin te voy a pegar!
-Que no. Que viene ¿Tiene que venir corriendo?
-No ¿Qué cuernos nos está diciendo?¡Aguza tu oído, elfo estúpido!
-Creo que dice que corramos al desierto.
-Tienes razón huelo problemas. Larguémonos.
-¿Pero y Darkor?
-¿Cómo te tengo que decir que se sabe cuidar solita? Corre o te llevo de las orejas.
-Está bien tú ganas.
Cien metros por detrás, Darkor estaba en lo que se podría decir un grave aprieto: la estaban persiguiendo una docena de soldados y haber volado y haber ido saltando de tejado en tejado la habían agotado y la estaban empezando a ganar terreno. Darkor sentía un sabor similar a la sangre en la boca y había dejado de respirar para empezar jadear de un modo alarmante.”Maldita sea, por una vez que hay alguien con cerebro en la Guardia y nos tiene que tocar a nosotros ser su trofeo. ¿Dónde demonios está ese desierto? Los pulmones me van a estallar.” Por suerte el desierto ya se empezaba a ver a través de los árboles. “Último esfuerzo.” Cincuenta, cuarenta metros, diez... de repente notó unas cuerdas que aprisionaban sus tobillos ¡boleras! Darkor se concentró con todas sus fuerzas en una fogata y pronunció el conjuro “pyros” susurró apuntando con su palma izquierda a las cuerdas para quemarlas. Lo consiguió, pero nada más incorporarse sintió que todo daba vueltas alrededor de ella, “no tenía que haber usado magia, mierda, podría dejar el mundo de dar vueltas...” entonces sintió que unos brazos tiraban de ella y que dejaba de sentir el frescor de la hierba para dar paso al calor del desierto y lo siguiente que sintió fue que se sumergía en las oscuridad mientras caía hacía el fondo.
Los guardias todavía se preguntaban como era posible lo que vieron: vieron salir a un chico que cogía a la ladrona se acercaban al desierto y una vez que se habían adentrado un par de metros fue como si sumergieran en la arena como si fuese agua.
Su nuevo jefe les dijo que las gentes del desierto eran capaces de meter se por dentro de la arena hasta unos canales subterráneos, esto era debido que al estar todo el tiempo rodeados por el desierto para ellos era como si la arena fuese agua y podían bajar por los canales, con agua y a la la sombra.
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
Se lee interesante ^^
Puedes seguirlo, te doy permiso (XDDD) nah, es coña, pero se lee interesante ò.ó
Puedes seguirlo, te doy permiso (XDDD) nah, es coña, pero se lee interesante ò.ó
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
Aunque nadie haya dicho nada de que queria una conticnuacion voy a colgar el segundo capitulo, puesto que si no seria un maldito parasito en el proyecto
Espero que le guste a alguien, aunque no lo diga:
-Te dije que estaba tardando demasiado. Me tenías haber dejado ir a buscarla.-Darkor podía oír la voz de Krin, que como no, debía estar discutiendo con Sera.
-Si, tienes razón, llevas un año diciendo lo, en algún momento debías acertar, aunque seas un elfo eres la persona más estúpida que he tenido la desgracia de conocer.
-Al menos mis ojos sirven para algo, no como los tuyos, totalmente negros y que ni sirven para ver en la oscuridad.
-Como no retires lo que acabas de decir te pienso hacer tragar tus palabras.
-Os importaría discutir un poco más bajo me duele la bastante cabeza.
Lo cual no era del todo cierto sólo se sentía ligeramente mareada por el esfuerzo.
-¡Darkor! Ya te has despertado- el bueno de Krin, siempre preocupando se por los demás- llevas una hora más o menos durmiendo. Me estaba empezando a preocupar.
-¿Tú preocupando te por alguien? No me lo puedo creer- dijo Sera en un tono burlón- ¿cómo te encuentras?- Dijo ya en un tono serio.
-Un poco mareada. He hecho un gran esfuerzo.
Ambos primero la miraron con extrañeza y luego entre ellos como preguntándose el uno al otro si sabía algo del porque.
-Explícate mejor, por favor
-He tenido que volar y luego quemar las cuerdas con magia. Además había un guardia, que parecía tener cerebro. Bloquearon una de las calles y tuve que ir saltando de tejado en tejado hasta las murallas y entonces tuve que largarme volando, sólo lo pude hacer unos doscientos metros, peso demasiado.
-¡¿Demasiado?! ¡Pesas solamente diez kilos!- dijo Krin.
-Krin, como te tengo que decir los ángeles normales pesan como mucho cinco kilos. Bueno yo, Dek, Darkor y Draco.
-¿Puedo continuar o vais a empezar a discutir, para no faltar a la costumbre?
>>Bueno, después de aterrizar pude comprobar que me habían seguido por el cielo, pensé que no se molestarían en seguirme una vez abandonase la ciudad. Pero allí estaban, unos cien metros por detrás de mí, entonces tuve que empezar a correr en cuanto os vi empecé a gritaros que os fueseis, pensaba que los pulmones me habían estallado, casi no podía ni respirar. Cuando estaba sólo a unos cinco metros, me lanzaron boleras y tuve que usar la magia para quemar las ligaduras. Lo siguiente que recuerdo es que unos brazos me arrastraban al desierto y que caía.
-Fue Krin, y por una vez en la vida me alegro de que haya sido tan protector, sino te hubiesen capturado.
-Tienes que refrescarte y descansar. También deberías quitar te el pañuelo, te debe de estar apretando la cabeza. Deja que te lo quite.
No debió de haber dicho eso, por que de repente Darkor se abalanzó sobre él y le empezó apretar cada vez más fuerte del cuello del traje.
-Ni se te ocurra tocarme el pañuelo. Dijo Darkor entre dientes furiosa.
-Deja le, sólo trataba de ayudarte- Sera trataba de separar los y que se tranquilizase, pero parecía ignorarla.
-¿Cuantas veces más te lo voy a tener que repetir elfo estúpido?
-Darkor me estás haciendo daño, para por favor- empezó a decir con un hilo de voz suplicante Krin.
Finalmente Sera logró separarlos y en susurros empezó a hablar con Krin.
-¿Cómo demonios se te va a meter en la cabeza que nunca debes preguntar porque lleva todo el tiempo el pañuelo puesto, cual de sus padres era un ángel y porque nunca se quita ni los mitones ni el pañuelo? Ni Dek se atreve a decirse lo y ya sabes que es la cosa más curiosa que haya podido existir nunca.
Darkor se acercó a uno de los arroyos cercanos, si no fuera porque eran capaces de atravesar la arena habrían muertos hace bastante, tan solo había que ir una vez al mes a robar, a la ciudad, a los ricos mercaderes. Además al ser los pasadizos de roca (roca que en el techo era capaz de emitir luz propia, por lo que se veía perfectamente). La fortaleza se encontraba en mitad del desierto, a una semana de camino normal sin agua y con unas temperaturas infernales por el día y glaciares por la noche. Ni los lemacs sobrevivían en ese desierto (unos animales de color entre blanco y arena que eran capaces de recorrer largas distancias sin necesidad de tomar ni bebida ni comida).
La fortaleza la había encontrado Draco de pura casualidad cuando siendo un crío, durante una tormenta de arena, se había separado de su familia (nómadas) y casi muerto la encontró. Era una antigua fortaleza de unos mil años de antigüedad, debía de haber sido construido en la época dorada del Imperio Humano, cuando todavía el desierto no existía en aquella zona. Estaba hecha de grueso muros, que hacían que por el día se quedase dentro el frescor almacenado por la noche por la piedra y por la noche al revés, tenía forma de semi-esfera, aunque no cerrada por completo que formaba una especie de anillo, y con ochos torres vigías orientadas a los cuatro puntos cardinales principales y a los secundarios, que permitían ver a unos veinte kilómetros a la redonda. Las torres principales estaban en la parte interior de la Fortaleza, y las secundarias(más pequeñas) en la parte exterior. Tenía cuatro puertas principales orientadas a los cuatro puntos cardinales, no muy grandes para que la muralla no se derrumbase, lo cual cuando había tormentas de arena era bastante útil. El interior era una especie de laberíntico palacio: había unas cincuenta habitaciones, todas de gigantescas proporciones, de las cuales aproximadamente la mitad todavía no las habían logrado rehabilitar.
De las habitaciones que utilizaban estaban las cocinas, la sala de banquetes que lo usaban de comedor y para reunirse, una gigantesca biblioteca (en la cual Dek prácticamente vivía), almacenes para armas y la comida que robaban, los dormitorios de cada uno, unas habitaciones privadas particulares y las reservas de agua; los baños estaban cerca de estas y por tanto también los dormitorios (para que cuando tuviesen una urgencia no tuviesen que ir muy lejos). Además había cientos de pasadizos por los que exploraban en sus ratos libres y en por uno de esos pasadizos se llegaban directamente a los subterráneos.
A Darkor empezó a recordar la alegría que había sentido al ver la fortaleza hacía un año, llevaba vagando por el desierto seis días, el agua se le había agotado hacía dos y llevaba sin comer cuatro apenas había dormido, escapando de sus perseguidores. No quería que la capturasen para que la utilizasen y luego deshacerse de ella como habían hecho con su madre. Su madre que había muerto asesinada por su padre, lo poco que conservaba de ella era su pelo y parte de sus poderes. Se refrescó bien y trato de apartar de su mente todos aquellos recuerdos, ellos parecía que la habían dado por muerto puesto que no había tenido noticias de ellos en todo el tiempo que llevaba en la Fortaleza, además había cambiado bastante desde que llegó, estaba más morena y delgada, además ya no llevaba el pelo suelto como antes, lo tenía oculto por el pañuelo y ni siquiera se lo quitaba para dormir.
Por lo demás podía considerar la Fortaleza como un hogar, aunque lo cierto salvo cuando era pequeña no había podido llamar a ningún sitio hogar, nunca se quedaba demasiado tiempo en un mismo lugar, siempre huyendo de ellos; incluso quería a todos como si fuesen su familia, incluido Dek con sus siempre curiosas preguntas. Sobre todo debía estar agradecida a Draco, el jefe, la había acogido y protegido cuando llegó a la Fortaleza casi muerta y agotada, vestida con ropas de nómadas y el pelo cubierto ya con un pañuelo y como unas posesiones una espada que era de su familia y que apenas había usado alguna vez y una pulsera de hilos que sabía que significaba algo pero no tenía ni idea del que.
Se terminó de refrescar la cara con el agua y bebió uno sorbos, tenían que ponerse en marcha para recuperar el tiempo perdido.
-En marcha, vamos.
-Si, cuanto más tardemos más tiempo tendrá Dek de pensar que preguntas va hacernos. No lo soporto. Dijo Sera con voz enfadada, mientras recogían las provisiones, detestaba que Dek la atosigase a preguntas.
-No las tendría que hacer si le dejásemos venir con nosotros. Le contestó Krin-
-¿Te imaginas a Dek en un mercado? No dejaría de hacer preguntas. El día que encuentre donde tiene escondido eso libro que dijo de maldiciones le pienso echar la silenciadora.
-No sé, creo que se echaría de menos el sonido de su voz. Además es el único que sabe el lugar exacto de donde está cada cosa, Draco no te dejaría echársela. Dijo Darkor interviniendo en la conversación para evitar que discutiesen.
- Y probablemente ya sepa todas las maldiciones de memoria y las contra maldiciones y estará protegido por amuletos.
-Si, creo que no te gustaría acabar como un rugar alado.
Todos se pusieron a reír y empezaron a andar hacía la Fortaleza.
Lo que ellos no sospechaban era que había otros accesos a los subterráneos, y el misteriosos chico de voz fría conocía uno de esos accesos se encontraba en la ciudad.
Pero ellos estaban tan seguros de que nadie más conocía los subterráneos que nunca se preocupaban por comprobar si alguien los vigilaba o seguía. Tampoco nunca se habían preocupado de borrar las señales que indicaban el camino a la fortaleza, sólo las habían borrado a unas dos horas de camino por el desierto de la fortaleza, por donde subían unas escaleras hasta él.
Espero que le guste a alguien, aunque no lo diga:
Capítulo 2. La Fortaleza
-Te dije que estaba tardando demasiado. Me tenías haber dejado ir a buscarla.-Darkor podía oír la voz de Krin, que como no, debía estar discutiendo con Sera.
-Si, tienes razón, llevas un año diciendo lo, en algún momento debías acertar, aunque seas un elfo eres la persona más estúpida que he tenido la desgracia de conocer.
-Al menos mis ojos sirven para algo, no como los tuyos, totalmente negros y que ni sirven para ver en la oscuridad.
-Como no retires lo que acabas de decir te pienso hacer tragar tus palabras.
-Os importaría discutir un poco más bajo me duele la bastante cabeza.
Lo cual no era del todo cierto sólo se sentía ligeramente mareada por el esfuerzo.
-¡Darkor! Ya te has despertado- el bueno de Krin, siempre preocupando se por los demás- llevas una hora más o menos durmiendo. Me estaba empezando a preocupar.
-¿Tú preocupando te por alguien? No me lo puedo creer- dijo Sera en un tono burlón- ¿cómo te encuentras?- Dijo ya en un tono serio.
-Un poco mareada. He hecho un gran esfuerzo.
Ambos primero la miraron con extrañeza y luego entre ellos como preguntándose el uno al otro si sabía algo del porque.
-Explícate mejor, por favor
-He tenido que volar y luego quemar las cuerdas con magia. Además había un guardia, que parecía tener cerebro. Bloquearon una de las calles y tuve que ir saltando de tejado en tejado hasta las murallas y entonces tuve que largarme volando, sólo lo pude hacer unos doscientos metros, peso demasiado.
-¡¿Demasiado?! ¡Pesas solamente diez kilos!- dijo Krin.
-Krin, como te tengo que decir los ángeles normales pesan como mucho cinco kilos. Bueno yo, Dek, Darkor y Draco.
-¿Puedo continuar o vais a empezar a discutir, para no faltar a la costumbre?
>>Bueno, después de aterrizar pude comprobar que me habían seguido por el cielo, pensé que no se molestarían en seguirme una vez abandonase la ciudad. Pero allí estaban, unos cien metros por detrás de mí, entonces tuve que empezar a correr en cuanto os vi empecé a gritaros que os fueseis, pensaba que los pulmones me habían estallado, casi no podía ni respirar. Cuando estaba sólo a unos cinco metros, me lanzaron boleras y tuve que usar la magia para quemar las ligaduras. Lo siguiente que recuerdo es que unos brazos me arrastraban al desierto y que caía.
-Fue Krin, y por una vez en la vida me alegro de que haya sido tan protector, sino te hubiesen capturado.
-Tienes que refrescarte y descansar. También deberías quitar te el pañuelo, te debe de estar apretando la cabeza. Deja que te lo quite.
No debió de haber dicho eso, por que de repente Darkor se abalanzó sobre él y le empezó apretar cada vez más fuerte del cuello del traje.
-Ni se te ocurra tocarme el pañuelo. Dijo Darkor entre dientes furiosa.
-Deja le, sólo trataba de ayudarte- Sera trataba de separar los y que se tranquilizase, pero parecía ignorarla.
-¿Cuantas veces más te lo voy a tener que repetir elfo estúpido?
-Darkor me estás haciendo daño, para por favor- empezó a decir con un hilo de voz suplicante Krin.
Finalmente Sera logró separarlos y en susurros empezó a hablar con Krin.
-¿Cómo demonios se te va a meter en la cabeza que nunca debes preguntar porque lleva todo el tiempo el pañuelo puesto, cual de sus padres era un ángel y porque nunca se quita ni los mitones ni el pañuelo? Ni Dek se atreve a decirse lo y ya sabes que es la cosa más curiosa que haya podido existir nunca.
Darkor se acercó a uno de los arroyos cercanos, si no fuera porque eran capaces de atravesar la arena habrían muertos hace bastante, tan solo había que ir una vez al mes a robar, a la ciudad, a los ricos mercaderes. Además al ser los pasadizos de roca (roca que en el techo era capaz de emitir luz propia, por lo que se veía perfectamente). La fortaleza se encontraba en mitad del desierto, a una semana de camino normal sin agua y con unas temperaturas infernales por el día y glaciares por la noche. Ni los lemacs sobrevivían en ese desierto (unos animales de color entre blanco y arena que eran capaces de recorrer largas distancias sin necesidad de tomar ni bebida ni comida).
La fortaleza la había encontrado Draco de pura casualidad cuando siendo un crío, durante una tormenta de arena, se había separado de su familia (nómadas) y casi muerto la encontró. Era una antigua fortaleza de unos mil años de antigüedad, debía de haber sido construido en la época dorada del Imperio Humano, cuando todavía el desierto no existía en aquella zona. Estaba hecha de grueso muros, que hacían que por el día se quedase dentro el frescor almacenado por la noche por la piedra y por la noche al revés, tenía forma de semi-esfera, aunque no cerrada por completo que formaba una especie de anillo, y con ochos torres vigías orientadas a los cuatro puntos cardinales principales y a los secundarios, que permitían ver a unos veinte kilómetros a la redonda. Las torres principales estaban en la parte interior de la Fortaleza, y las secundarias(más pequeñas) en la parte exterior. Tenía cuatro puertas principales orientadas a los cuatro puntos cardinales, no muy grandes para que la muralla no se derrumbase, lo cual cuando había tormentas de arena era bastante útil. El interior era una especie de laberíntico palacio: había unas cincuenta habitaciones, todas de gigantescas proporciones, de las cuales aproximadamente la mitad todavía no las habían logrado rehabilitar.
De las habitaciones que utilizaban estaban las cocinas, la sala de banquetes que lo usaban de comedor y para reunirse, una gigantesca biblioteca (en la cual Dek prácticamente vivía), almacenes para armas y la comida que robaban, los dormitorios de cada uno, unas habitaciones privadas particulares y las reservas de agua; los baños estaban cerca de estas y por tanto también los dormitorios (para que cuando tuviesen una urgencia no tuviesen que ir muy lejos). Además había cientos de pasadizos por los que exploraban en sus ratos libres y en por uno de esos pasadizos se llegaban directamente a los subterráneos.
A Darkor empezó a recordar la alegría que había sentido al ver la fortaleza hacía un año, llevaba vagando por el desierto seis días, el agua se le había agotado hacía dos y llevaba sin comer cuatro apenas había dormido, escapando de sus perseguidores. No quería que la capturasen para que la utilizasen y luego deshacerse de ella como habían hecho con su madre. Su madre que había muerto asesinada por su padre, lo poco que conservaba de ella era su pelo y parte de sus poderes. Se refrescó bien y trato de apartar de su mente todos aquellos recuerdos, ellos parecía que la habían dado por muerto puesto que no había tenido noticias de ellos en todo el tiempo que llevaba en la Fortaleza, además había cambiado bastante desde que llegó, estaba más morena y delgada, además ya no llevaba el pelo suelto como antes, lo tenía oculto por el pañuelo y ni siquiera se lo quitaba para dormir.
Por lo demás podía considerar la Fortaleza como un hogar, aunque lo cierto salvo cuando era pequeña no había podido llamar a ningún sitio hogar, nunca se quedaba demasiado tiempo en un mismo lugar, siempre huyendo de ellos; incluso quería a todos como si fuesen su familia, incluido Dek con sus siempre curiosas preguntas. Sobre todo debía estar agradecida a Draco, el jefe, la había acogido y protegido cuando llegó a la Fortaleza casi muerta y agotada, vestida con ropas de nómadas y el pelo cubierto ya con un pañuelo y como unas posesiones una espada que era de su familia y que apenas había usado alguna vez y una pulsera de hilos que sabía que significaba algo pero no tenía ni idea del que.
Se terminó de refrescar la cara con el agua y bebió uno sorbos, tenían que ponerse en marcha para recuperar el tiempo perdido.
-En marcha, vamos.
-Si, cuanto más tardemos más tiempo tendrá Dek de pensar que preguntas va hacernos. No lo soporto. Dijo Sera con voz enfadada, mientras recogían las provisiones, detestaba que Dek la atosigase a preguntas.
-No las tendría que hacer si le dejásemos venir con nosotros. Le contestó Krin-
-¿Te imaginas a Dek en un mercado? No dejaría de hacer preguntas. El día que encuentre donde tiene escondido eso libro que dijo de maldiciones le pienso echar la silenciadora.
-No sé, creo que se echaría de menos el sonido de su voz. Además es el único que sabe el lugar exacto de donde está cada cosa, Draco no te dejaría echársela. Dijo Darkor interviniendo en la conversación para evitar que discutiesen.
- Y probablemente ya sepa todas las maldiciones de memoria y las contra maldiciones y estará protegido por amuletos.
-Si, creo que no te gustaría acabar como un rugar alado.
Todos se pusieron a reír y empezaron a andar hacía la Fortaleza.
Lo que ellos no sospechaban era que había otros accesos a los subterráneos, y el misteriosos chico de voz fría conocía uno de esos accesos se encontraba en la ciudad.
Pero ellos estaban tan seguros de que nadie más conocía los subterráneos que nunca se preocupaban por comprobar si alguien los vigilaba o seguía. Tampoco nunca se habían preocupado de borrar las señales que indicaban el camino a la fortaleza, sólo las habían borrado a unas dos horas de camino por el desierto de la fortaleza, por donde subían unas escaleras hasta él.
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
ohoiiiiiii ke interestin istoria xDDD me he leido hoy el primer capitulo [i el segundo] i man gustao!! ^^ yo me apunto a seguirla! ÁNIMO I A ESCRIBIR COMO UN POSESO xDDDDDDDD (nah, toy loco XD sigue escribiendo asi, esta historia mola, te lo digo yo *jumm*)
choppi-kun- Medical
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Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
No estan nada mal la narrativa es intteresante
Procura hacer los textos mas separados para que sea mas facil leerlos por lo demas esta interesante^_^
Procura hacer los textos mas separados para que sea mas facil leerlos por lo demas esta interesante^_^
Kiriel- Cantidad de envíos : 20
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Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
Bueno este capitulo lo he tenido que dividir en dos post , ya que es el más largo. He hecho caso a Kiriel y he separado los párrafos para que se pueda lear más claramente. Tengo escrito hasta el capitulo 5, no se si subiere hasta ese hasta de irme al campamento. No quiero subir de golpe, para que sea más como entregas y dejaros con la emocion Espero que os guste
Cuando llegaron a la Fortaleza lo primero que vieron es que acaba de oscurecer, la estrella Xiné se estaba terminando de poner por el sur y teñía de color rojizo el cielo. Lo siguiente fue como una sombra perteneciente, a un joven larguirucho y delgado, bajaba rápidamente del segundo piso de la biblioteca.
-Preparaos para el interrogatorio de Dek- dijo Sera.-Otro bonito dolor de cabeza.
Un segundo después de terminar esa frase Dek ya se encontraba junto a ellos, parecía imposible que alguien pudiese recorrer el patio entero en tan solo cinco segundos, pero Dek no era normal: tenía una curiosidad insaciable, físicamente parecía imposible que estando tan delgado pudiese tan alto, parecía que se iba a romper de un momento a otro, era capaz de moverse muy rápido y nunca paraba quieto. Tenía el pelo de un tono cobrizo generalmente, pero este cambiaba según el momento del día y era más claro o más oscuro; lo mismo pasaba con sus ojos por lo general eran grises con un toque verdoso, pero también cambiaban, pero estos según su humor, que por lo general era de nerviosismo, curiosidad y alegría al descubrir algo nuevo. De su procedencia, a pesar de estar siempre tratando de averiguar cosas, nunca se había preguntado cuantos años tenía, donde había nacido, ni a que pueblo pertenecía: Luz, Oscuridad o Humanos. Sólo sabía que era Mestizo, como Sera (medio diablilla), Krin (semi elfo), Draco (era medio humano y algo más que nunca les había comentado) y Darkor (sólo había logrado averiguar que era semi ángel, si fuese uno completo tendría muchos problemas en el desierto, puesto que la piel de los ángeles es tan delicada, blanca y pura que la luz la daña mucho. Y respecto el origen de Darkor prefería no preguntar, ya lo hizo una vez y como respuesta obtuvo que Darkor lo dejase suspendido a treinta metros del suelo enganchado en la punta de su espada, desde entonces comprendió que con Darkor era mejor no preguntar).
En cuanto llegó ya tenía una decena de preguntas que hacerles, ya había abierto la boca cuando Sera le metió una zanta muy grande en la boca para que no empezase a hacer preguntas y ellos pudiesen hablar primero.
-Ya te contestaremos a tus estúpidas preguntas más adelante, ahora déjanos descansar y luego cuando estemos todos juntos te contestaré a todas tus preguntas. Y juro que como no me hagas caso te voy a cortar en rodajas después de haberte escaldado en aceite hirviendo y te comeré de postre. ¿Has entendido?- Dijo Sera con voz seria, aunque amenazante, hubiese conseguido asustarle sino fuese por que era la segundad vez que repetía esa amenaza. Llevaba tanto tiempo amanezando le que se le empezaban a agotar las ideas para amenazas nuevas.
Y Dek, aparte de una curiosidad insaciable, tenía una extraordinaria memoria. Era tal que sabía donde estaban la mayor parte de los libros de la biblioteca, la biblioteca era inmensa y salvo Dek no se atrevían a internarse en ella sin el muchacho, y Sera... directamente detestaba entrar allí, decía que le daba escalofríos, pero Krin decía para hacerla rabiar que en verdad no le gustaba la biblioteca por que solo sabía leer la lengua oscura, lo cual no era un mérito puesto que cada pueblo ( Luz, Oscuridad y Humano) sabía leer su tipo de escritura desde su nacimiento.
Se rieron de buena gana viendo los desperados intentos de Dek de hablar, morder y quitarse de la boca la zanta que Sera le había metido lo máximo posible en la boca para mantenerlo callado. Justo en ese momento apareció Draco por detrás de ellos sin que antes se hubiesen percatado de su presencia, ya que si Dek era rapidísimo, Draco era silencioso y pasaba siempre desapercibido, era casi imposible ver donde estaba cuando se quería esconder.
-Habéis tardado demasiado, ¿qué ha pasado?- en su voz prácticamente no había ningún atisbo de emoción, pero tenía un leve matiz de riña en él.
Krin iba a abrir la boca pero Darkor se le adelantó.
-Primero quiero descansar y luego ya hablaremos.
-Contadme primero por que habéis tardado tanto.-Contestó Draco con algo enfadado.-Luego descansaréis, sino no haber tardado tanto en volver.
Rápidamente Krin, Dek y Sera comprendieron lo que se avecinaba y empezaron a realizar una de sus “retiradas estratégicas”, que consistía en empezar a retroceder lentamente hasta un lugar a salvo de la ira de Draco y Darkor. No sabían exactamente por que pero Darkor y Draco rara vez discutían, no como Sera y Krin, pero cada vez que lo hacían era mejor estar lo más alejados posibles de ellos, se ponían tan furiosos y chillaban tanto que daban miedo y hasta Dek procuraba no estar presente, ya había intervenido y como consecuencia había sido lanzado por Darkor al otro extremo del patio, luego le dijo que su magia podía hacer eso si estaba furiosa e intuía algún peligro; desde entonces procuraban alejarse lo máximo posible de ellos. En esos momentos ya habían empezado a chillarse y ellos mientras estaban ya corriendo en dirección a unos pedruscos que los mantenían protegidos para escuchar pero
-Tengo derecho a saber por que habéis tardado tanto. –Dijo Draco en voz más alta de lo habitual, pero no gritando, y como con indiferencia.- Para algo soy el jefe.
-Y a mí me gustaría descansar antes de contarte lo, por que si todavía no te habías dado cuenta estamos bastante cansados. Y respecto a ser el jefe ya sabes que a mí eso me da igual, ya lo te lo dije hace tiempo cuando llegué aquí- le contestó furiosa Darkor.
-Eso no es motivo para que siempre intentes cuestionar mi autoridad.
-Yo no trato de cuestionar tu autoridad. Tienes miedo de que alguien te arrebaté tu liderazgo.
-¿Pero que estás diciendo?- el tono de la discusión empezó a elevarse cada vez más alto. Ya casi estaban gritando.
-¿Quién crees que te quiere arrebatar el poder liderar esta nutrido grupo de mestizos?- Dijo Darkor en un tono burlón. Si quería poner furioso a Draco lo acababa de lograr, por que lo siguiente que se oyó fue el sonido de una bofetada que le acababa de dar Draco a Darkor. Lamentaría más tarde haberlo hecho.
Soltando un grito de rabia y dejando caer las provisiones se abalanzó sobre Draco con una furia característica que hacía temblar de miedo incluso a Dek, y eso que él sólo se asustaba de las tormentas eléctricas y pocas cosas más.
Parecía un combate desigual para Darkor puesto que si ella medía un metro sesenta y era algo robusta, Draco por el contrario medía casi dos metros y era un poco más corpulento que ella. Parecía mentira que fuese capaz de moverse tan ágilmente, era tan ágil que Dek decía que era mitad gato y mitad humano. Aparte de eso Draco tenía el pelo castaño y los ojos de color almendrado y era bastante fuerte. También era el jefe de ellos, pero lo único que hacía era ordenarles sus tareas y cuando debían ir a por provisiones y cuales eran absolutamente necesarias y cuantas cosas más podían robar, el único problema que tenía era cuando Darkor le ignoraba y hacía lo que le daba la gana, lo cual le enfurecía y solían acabar así: revolcándose por el suelo y pegándose hasta que se cansaban.
Y así, rodando el uno sobre el otro, cruzaron todo el patio hasta el otro extremo, formando un borrón de color azul. Porque todas sus ropas eran de ese color, aparte de ser amplias y cerradas en las articulaciones, para rebajar el calor al quedarse una fresca capa de aire por el día y cálida por el día y para que no les entrase la arena dentro del cuerpo, respectivamente.
Cuando sus cuerpos chocaron contra la pared ambos se incorporan y se separaron unos pasos.
-¿Qué creéis que van a hacer ahora?- preguntó Sera, que veía aquello como si fuese un espectáculo divertido.
-Deberíamos hacer algo se vana acabar haciendo daño de verdad- dijo Krin preocupado.
-Intenta detenerles tú. Yo ya lo intenté y no fue agradable cree me-contestó Dek con curiosidad mirando a Krin, se volvió a Sera y la dijo como respuesta.-Yo creo que Darkor intentará embestirlo, entonces Draco la lanzará al otro del lado del patio, probablemente aterrizará en la armería y todo resultará más divertido.
-Si pero Darkor está bastante cansada, así que aterrizará en la armería pero nada más. ¿Apostamos?-Dijo Sera con un tono de maldad o picardía en la voz.
-De acuerdo. Que te parece... ¿mis tareas de las próximas dos semanas?- antes de terminar la frase ya tenía tendida su mano a la vez que miraba en dirección de los dos luchadores.
-Trato hecho- dijo chocando su mano con la Dek, a la vez que Krin los miraba horrorizado.- No nos mires así Krin, nunca se hacen daño, bueno no demasiado.
Miraron como se desarrollaba la pelea desde su seguro refugio, los dos contrincantes se estaban mirando como evaluándose el uno al otro. De pronto Darkor empezó a correr, bajando la cabeza se preparó para embestir a Draco pero este, que debía saber lo que haría. La cogió antes de que llegase a rozar le, por los brazos, que tenía extendidos, y la lanzó al otro extremo del muro y dando vueltas en el aire aterrizó a dos metros de la puerta de la armería cabeza abajo y sin sentido acabó cayendo de un costado boca abajo.
-Maldita sea sean acabado haciendo daño- oyeron decir a Krin a medida que se acercaba a Darkor.
-Empate entonces ¿no?- preguntó Dek.
-No. Gano yo, iba en dirección a la armería pero se ha desviado sólo dos metros, además se ha quedado inconsciente por que no la quedan fuerzas.-contestó con un brillo de picardía en los ojos.
-No sé por que hago tratos contigo. Siempre encuentras el modo de hacer que sean a tu favor. Pero en fin, un trato es un trato. Haré tus tareas de los próximos dos días.
-Semanas. Las próximas dos semanas dijiste.
-Esta bien, esta bien las ha...
Antes de terminar esa frase oyeron un chillido de horror procedente de donde estaban apiñados Draco y Krin alrededor de Darkor.
-Vayamos a ver que la pasa.-Dijo yendo ya hacía allí Dek.
Cuando llegaron vieron que Darkor estaba en el suelo tumbada, mirando al vacío, como en trance, y decía a veces gritando y otra diciendo en susurros:
-Me han encontrado, no dejéis que me encuentren, no dejéis me maten, no quiero que me cojan...
Entonces se empezó a revolver y temiendo que se hiciese daño Draco la agarró por los brazos, pero Darkor lo lanzó por los aires, Dek al ver esto se sumió en sus propias cavilaciones y de repente desapareció en dirección al pozo de agua, Sera alargó su brazo derecho y mostrando la palma de su mano en dirección a Darkor susurró “Quédere” con los ojos cerrados y cara de concentración, de repente se sujeto la muñeca con su mano izquierda y lo que ahora mostraba su cara era el esfuerzo de mantener el hechizo y cuando ya parecía que podía con ello la magia se volvió contra ella y la lanzó al otro extremo del patio aterrizando encima de Draco que ya se estaba incorporando, lo cual provocó que ambos cayeron al suelo, uno encima del otro. Krin se quedó paralizado mientras que Darkor se ponía de pié, de pronto oyó a Dek decirle que se agachase y le obedeció tumbándose en el suelo. Cuando se levantó vio de nuevo a Darkor tumbada en el suelo totalmente empapada, Dek con un cubo de agua en la mano y a Sera y Draco acercándose aturdidos, lo único que dijo Dek fue que mejor no preguntase nada y llevasen a Darkor a dentro a la sombra. Luego recogieron las provisiones, las guardaron y se pusieron a descansar una vez le hubieron contado a Draco todo lo que les había pasado.
Capítulo 3. El ataque
Cuando llegaron a la Fortaleza lo primero que vieron es que acaba de oscurecer, la estrella Xiné se estaba terminando de poner por el sur y teñía de color rojizo el cielo. Lo siguiente fue como una sombra perteneciente, a un joven larguirucho y delgado, bajaba rápidamente del segundo piso de la biblioteca.
-Preparaos para el interrogatorio de Dek- dijo Sera.-Otro bonito dolor de cabeza.
Un segundo después de terminar esa frase Dek ya se encontraba junto a ellos, parecía imposible que alguien pudiese recorrer el patio entero en tan solo cinco segundos, pero Dek no era normal: tenía una curiosidad insaciable, físicamente parecía imposible que estando tan delgado pudiese tan alto, parecía que se iba a romper de un momento a otro, era capaz de moverse muy rápido y nunca paraba quieto. Tenía el pelo de un tono cobrizo generalmente, pero este cambiaba según el momento del día y era más claro o más oscuro; lo mismo pasaba con sus ojos por lo general eran grises con un toque verdoso, pero también cambiaban, pero estos según su humor, que por lo general era de nerviosismo, curiosidad y alegría al descubrir algo nuevo. De su procedencia, a pesar de estar siempre tratando de averiguar cosas, nunca se había preguntado cuantos años tenía, donde había nacido, ni a que pueblo pertenecía: Luz, Oscuridad o Humanos. Sólo sabía que era Mestizo, como Sera (medio diablilla), Krin (semi elfo), Draco (era medio humano y algo más que nunca les había comentado) y Darkor (sólo había logrado averiguar que era semi ángel, si fuese uno completo tendría muchos problemas en el desierto, puesto que la piel de los ángeles es tan delicada, blanca y pura que la luz la daña mucho. Y respecto el origen de Darkor prefería no preguntar, ya lo hizo una vez y como respuesta obtuvo que Darkor lo dejase suspendido a treinta metros del suelo enganchado en la punta de su espada, desde entonces comprendió que con Darkor era mejor no preguntar).
En cuanto llegó ya tenía una decena de preguntas que hacerles, ya había abierto la boca cuando Sera le metió una zanta muy grande en la boca para que no empezase a hacer preguntas y ellos pudiesen hablar primero.
-Ya te contestaremos a tus estúpidas preguntas más adelante, ahora déjanos descansar y luego cuando estemos todos juntos te contestaré a todas tus preguntas. Y juro que como no me hagas caso te voy a cortar en rodajas después de haberte escaldado en aceite hirviendo y te comeré de postre. ¿Has entendido?- Dijo Sera con voz seria, aunque amenazante, hubiese conseguido asustarle sino fuese por que era la segundad vez que repetía esa amenaza. Llevaba tanto tiempo amanezando le que se le empezaban a agotar las ideas para amenazas nuevas.
Y Dek, aparte de una curiosidad insaciable, tenía una extraordinaria memoria. Era tal que sabía donde estaban la mayor parte de los libros de la biblioteca, la biblioteca era inmensa y salvo Dek no se atrevían a internarse en ella sin el muchacho, y Sera... directamente detestaba entrar allí, decía que le daba escalofríos, pero Krin decía para hacerla rabiar que en verdad no le gustaba la biblioteca por que solo sabía leer la lengua oscura, lo cual no era un mérito puesto que cada pueblo ( Luz, Oscuridad y Humano) sabía leer su tipo de escritura desde su nacimiento.
Se rieron de buena gana viendo los desperados intentos de Dek de hablar, morder y quitarse de la boca la zanta que Sera le había metido lo máximo posible en la boca para mantenerlo callado. Justo en ese momento apareció Draco por detrás de ellos sin que antes se hubiesen percatado de su presencia, ya que si Dek era rapidísimo, Draco era silencioso y pasaba siempre desapercibido, era casi imposible ver donde estaba cuando se quería esconder.
-Habéis tardado demasiado, ¿qué ha pasado?- en su voz prácticamente no había ningún atisbo de emoción, pero tenía un leve matiz de riña en él.
Krin iba a abrir la boca pero Darkor se le adelantó.
-Primero quiero descansar y luego ya hablaremos.
-Contadme primero por que habéis tardado tanto.-Contestó Draco con algo enfadado.-Luego descansaréis, sino no haber tardado tanto en volver.
Rápidamente Krin, Dek y Sera comprendieron lo que se avecinaba y empezaron a realizar una de sus “retiradas estratégicas”, que consistía en empezar a retroceder lentamente hasta un lugar a salvo de la ira de Draco y Darkor. No sabían exactamente por que pero Darkor y Draco rara vez discutían, no como Sera y Krin, pero cada vez que lo hacían era mejor estar lo más alejados posibles de ellos, se ponían tan furiosos y chillaban tanto que daban miedo y hasta Dek procuraba no estar presente, ya había intervenido y como consecuencia había sido lanzado por Darkor al otro extremo del patio, luego le dijo que su magia podía hacer eso si estaba furiosa e intuía algún peligro; desde entonces procuraban alejarse lo máximo posible de ellos. En esos momentos ya habían empezado a chillarse y ellos mientras estaban ya corriendo en dirección a unos pedruscos que los mantenían protegidos para escuchar pero
-Tengo derecho a saber por que habéis tardado tanto. –Dijo Draco en voz más alta de lo habitual, pero no gritando, y como con indiferencia.- Para algo soy el jefe.
-Y a mí me gustaría descansar antes de contarte lo, por que si todavía no te habías dado cuenta estamos bastante cansados. Y respecto a ser el jefe ya sabes que a mí eso me da igual, ya lo te lo dije hace tiempo cuando llegué aquí- le contestó furiosa Darkor.
-Eso no es motivo para que siempre intentes cuestionar mi autoridad.
-Yo no trato de cuestionar tu autoridad. Tienes miedo de que alguien te arrebaté tu liderazgo.
-¿Pero que estás diciendo?- el tono de la discusión empezó a elevarse cada vez más alto. Ya casi estaban gritando.
-¿Quién crees que te quiere arrebatar el poder liderar esta nutrido grupo de mestizos?- Dijo Darkor en un tono burlón. Si quería poner furioso a Draco lo acababa de lograr, por que lo siguiente que se oyó fue el sonido de una bofetada que le acababa de dar Draco a Darkor. Lamentaría más tarde haberlo hecho.
Soltando un grito de rabia y dejando caer las provisiones se abalanzó sobre Draco con una furia característica que hacía temblar de miedo incluso a Dek, y eso que él sólo se asustaba de las tormentas eléctricas y pocas cosas más.
Parecía un combate desigual para Darkor puesto que si ella medía un metro sesenta y era algo robusta, Draco por el contrario medía casi dos metros y era un poco más corpulento que ella. Parecía mentira que fuese capaz de moverse tan ágilmente, era tan ágil que Dek decía que era mitad gato y mitad humano. Aparte de eso Draco tenía el pelo castaño y los ojos de color almendrado y era bastante fuerte. También era el jefe de ellos, pero lo único que hacía era ordenarles sus tareas y cuando debían ir a por provisiones y cuales eran absolutamente necesarias y cuantas cosas más podían robar, el único problema que tenía era cuando Darkor le ignoraba y hacía lo que le daba la gana, lo cual le enfurecía y solían acabar así: revolcándose por el suelo y pegándose hasta que se cansaban.
Y así, rodando el uno sobre el otro, cruzaron todo el patio hasta el otro extremo, formando un borrón de color azul. Porque todas sus ropas eran de ese color, aparte de ser amplias y cerradas en las articulaciones, para rebajar el calor al quedarse una fresca capa de aire por el día y cálida por el día y para que no les entrase la arena dentro del cuerpo, respectivamente.
Cuando sus cuerpos chocaron contra la pared ambos se incorporan y se separaron unos pasos.
-¿Qué creéis que van a hacer ahora?- preguntó Sera, que veía aquello como si fuese un espectáculo divertido.
-Deberíamos hacer algo se vana acabar haciendo daño de verdad- dijo Krin preocupado.
-Intenta detenerles tú. Yo ya lo intenté y no fue agradable cree me-contestó Dek con curiosidad mirando a Krin, se volvió a Sera y la dijo como respuesta.-Yo creo que Darkor intentará embestirlo, entonces Draco la lanzará al otro del lado del patio, probablemente aterrizará en la armería y todo resultará más divertido.
-Si pero Darkor está bastante cansada, así que aterrizará en la armería pero nada más. ¿Apostamos?-Dijo Sera con un tono de maldad o picardía en la voz.
-De acuerdo. Que te parece... ¿mis tareas de las próximas dos semanas?- antes de terminar la frase ya tenía tendida su mano a la vez que miraba en dirección de los dos luchadores.
-Trato hecho- dijo chocando su mano con la Dek, a la vez que Krin los miraba horrorizado.- No nos mires así Krin, nunca se hacen daño, bueno no demasiado.
Miraron como se desarrollaba la pelea desde su seguro refugio, los dos contrincantes se estaban mirando como evaluándose el uno al otro. De pronto Darkor empezó a correr, bajando la cabeza se preparó para embestir a Draco pero este, que debía saber lo que haría. La cogió antes de que llegase a rozar le, por los brazos, que tenía extendidos, y la lanzó al otro extremo del muro y dando vueltas en el aire aterrizó a dos metros de la puerta de la armería cabeza abajo y sin sentido acabó cayendo de un costado boca abajo.
-Maldita sea sean acabado haciendo daño- oyeron decir a Krin a medida que se acercaba a Darkor.
-Empate entonces ¿no?- preguntó Dek.
-No. Gano yo, iba en dirección a la armería pero se ha desviado sólo dos metros, además se ha quedado inconsciente por que no la quedan fuerzas.-contestó con un brillo de picardía en los ojos.
-No sé por que hago tratos contigo. Siempre encuentras el modo de hacer que sean a tu favor. Pero en fin, un trato es un trato. Haré tus tareas de los próximos dos días.
-Semanas. Las próximas dos semanas dijiste.
-Esta bien, esta bien las ha...
Antes de terminar esa frase oyeron un chillido de horror procedente de donde estaban apiñados Draco y Krin alrededor de Darkor.
-Vayamos a ver que la pasa.-Dijo yendo ya hacía allí Dek.
Cuando llegaron vieron que Darkor estaba en el suelo tumbada, mirando al vacío, como en trance, y decía a veces gritando y otra diciendo en susurros:
-Me han encontrado, no dejéis que me encuentren, no dejéis me maten, no quiero que me cojan...
Entonces se empezó a revolver y temiendo que se hiciese daño Draco la agarró por los brazos, pero Darkor lo lanzó por los aires, Dek al ver esto se sumió en sus propias cavilaciones y de repente desapareció en dirección al pozo de agua, Sera alargó su brazo derecho y mostrando la palma de su mano en dirección a Darkor susurró “Quédere” con los ojos cerrados y cara de concentración, de repente se sujeto la muñeca con su mano izquierda y lo que ahora mostraba su cara era el esfuerzo de mantener el hechizo y cuando ya parecía que podía con ello la magia se volvió contra ella y la lanzó al otro extremo del patio aterrizando encima de Draco que ya se estaba incorporando, lo cual provocó que ambos cayeron al suelo, uno encima del otro. Krin se quedó paralizado mientras que Darkor se ponía de pié, de pronto oyó a Dek decirle que se agachase y le obedeció tumbándose en el suelo. Cuando se levantó vio de nuevo a Darkor tumbada en el suelo totalmente empapada, Dek con un cubo de agua en la mano y a Sera y Draco acercándose aturdidos, lo único que dijo Dek fue que mejor no preguntase nada y llevasen a Darkor a dentro a la sombra. Luego recogieron las provisiones, las guardaron y se pusieron a descansar una vez le hubieron contado a Draco todo lo que les había pasado.
Última edición por Darkor el Vie Jun 27, 2008 1:45 pm, editado 2 veces
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
Ya por la noche, a Krin le tocaba hacer la segunda guardia, la que correspondía al momento que era noche cerrada y el resto no podía ver nada. Él era capaz de ver como si fuese de día, era una de las pocas características de elfo que tenía, él era rubio, con ojos azules, delgado y bajo de estatura; su piel era extremadamente pálida, aunque el sol del desierto la habían logrado tostar ligeramente. Aparte de eso también había heredado el ser bastante diestro en manejar el arco y ser muy sensible en como se encontraban los demás, es decir se preocupaba por como se encontraban todos, lo cual en opinión de Sera era estúpido decía que se acabaría haciendo se amigo el día que le capturasen de sus captores. Por otra parte está siempre discutiendo con Sera, no sabían si por que se llevaban mal o por sus naturalezas, ya que él era semi elfo y ella medio demonio. Aunque estaban seguros de que era en parte elfo por sus características, debido a que lo único que Krin sabía de sus padres es que lo habían tenido que abandonar cuando era tan solo un niño por lo que había logrado averiguar. Tampoco sabían a ciencia cierta su edad, aunque físicamente parecía tener trece años, su carácter era el de un joven de veintiséis.
Esa noche Krin se encontraba inquieto, tal vez fuese solamente por la especie de ataque que había sufrido Darkor, el por que había alguien que se estaba molestando en capturarles por una vez, o por que esa noche Perse, la Luna Cambiante, estaba de color verde pálido con un cerco dorado, que indicaba épocas difíciles. Existían grandes sabios que estudiaban todos los cambios de color que experimentaba investigando antiguos manuscritos y crónicas, en un intento de saber que pasaba con cada cambio; ese era un trabajo que hubiese entusiasmado a Dek, si no fuese, por que según él, era un trabajo muy aburrido en el que había que ver día tras día a Perse. Era la clase de trabajo que Sera llamaría de rata de biblioteca. Sera, también podía ser por que había vuelto a discutir con ella, era una extraña sensación la que experimentaba cuando estaba cerca de ella. Sentía un calor especial y algo que le empujaba a estrecharla entre sus brazos, pero al mismo tiempo algo frío destruía ese calor y en vez de querer abrazarla la quería ver lejos de él, o incluso cuando se encontraba muy enfadado ver la muerta o matarla el mismo.
Intentó desechar esos pensamientos de su mente y concentrarse en su guardia. Se fijó en uno de los relojes de agua que tenían, para ver cuando se tenía que cambiar de torre, al asomarse vio una figura que se acercaba a la torre y la empezaba a escalar la, por lo alto que saltaba debía ser Darkor. Cada vez que no podían dormir se acercaban a hacer compañía a quien se encontraba de guardia. Cuando lo alcanzó la preguntó:
-¿Cuantas torres has tenido que mirar, antes de encontrarme?
-Sólo una. Y antes que preguntes, primero no tengo ni idea de lo que me ha pasado antes y ya estoy bien.- dijo con un tono de resignación y cansancio en la voz.
-Entendido. No hacer preguntas- “como con todos en este grupo. Si no quieres pasarlo mal no preguntes” pensó Krin para sus adentros.- ¿Llevas tu espada?¿por qué?
-Ese chico, el de la ciudad, me preocupa. El que pueda haber alguien con el suficiente cerebro como para tendernos una emboscada puede ser peligroso. Prefiero no correr riesgos. También es que echaba de meno el peso de Mordre.
Mordre era el nombre de la espada que había heredado Darkor de sus padres, por tanto era lo único que conservaba de ellos y su único vinculo con su pasado, su niñez, con la única época feliz de su vida... todo lo que conservaba de su único progenitor antes de que muriese asesinado a manos del otro y hubiese empezado su huida, para no ser utilizada, para no ser su arma. Todo eso había empezado antes de que cumpliese los once años, aproximadamente hacía unos cinco años.
-Además dos pares de ojos son mejores que... -no pudo terminar la frase por que de repente Krin se puso en posición de alerta.
-¿Has oído eso?
-¿Oír el que?
-¡Al suelo!- Gritó de pronto tirando la al suelo, mientras caía Darkor oyó el zumbido de una flecha y el ruido de esta al clavarse en la madera de la torre, cuando se levantaron vieron que la flecha se estaba clavada donde antes habían estado ellos. Al arrancar la flecha observaron que tenía un mensaje clavado escrito con runas.
-¿Puedes leerlo?- preguntó Krin.
-Yo no. Pero Dek sí. Sigue vigilando mientras yo voy a despertar al resto.-La quedo en suspenso en el aire mientras baja saltando por la torre.
-Ten cuidado. Sera tiene muy mal despertar.
-¿Alguien me puede explicar el porque nos habéis sacado de la ca....ma?-preguntó Sera mientras bostezaba y se frotaba los ojos.
Estaban en la sala de reuniones, que básicamente, consistía en un cuarto más o menos amplio, en cuyo centro había una mesa de madera ovalada. En las paredes había estantes y armarios con mapas y documentos antiguos que todavía no se habían planteado cambiar de lugar.
-¿Estamos ya todos?- dijo Draco ignorando los bostezos que salían de la boca de Sera. Dek por el contrario se movía de un lado a otro nervioso, lo cual por regla general acababa poniendo más nerviosos a los demás.
-Falta Krin que está vigilando por si nos vuelven a enviar otro cariñoso mensaje. ¿Dek nos podrías decir que pone?
Darkor le lanzó el pergamino a Dek, él cual parecía haberse tranquilizado aunque en cuanto desenrolló el pergamino empezó a decir frases entrecortadas de la emoción.
-Curioso... Extraño... Cualquiera de las dos cosas podría ser.
-¿Quién le hace volver al mundo real?- dijo Sera en un tono impaciente-Dek... ¡Dek!...¡¡DEK!!
El último chillido de Sera le devolvió a la realidad, tenía una cara como si acabase de darse de cuenta de que existía ese cuarto y la gente que había en él. Pestañeó un par de veces y empezó a decir lo que ponía en la nota:
-“Entregad a la medio ángel en una hora, si no ateneos a las consecuencias. Tenéis sólo una hora. Pensadlo. Firmado: Sefard”
En cuanto Dek terminó de leer Darkor se empezó a tambalear, después de haber se quedado totalmente pálida, inmediatamente se desplomó en una de las sillas de la sala de reuniones.
-Da la un vaso de tedka-dijo Draco.
El tedka era una bebida lo suficientemente fuerte como hacerle saltar las lágrimas al bebedor más fuerte, era de un color cada vez más oscuro según la edad; este debía de tener unos veinte años, un día haciendo Dek y Sera una de sus múltiples apuestas Dek dijo que Sera era incapaz de beberse un trago entero de golpe, lo hizo (se habían apostado las tareas de un mes entero) y le estuvo saliendo humo de las orejas durante todo el día provocando las continuas risas de Dek y Krin, incluso Darkor y Draco sonrieron al verlo.
Dek cogió rápidamente un vaso y la botella y lo estaba sirviendo cuando Draco empezó a hablar, se había inclinado hasta que sus ojos quedaron a la misma altura que los de Darkor.
-Darkor quiero que me contestes, ya sé que aquí nunca se hacen preguntas, pero vamos a saltarnos eso. Quiero que me expliques quien es ese tal Sefard, porque te quiere y por que te dice medio ángel y no semi ángel.- Todo esto lo dijo en un tono calmado y despacio, como si Darkor fuese una niña pequeña, mientras Dek ya le estaba dando el vaso de tedka. Darkor lo cogió con manos temblorosas y se lo bebió de un trago, inmediatamente empezó a toser y se puso roja.
-¿Para que quieres saber todo eso?¿Para decir si me quieres entregar o que?- Contestó entre toses.
-Lo quiero saber para ayudarte, no te pensaba entregar de ninguna manera. Creía que en todo este tiempo habías aprendido que no todo el mundo te odia o te quiere ver muerta y lanzarte a su cuello cada vez que te sientes en peligro.
-Es curioso, - interrumpió la voz de Dek- por el tipo de escritura letra es de un pueblo de la Luz, pero sin embargo algunos caracteres son demasiado angulosos y picudos, como si fuese algo oscuro. También dice medio ángel cuando este sólo lo dice alguien que piense que alguien del pueblo de la Luz pudiera es igual de inferior que un humano. Con lo cual puedo extraer una única conclusión: nuestro misterioso Sefard es un ángel oscuro, puede que ni siquiera completo, puesto que a podido atravesar el desierto sin que le suceda nada y que no te tiene ninguna simpatía.
De repente apareció Krin por la puerta iba a gritar algo cuando su voz quedo silenciado por una explosión que los tiró a todos por los suelos. Cuando se incorporaron vieron que Sera, a saber como, tenía la cabeza metida dentro de un cesto de mimbre que amortiguaba su voz. Pero conociendo un poco a la diablilla en esos instantes debía de estar diciendo tal retahíla de maldiciones que era mejor que siguiese con el cesto dentro de la cabeza.
Darkor se empezó a reír con una risa histérica; la situación era demasiado absurda como para ser real: tenía menos de una hora para huir o todo estaría perdido, no sabía el que pero lo cierto es que lo sabía; tendría que abandonar el único sitio que por primera vez en mucho tiempo había podido llamar hogar y a gente en la que había a empezado a confiar y en esos instantes Sera tenía la cabeza dentro de un cesto de mimbre. Cuando pudo terminar de reír pudo comprobar que parte de la tensión que sufría había desaparecido. En la sala había un silencio antinatural, Sera ya tenía la cabeza fuera del cesto, sus miradas pasaban de un miembro a otro del grupo, hasta que al final todos se quedaron mirando a Draco. Todo esto sucedió durante unos escasos segundos, para Darkor, duraron una eternidad, debido a que sabía que todo su futuro dependía de lo que ellos decidiesen hacer. Finalmente Sera fue quien rompió ese extraño silencio que envolvía la sala.
-Sí hemos de morir, al menos que se queden con un regalo de despedida ¿Estáis de acuerdo, o que?
-Voy a por las armas.-La voz de Dek ya se perdía en dirección a la armería.
-Le acompaño
-Voy a volver a vigilara por si nos envían otro regalito
Draco y Darkor se quedaron en la sala a solas en silencio, un silencio un tanto incómodo, que Darkor rompió diciendo:
-No os he pedido ayuda. Por tanto no os debo ningún favor, esto lo estáis haciendo por que os dada la gana.
Y salió de la habitación. Draco no pudo evitar sonreír, en un año no había cambiado casi nada. Y después de un momento decidió salir a ver cual era la situación.
La situación en esos instantes era la siguiente:
Krin se había subido a una de las torres y disparaba flechas ardiendo, a su lado, prendiendo con magia las flechas, estaba Sera lanzando también proyectiles, algunos fruto de encantamientos, Dek por el contrario había dejado apoyado en la puerta el arma de Draco consistía en una lanza, cuyo mango era más grueso de lo habitual y con una pesada bola de metal que se encontraba en la base con lo que podía cortar y golpear con ella. Draco cogió lanza y busco con la mirada a Dek. Cuando le encontró lo que vio no le gustó nada: Una de las cuatro puertas de la Fortaleza estaba empezando a astillarse debido a las embestidas que le estaban dando con el ariete, Dek había puesto tablones y troncos y todo lo que había podido encontrar en la puerta para frenar el avance de los enemigos. Inmediatamente gritó a Krin y a Sera que concentrase sus ataques en esa zonas y evitasen que fueran al resto de las puertas. No se preocupo de donde se encontraba Darkor y si se hubiese molestado en hacerlo puede que los acontecimientos hubiesen tomado un rumbo totalmente distinto.
Darkor lo que estaba haciendo era hacer su maleta para huir de ese lugar, mientras lo hacía no dejaba de pensar cuando podría dejar de huir y de esconderse, cuando terminaría su pesadilla. Termino de meter las provisiones y sus escasas pertenencias en una bolsa y salió de la habitación. Iría hacia los pasadizos subterráneos y se iría, pero había alguien esperándola.
Era un muchacho de pelo corto negro como el carbón, sus ojos, lo poco que podía verlos eran grises y fríos como el hielo. Estaba de brazos cruzados, pero aun así se podía ver que su brazos no eran de mantequilla, era un poco más alto que Darkor y tenía una espada colgada de su costado izquierdo, vestía ropas oscuras y un poco holgadas y cuando habló con una voz fría ella ya supo quien era: el muchacho que casi la había capturado por la mañana.
-¿Qué te sucede, sólo sabes huir? Esta vez no te será tan fácil, tus amiguitos están demasiado ocupados tratando e que los guardias no se os cuelan en esta ratonera.
-¿Cómo has logrado llegar hasta aquí?- fue lo único que fue capaz de decir, había dejado caer la bolsa que llevaba mientras cogía la espada y se la colgaba del cinto, preparada para usar la tras mucho tiempo, quizás demasiado.
-Es fácil cuando sabes como. Si te rindes prometo no hacerte daño, al menos no demasiado.
-Ven a por mí si te atreves- dijo mientras se oía el silbido del hacer o saliendo de su funda
-Esto va ser más divertido de lo que esperaba.-Él también desenvaino su espada.
Se quedaron unos momentos mirándose, evaluándose el uno al otro, sin saber quien daría el primer paso, cuando a la velocidad del pensamiento el chico atacó, Darkor tuvo el tiempo justo de parar el golpe y comenzó la batalla.
El muchacho se movía a una velocidad demencial y Darkor lo único que era capaz de hacer era parar sus golpes que eran cada vez más rápidos, ¿o tal vez ella era cada vez más lenta?, de pronto su aceros quedaron junto y el joven empezó a empujarla hacia una pared, Darkor dejó que lo hiciese par intentar atacar ella. Cuando su espalda tocó la pared, cogió su mano izquierda y la apoyo en la parte superior de la espada, mientras que con un pié apoyado en la pared tomó impulso y empujó a su adversario, que durante un segundo dudo, lo que hizo que ella empezase a atacarle con todas sus fuerzas. El chico se separó y sonriendo le mostró el como había entrado en la Fortaleza. De su espalda salieron un par de alas, pero estas no eran de un color blanco perla, como eran normalmente, si no que eran negras como el pelo del chico, y sin dejar de sonreír flexionó las piernas y subió volando al cielo. La estaba invitando a continuar la batalla en los cielos. Ella aceptó subiendo para continuar la lucha arriba.
A los otros no les iba precisamente bien, la puertas tenía algunos agujeros y los enemigos empezaban a asomar las cabezas por ellos. A ese ritmo tendrían que marcharse de la Fortaleza, su hogar.
En el cielo, su adversario la aventajaba muchísimo más que en tierra, él parecía acostumbrado luchar sin suelo bajo sus pies, y se aprovechaba lanzándola por distintos lados y surgiendo de varios lugares, Darkor de lo único que era capaz era de para sus acometidas, pero los brazos se le empezaban a cansar ya. De pronto, surgió su enemigo de arriba y embistiéndola de tal modo que empezaron a caer al suelo, el problema era que Darkor estaba debajo y no se podía mover.
El suelo estaba cada vez más cerca y ella trataba de pensar como sobrevivir, a unos cinco metros, le dio una patada a su adversario que le hizo salir por encima de su cabeza y ella pudo aterrizar como pudo, estaba sentada con su espalda apoyada en la pared, con el brazo tan dolorido que era incapaz de empuñar la espada. Su enemigo que estaba a dos metros de ella sonreía con una sonrisa de triunfo en sus labios mientras se acercaba.
-Perdiste, sabes me dijeron que si te resistías podía matarte, será divertido.
Darkor jadeaba y no podía apartar los ojos de la espada, no podía moverse, esa situación la trajo demasiados recuerdos, sólo le quedaba el instinto de sobrevivir a cualquier costa, la espada de él se levantaba a la altura de su cuello, el deseo de vivir se hizo fuerte en su interior, e instintivamente cerró los ojos y sólo pensó que no moriría allí ni así.
La espada bajó.
Esa noche Krin se encontraba inquieto, tal vez fuese solamente por la especie de ataque que había sufrido Darkor, el por que había alguien que se estaba molestando en capturarles por una vez, o por que esa noche Perse, la Luna Cambiante, estaba de color verde pálido con un cerco dorado, que indicaba épocas difíciles. Existían grandes sabios que estudiaban todos los cambios de color que experimentaba investigando antiguos manuscritos y crónicas, en un intento de saber que pasaba con cada cambio; ese era un trabajo que hubiese entusiasmado a Dek, si no fuese, por que según él, era un trabajo muy aburrido en el que había que ver día tras día a Perse. Era la clase de trabajo que Sera llamaría de rata de biblioteca. Sera, también podía ser por que había vuelto a discutir con ella, era una extraña sensación la que experimentaba cuando estaba cerca de ella. Sentía un calor especial y algo que le empujaba a estrecharla entre sus brazos, pero al mismo tiempo algo frío destruía ese calor y en vez de querer abrazarla la quería ver lejos de él, o incluso cuando se encontraba muy enfadado ver la muerta o matarla el mismo.
Intentó desechar esos pensamientos de su mente y concentrarse en su guardia. Se fijó en uno de los relojes de agua que tenían, para ver cuando se tenía que cambiar de torre, al asomarse vio una figura que se acercaba a la torre y la empezaba a escalar la, por lo alto que saltaba debía ser Darkor. Cada vez que no podían dormir se acercaban a hacer compañía a quien se encontraba de guardia. Cuando lo alcanzó la preguntó:
-¿Cuantas torres has tenido que mirar, antes de encontrarme?
-Sólo una. Y antes que preguntes, primero no tengo ni idea de lo que me ha pasado antes y ya estoy bien.- dijo con un tono de resignación y cansancio en la voz.
-Entendido. No hacer preguntas- “como con todos en este grupo. Si no quieres pasarlo mal no preguntes” pensó Krin para sus adentros.- ¿Llevas tu espada?¿por qué?
-Ese chico, el de la ciudad, me preocupa. El que pueda haber alguien con el suficiente cerebro como para tendernos una emboscada puede ser peligroso. Prefiero no correr riesgos. También es que echaba de meno el peso de Mordre.
Mordre era el nombre de la espada que había heredado Darkor de sus padres, por tanto era lo único que conservaba de ellos y su único vinculo con su pasado, su niñez, con la única época feliz de su vida... todo lo que conservaba de su único progenitor antes de que muriese asesinado a manos del otro y hubiese empezado su huida, para no ser utilizada, para no ser su arma. Todo eso había empezado antes de que cumpliese los once años, aproximadamente hacía unos cinco años.
-Además dos pares de ojos son mejores que... -no pudo terminar la frase por que de repente Krin se puso en posición de alerta.
-¿Has oído eso?
-¿Oír el que?
-¡Al suelo!- Gritó de pronto tirando la al suelo, mientras caía Darkor oyó el zumbido de una flecha y el ruido de esta al clavarse en la madera de la torre, cuando se levantaron vieron que la flecha se estaba clavada donde antes habían estado ellos. Al arrancar la flecha observaron que tenía un mensaje clavado escrito con runas.
-¿Puedes leerlo?- preguntó Krin.
-Yo no. Pero Dek sí. Sigue vigilando mientras yo voy a despertar al resto.-La quedo en suspenso en el aire mientras baja saltando por la torre.
-Ten cuidado. Sera tiene muy mal despertar.
-¿Alguien me puede explicar el porque nos habéis sacado de la ca....ma?-preguntó Sera mientras bostezaba y se frotaba los ojos.
Estaban en la sala de reuniones, que básicamente, consistía en un cuarto más o menos amplio, en cuyo centro había una mesa de madera ovalada. En las paredes había estantes y armarios con mapas y documentos antiguos que todavía no se habían planteado cambiar de lugar.
-¿Estamos ya todos?- dijo Draco ignorando los bostezos que salían de la boca de Sera. Dek por el contrario se movía de un lado a otro nervioso, lo cual por regla general acababa poniendo más nerviosos a los demás.
-Falta Krin que está vigilando por si nos vuelven a enviar otro cariñoso mensaje. ¿Dek nos podrías decir que pone?
Darkor le lanzó el pergamino a Dek, él cual parecía haberse tranquilizado aunque en cuanto desenrolló el pergamino empezó a decir frases entrecortadas de la emoción.
-Curioso... Extraño... Cualquiera de las dos cosas podría ser.
-¿Quién le hace volver al mundo real?- dijo Sera en un tono impaciente-Dek... ¡Dek!...¡¡DEK!!
El último chillido de Sera le devolvió a la realidad, tenía una cara como si acabase de darse de cuenta de que existía ese cuarto y la gente que había en él. Pestañeó un par de veces y empezó a decir lo que ponía en la nota:
-“Entregad a la medio ángel en una hora, si no ateneos a las consecuencias. Tenéis sólo una hora. Pensadlo. Firmado: Sefard”
En cuanto Dek terminó de leer Darkor se empezó a tambalear, después de haber se quedado totalmente pálida, inmediatamente se desplomó en una de las sillas de la sala de reuniones.
-Da la un vaso de tedka-dijo Draco.
El tedka era una bebida lo suficientemente fuerte como hacerle saltar las lágrimas al bebedor más fuerte, era de un color cada vez más oscuro según la edad; este debía de tener unos veinte años, un día haciendo Dek y Sera una de sus múltiples apuestas Dek dijo que Sera era incapaz de beberse un trago entero de golpe, lo hizo (se habían apostado las tareas de un mes entero) y le estuvo saliendo humo de las orejas durante todo el día provocando las continuas risas de Dek y Krin, incluso Darkor y Draco sonrieron al verlo.
Dek cogió rápidamente un vaso y la botella y lo estaba sirviendo cuando Draco empezó a hablar, se había inclinado hasta que sus ojos quedaron a la misma altura que los de Darkor.
-Darkor quiero que me contestes, ya sé que aquí nunca se hacen preguntas, pero vamos a saltarnos eso. Quiero que me expliques quien es ese tal Sefard, porque te quiere y por que te dice medio ángel y no semi ángel.- Todo esto lo dijo en un tono calmado y despacio, como si Darkor fuese una niña pequeña, mientras Dek ya le estaba dando el vaso de tedka. Darkor lo cogió con manos temblorosas y se lo bebió de un trago, inmediatamente empezó a toser y se puso roja.
-¿Para que quieres saber todo eso?¿Para decir si me quieres entregar o que?- Contestó entre toses.
-Lo quiero saber para ayudarte, no te pensaba entregar de ninguna manera. Creía que en todo este tiempo habías aprendido que no todo el mundo te odia o te quiere ver muerta y lanzarte a su cuello cada vez que te sientes en peligro.
-Es curioso, - interrumpió la voz de Dek- por el tipo de escritura letra es de un pueblo de la Luz, pero sin embargo algunos caracteres son demasiado angulosos y picudos, como si fuese algo oscuro. También dice medio ángel cuando este sólo lo dice alguien que piense que alguien del pueblo de la Luz pudiera es igual de inferior que un humano. Con lo cual puedo extraer una única conclusión: nuestro misterioso Sefard es un ángel oscuro, puede que ni siquiera completo, puesto que a podido atravesar el desierto sin que le suceda nada y que no te tiene ninguna simpatía.
De repente apareció Krin por la puerta iba a gritar algo cuando su voz quedo silenciado por una explosión que los tiró a todos por los suelos. Cuando se incorporaron vieron que Sera, a saber como, tenía la cabeza metida dentro de un cesto de mimbre que amortiguaba su voz. Pero conociendo un poco a la diablilla en esos instantes debía de estar diciendo tal retahíla de maldiciones que era mejor que siguiese con el cesto dentro de la cabeza.
Darkor se empezó a reír con una risa histérica; la situación era demasiado absurda como para ser real: tenía menos de una hora para huir o todo estaría perdido, no sabía el que pero lo cierto es que lo sabía; tendría que abandonar el único sitio que por primera vez en mucho tiempo había podido llamar hogar y a gente en la que había a empezado a confiar y en esos instantes Sera tenía la cabeza dentro de un cesto de mimbre. Cuando pudo terminar de reír pudo comprobar que parte de la tensión que sufría había desaparecido. En la sala había un silencio antinatural, Sera ya tenía la cabeza fuera del cesto, sus miradas pasaban de un miembro a otro del grupo, hasta que al final todos se quedaron mirando a Draco. Todo esto sucedió durante unos escasos segundos, para Darkor, duraron una eternidad, debido a que sabía que todo su futuro dependía de lo que ellos decidiesen hacer. Finalmente Sera fue quien rompió ese extraño silencio que envolvía la sala.
-Sí hemos de morir, al menos que se queden con un regalo de despedida ¿Estáis de acuerdo, o que?
-Voy a por las armas.-La voz de Dek ya se perdía en dirección a la armería.
-Le acompaño
-Voy a volver a vigilara por si nos envían otro regalito
Draco y Darkor se quedaron en la sala a solas en silencio, un silencio un tanto incómodo, que Darkor rompió diciendo:
-No os he pedido ayuda. Por tanto no os debo ningún favor, esto lo estáis haciendo por que os dada la gana.
Y salió de la habitación. Draco no pudo evitar sonreír, en un año no había cambiado casi nada. Y después de un momento decidió salir a ver cual era la situación.
La situación en esos instantes era la siguiente:
Krin se había subido a una de las torres y disparaba flechas ardiendo, a su lado, prendiendo con magia las flechas, estaba Sera lanzando también proyectiles, algunos fruto de encantamientos, Dek por el contrario había dejado apoyado en la puerta el arma de Draco consistía en una lanza, cuyo mango era más grueso de lo habitual y con una pesada bola de metal que se encontraba en la base con lo que podía cortar y golpear con ella. Draco cogió lanza y busco con la mirada a Dek. Cuando le encontró lo que vio no le gustó nada: Una de las cuatro puertas de la Fortaleza estaba empezando a astillarse debido a las embestidas que le estaban dando con el ariete, Dek había puesto tablones y troncos y todo lo que había podido encontrar en la puerta para frenar el avance de los enemigos. Inmediatamente gritó a Krin y a Sera que concentrase sus ataques en esa zonas y evitasen que fueran al resto de las puertas. No se preocupo de donde se encontraba Darkor y si se hubiese molestado en hacerlo puede que los acontecimientos hubiesen tomado un rumbo totalmente distinto.
Darkor lo que estaba haciendo era hacer su maleta para huir de ese lugar, mientras lo hacía no dejaba de pensar cuando podría dejar de huir y de esconderse, cuando terminaría su pesadilla. Termino de meter las provisiones y sus escasas pertenencias en una bolsa y salió de la habitación. Iría hacia los pasadizos subterráneos y se iría, pero había alguien esperándola.
Era un muchacho de pelo corto negro como el carbón, sus ojos, lo poco que podía verlos eran grises y fríos como el hielo. Estaba de brazos cruzados, pero aun así se podía ver que su brazos no eran de mantequilla, era un poco más alto que Darkor y tenía una espada colgada de su costado izquierdo, vestía ropas oscuras y un poco holgadas y cuando habló con una voz fría ella ya supo quien era: el muchacho que casi la había capturado por la mañana.
-¿Qué te sucede, sólo sabes huir? Esta vez no te será tan fácil, tus amiguitos están demasiado ocupados tratando e que los guardias no se os cuelan en esta ratonera.
-¿Cómo has logrado llegar hasta aquí?- fue lo único que fue capaz de decir, había dejado caer la bolsa que llevaba mientras cogía la espada y se la colgaba del cinto, preparada para usar la tras mucho tiempo, quizás demasiado.
-Es fácil cuando sabes como. Si te rindes prometo no hacerte daño, al menos no demasiado.
-Ven a por mí si te atreves- dijo mientras se oía el silbido del hacer o saliendo de su funda
-Esto va ser más divertido de lo que esperaba.-Él también desenvaino su espada.
Se quedaron unos momentos mirándose, evaluándose el uno al otro, sin saber quien daría el primer paso, cuando a la velocidad del pensamiento el chico atacó, Darkor tuvo el tiempo justo de parar el golpe y comenzó la batalla.
El muchacho se movía a una velocidad demencial y Darkor lo único que era capaz de hacer era parar sus golpes que eran cada vez más rápidos, ¿o tal vez ella era cada vez más lenta?, de pronto su aceros quedaron junto y el joven empezó a empujarla hacia una pared, Darkor dejó que lo hiciese par intentar atacar ella. Cuando su espalda tocó la pared, cogió su mano izquierda y la apoyo en la parte superior de la espada, mientras que con un pié apoyado en la pared tomó impulso y empujó a su adversario, que durante un segundo dudo, lo que hizo que ella empezase a atacarle con todas sus fuerzas. El chico se separó y sonriendo le mostró el como había entrado en la Fortaleza. De su espalda salieron un par de alas, pero estas no eran de un color blanco perla, como eran normalmente, si no que eran negras como el pelo del chico, y sin dejar de sonreír flexionó las piernas y subió volando al cielo. La estaba invitando a continuar la batalla en los cielos. Ella aceptó subiendo para continuar la lucha arriba.
A los otros no les iba precisamente bien, la puertas tenía algunos agujeros y los enemigos empezaban a asomar las cabezas por ellos. A ese ritmo tendrían que marcharse de la Fortaleza, su hogar.
En el cielo, su adversario la aventajaba muchísimo más que en tierra, él parecía acostumbrado luchar sin suelo bajo sus pies, y se aprovechaba lanzándola por distintos lados y surgiendo de varios lugares, Darkor de lo único que era capaz era de para sus acometidas, pero los brazos se le empezaban a cansar ya. De pronto, surgió su enemigo de arriba y embistiéndola de tal modo que empezaron a caer al suelo, el problema era que Darkor estaba debajo y no se podía mover.
El suelo estaba cada vez más cerca y ella trataba de pensar como sobrevivir, a unos cinco metros, le dio una patada a su adversario que le hizo salir por encima de su cabeza y ella pudo aterrizar como pudo, estaba sentada con su espalda apoyada en la pared, con el brazo tan dolorido que era incapaz de empuñar la espada. Su enemigo que estaba a dos metros de ella sonreía con una sonrisa de triunfo en sus labios mientras se acercaba.
-Perdiste, sabes me dijeron que si te resistías podía matarte, será divertido.
Darkor jadeaba y no podía apartar los ojos de la espada, no podía moverse, esa situación la trajo demasiados recuerdos, sólo le quedaba el instinto de sobrevivir a cualquier costa, la espada de él se levantaba a la altura de su cuello, el deseo de vivir se hizo fuerte en su interior, e instintivamente cerró los ojos y sólo pensó que no moriría allí ni así.
La espada bajó.
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
Capitulo 4. La huida
Dolor. Fue lo que sintió y lo único que existía en ese momento. Había cerrado lo ojos incapaz, de ver acercarse la espada. Se atrevió a ver lo ojos y deseo no haberlo hecho: su mano izquierda había parado el golpe mortal, y había este había recaído a lo largo de las líneas superiores de la palma. Por lo que podía observar la espada había llegado hasta la mitad de la mano.
Deseaba apartar de la mirada, pero no podía, quizás por que no quería volver a ver la espada venir.
Creyó oír una voz que gritaba su nombre, pero a lo lejos, eso produjo que apartara la vista de su mano y mirase a su alrededor. Delante no estaba su enemigo si no Draco que se acercaba corriendo hacía ella. Sentía que la sacudía ligeramente por el hombre derecho, y le veía mover los labios, pero no oía nada, como si estuviera en una burbuja. Y en esa burbuja solamente existía el dolor.
Poco a poco empezó a llegarle información al cerebro, pero lentamente, como si tuviera que atravesar una masa de agua antes de llegar hasta ella. Esos pensamientos que le llegaban eran básicos: huye, cúrate, huye, cúrate, huye, cúrate, huye, cúrate,…
Sólo existían tres cosas: el dolor, el huir y el curarse.
Curarse. Era lo primero que debía hacer o sino se desangraría, o peor, se le podía caer la mano, ya que notaba que tenía las primeras falanges rotas, y probablemente se las habrían astillado. No entendía una cosa: la espada llevaba una fuerza suficiente debía haberla cortado la mano y la cabeza también ¿por qué la espada no había continuado su camino?
Con este tipo de pensamientos noto que su cerebro volvía a la normalidad, debía pensar como curarse. Lo único que pensó fue arrancar un trozo de tela de camisa y anudársela alrededor de la muñeca, pasándoselo entre los dedos anular y corazón y este el índice. Al menos ahora no corría el riesgo de que se le cayera la mano.
Mientras estaba “curándose”, no se había dado cuenta de que la estaban arrastrando hacía dentro del edificio. Estaban dentro de la sala de reuniones, tan revuelta como la habían dejado o incluso más. A pesar de la poca luz existente Darkor pudo darse cuenta que el resto también estaban heridos: a Sera se le distinguía sangre en la parte superior de su antebrazo derecho, Krin tenía una herida en la frente y le goteaba sangre de los dedos de su mano izquierda, a Draco… fijándose en ese momento Dek y Draco no estaban por ninguna parte. Pero eso no le importaba demasiado en ese momento, el dolor había empezado a resultar “soportable” y ya que se había curado y huido, le entró una sensación de sopor, similar a la que se siente tras una comida abúndante.
Decido recostarse ligeramente en la pared para echarse un rato, cerró los ojos un momento,… para inmediatamente abrirlos y notar que la sacudían, trató de abrían los ojos, pero los parpados la pesaban demasiado, la pareció oír berbon, para sentir un instante después un escozor en la mejilla izquierda que la hizo abrir los ojos de manera automática.
Al girar la cabeza la cabeza vio los profundos ojos azules de Draco mirándola con preocupación, pero también con un gesto de derrota.
-Nos vamos. Te hemos recogido tus cosas. Dek dice que hay un pasadizo que nos puede dejar relativamente cerca de una ciudad que esta en los límites del desierto.
Draco tiró de ella para que se incorporase. Trato de dar un paso y trasbilló, y sino hubiera estado él sujetándola todavía hubiera acabado en el suelo. No se había dado cuenta de lo cansada que estaba. No lo había estado tanto desde la ultima vez que había tenido que…
-Huir. Como ratas. Eso es lo que vamos a hacer. Perfecto. Muy digno. Mi mayor ilusión en la vida. Lo…
-Hay unas cien personas armadas fuera, con ansia de sangre, además de un ángel negro con una flecha incrustada hasta el hueso, en el brazo. Admito cualquier sugerencia o plan B-Le replicó Dek a Sera.
-Entonces, ¿todo listo? En marcha pues.
Todos recogieron con desgana, retasando lo máximo posible la partida de su querida Fortaleza, de su hogar. No llevaban demasiados bultos así que la cosa no duro mucho. Dek llevaba una mochila sobre los hombros, que abultaba más que él, además de unas alforjas, una en cada hombro. Sera también llevaba una mochila como Krin. Draco dejó Darkor en una silla para ponerse la suya, a la vez que le pasaba una bolsa, para que se la colgase en el hombro. Le hecho un vistazo pudo ver que dentro estaban sus escasas pertenencias.
Se miraron unos instantes entre si, sin querer ser ninguno el primero en dar el primer paso para marcharse. Unos fuertes golpes en la puerta hizo que reaccionaran lentamente.
El primero en moverse fue Dek, en dirección a la pared del fondo, que empezó a toquetear, hasta que de repente la pared se difumino y dejo ver un túnel oscuro tas de si. Sera cogió una antorcha y se interno en ella, tras ella fue Krin cogiendo unas cantimploras para el camino. Draco se pasó el hombro derecho de Darkor por la espalda para ayudarla a caminar y se encaminaron también hacia el pasadizo. Tras de ellos entró Dek con una antorcha en la mano y con la otra volvió a manipular la inexistente pared, que volvió a tomar forma sólida. Se giró dándole la espalda a la Fortaleza, a su hogar.
Darkor no sabía cuanto tiempo llevarían caminando, para ella el tiempo había dejado de tener sentido, sólo caminaba, primero un pie, luego el otro, así constantemente. Con un ritmo regular, nadie hablaba, no había nada que decir, ni nadie tenia valor para preguntar sobre que harían. Eran mestizos, no tenían amigos no familia fuera de la Fortaleza. Como el resto de ellos. Habían sido expulsados de sus lugares de nacimiento al desierto, como se solían decir eran de todas partes y a la vez de ninguna. Los más afortunados habían huido con algún progenitor, los menos habían logrado llegar a duras penas hasta allí.
La mayoría había nacido como consecuencia con la eterna guerra que mantenían los pueblos de la Luz contra los de Oscuridad, los Ángeles eran los más fanáticos, buscaban la aniquilación total de sus enemigos, los Diablos. Por extensión los Humanos luchaban contra los enemigos de los Ángeles. Los Humanos. Una de los pueblos más faltó de personalidad, en algunos lugares se les llamaba los Esclavos de la Luz, y con razón, para ellos lo único claro en su existencia era el hecho de servir la pueblo de la Luz, pues era lo que les dictaban sus Dioses. Los Dioses. Otro rasgo característico de los Humanos era su complejo Panteón. Tenían un Dios o Diosa para casi todo, y todo lo explicaban a través de leyendas, no hacían prácticamente nada sin consultar a los Oráculos, además de ser extremadamente supersticiosos.
Su mente seguía divagando saltando de un pensamiento a otro tan rápido que no le daba tiempo a reflexionar sobre ellos. Pero cada vez más fuerte, había uno que se deslizaba por la bruma de su mente, hostigándola cada vez más. Sed. Tenía los labios resecos, al igual que la boca. Cada vez que trataba de tragar algo de saliva, no lo lograba y aumentaba su sed.
Seguían caminando, y a cada paso su sed aumentaba, siendo ese pensamiento el único que iba quedando en su mente. Otro paso. Sed. Otro paso. Sed. Otro paso. Sed. Sed. Sed. Sed…
No podía, más necesitaba beber algo.
Trató de mover el brazo izquierdo para coger la cantimplora, sin recordar que prácticamente había perdido la mano ¿hacía ya cuanto tiempo? Ese debía ser el motivo de que tuviera tanta sed, había perdido demasiada sangre. Si tan sólo pudiera curarse un poco la mano.
Otro pensamiento trató de abrirse paso a través de la sed. Algo que le había dicho alguna vez su madre cuando era pequeña. Su madre. Una punzada de añoranza le hirió el corazón al recordarla. Al recordarla a ella, y sus últimos momentos. La cara de su asesinó la había memorizado, por varios motivos le odiaba, no solo por haberle arrebatado a su única familia y ser querido que tenía, si no por lo que era para ellas.
Ese pensamiento y recuerdo se desvaneció como habían hecho los anteriores, pero ahora había otro en su mente a parte de la Sed. Las palabras de su madre, tan importantes, ¿por que no las había recordado antes?:
-Los Ángeles no pueden hacer magia como el resto de los pueblos. Pero tienen una habilidad que es muy importante. Pueden curase así mismos. Dependiendo de su grado se poder pueden hacerlo con más o menos eficacia…
-¿Eficacia, que quieres decir mamá?
-No me interrumpas Darkor. Del mismo modo que se puede hacer magia, y según la potencia del hechizo quedarse uno más o menos cansado, para los Ángeles es algo parecido. Es una cosa muy compleja sobre las células y la biología que ahora no entenderías, pero tiene relación con el hecho de cuanto tiempo más viven. Así que no puedes curarte por cada pequeño rasguño que te hagas.
-¿Yo puedo curarme? ¿Cómo?
-Eso es algo que deberás aprender por ti misma ¿de acuerdo?
Aprender por si misma como curarse…
Pensó en como cada vez que hacía magia, como buscaba la magia dentro de si y la daba forma usando la palabra y el pensamiento. Buscó curarse, pero lo encontraba nada.
Buscaba, buscaba, el pensamiento de su madre se desvanecía. También la Sed. También el sonido de sus propios pasos y su propia respiración. Por último dejo se sentir el suelo bajo sus pies y el cuerpo de Draco bajo su brazo.
Tan sólo quedó una palabra: curarse…
…
…
De pronto tras dejar de sentir todo empezó a sentir su mano izquierda. Tenía los ojos cerrados, pero la “veía”.
Vio primero como los vasos sanguíneos dejaba de manar la sangre y se unían entre si. Veía también como las conexiones nerviosas se restablecían.
Vio los huesos desastillarse y formar uno solo, quedando pequeñas marcas por donde se habían roto.
Por último vio como el músculo volvía a crecer en donde había cortado la espada, y junto con la piel se juntaban ambos extremos.
Pero no era un trabajo perfecto “Los Ángeles son capaces de curarse sin dejar cicatriz”
Donde se había producido el corte quedaba la carne ligeramente abultada, supuso que desde ese momento le costaría más cerrar la mano, pero ya no la tenía colgando de un trozo de carne.
De pronto volvió a ser consciente de todo aquello que se había desvanecido al empezar a curarse: el cuerpo de Draco, el suelo, el sonido de su trabajosa respiración, el sonido del grupo parándose, la Sed y el calor…
¿Por qué tenía tanto calor de repente?
-Tendrá fiebre. Lo que me extraña es que no le haya dado antes, debe de haberse le infectado- Sentía que la poyaban en la pared, disfruto del frescor en sus mejillas. También notó como la desataban la tela de la mano.-…
-¿Qué sucede?
-Ha cicatrizado
Las voces sonaban cada vez más lejanas y una oscuridad cada vez más profunda la rodeaba.
-¿Cómo que ha cicatrizado? No digas tonterías y dejaba ver. No debes de tener suficiente luz y dices tonterías…
El crepitar de las antorchas era lo único que se escuchaba.
-¿Cómo es posible? ¿Como ha podido suceder?
-Autocuración. Pregúntaselo a ella sino.
La sacudieron por los hombros para despertarla. No podía abrir los ojos. Le pesaban demasiado los párpados. Tan sólo musitó una palabra:
-Agua.
Inmediatamente después la oscuridad la envolvió totalmente y calló en un profundo sopor.
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
En conmemoración que tras unos seis meses he sido capaz de terminar el capitulo seis, pongo el cinco y si me da tiempo hoy, también el seis. Hay os dejo
Notaba que estaba en vuelta por una placentera calidez que la invitaba a seguir durmiendo. Pero algo en su cabeza, repicando como un martillo contra el yunque, le decía que se despertase. “Para. Sólo un poquito más” se decía mentalmente para tratar de dejar de oír ese molesto repiqueo.
Entreabrió los ojos ligeramente pero le dio la impresión de que los seguía teniendo cerrados, pues casi todo era oscuridad, salvo un tenue resplandor naranja que parecía envolver la estancia donde fuera que estuviese. Decidió incorporarse para averiguar donde estaba, pues no era capaz de recordar que era lo último que había sucedido, como si tuviera que tratar de ver sus recuerdos a través de una neblina provocada por su propia modorra.
Al tratar de incorporarse le dolió todo el cuerpo, como si tuviera agujas clavando se le por dentro de los músculos. Con la mano derecha apartó la manta que la cubría y se incorporó apoyándose en su mano izquierda, al hacerlo notó un profundo dolor cortante atravesándole la palma, y acompañado del dolor vino un fogonazo que la hizo recordar los últimos acontecimientos: la espada bajando, ella poniendo la mano para cubrirse, la huida por los túneles, el como se había curado…
Al recordar todo esto se miró la mano izquierda, se sorprendió al ver que la tenía vendada, pero la venda estaba limpia. Se la quitó rápidamente para ver que su mitón estaba totalmente cubierto de sangre, pero no la dejaba ver el aspecto de la herida. O lo que quedará de ella. Se retiró el guante, impaciente por ver lo que ocultaba. Maldijo entre dientes al darse cuenta de que no había apenas luz para poder vislumbrar la mano.
Se levantó sin dejar observar su mano en ningún momento y se fue acercando a la luz que ardía cerca, en una pequeña lámpara. Cuando fue capaz de ver en condiciones la palma, se horrorizó se alegró al mismo tiempo: una profunda cicatriz recorría toda la palma, yendo desde el inicio de una de las líneas hasta al final de la otra. Era tan gruesa como el ancho de su dedo meñique. Se miro lo perfiles para ver hasta donde había llegado el corte y comprobó que su profundidad era de un poco más de la mitad del ancho de su mano. Era un milagro que no se le hubiera caído la mitad de arriba y se hubiera quedado con la mitad de la palma y el dedo pulgar. Y aunque fuera la izquierda, tantos años con ella había acabado por cogerla cariño.
Probó cerrar la mano para comprobar si lo podía hacer totalmente. Respiró hondo temiendo el resultado. Lo hizo lentamente, para probar cual iba a ser el límite con el que tendría que vivir. Había cerrado los ojos temiendo ver el resultado. Cuando notó que ya no podía cerrara más lo abrió. Se sorprendió por el resultado: podía cerrar el puño, dejando un hueco entre los dedos y la mano, estiró los dedos para comprobar cual era ese limite: los dedos quedaron en ángulo recto sobre la palma.
En vista de todo lo que había sucedido no estaba nada mal: seguía teniendo las dos manos enteras, podía cerrarla lo suficiente como para empuñar la espada y podía dar puñetazos. Era un gran alivió, pero eso sólo era posible debido a que se había curado, pero había tenido que pagar un precio que no sabía cual era.
Se encogió de hombros y se acercó hasta donde tenía la manta para dormir otro rato, debido a que la modorra se volvía a apoderar de ella.
Notó como la sacudían el hombro para que despertase, cosa que no quería para nada ya que ya había encontrado la posición idónea para dormir. Dejaron de sacudirla e inmediatamente notó como la abofeteaban la cara con lo que ya abrió los ojos, con una mezcla de sueño y “¿qué esta pasando?” en la mirada, mientras Krin regañaba a Sera “por ser tan bruta”
-Tenemos cosa que decidir y no podemos esperar a que a la señorita la de la gana despertarse- contestó con tono de enfado.
-La señoritaaaaaaahhh ya se ha despertado- dijo Darkor a la vez que daba un largo y sonoro bostezó -¿Qué cuernos hay que decidir?
-Que te lo explique “me conozco todos los pasadizos de memoria”
-Si hay desprendimientos de rocas que taponen las salidas no es mi culpa- contestó Dek a la acusación de Sera.
-¿Qué quieres decir?
-Pues eso: hay un montón de rocas taponando la salida que íbamos a usar para escapar, aunque por lo visto existe otra salida más lejos, que nos dejaría, quizás demasiado cerca, de las montañas que limitan con Trana- explicó Krin.
-Cerca de Trana… ¿no es demasiado peligroso acercarse tanto donde los elfos? Lo más seguro que es que nos acribillen a flechazos y luego nos pregunten que queremos. No te sientas muy ofendido Krin- se disculpó rápidamente Darkor, porque aunque fuera mestizo, Krin seguía siendo medio elfo y podía sentirse molesto. Aunque quienes se suponían que eran sus amigos y familiares les hubieran repudiado y mandado al desierto como al resto de mestizos. A los que no habían sido expulsados de sus hogares por el fanatismo del “Pueblo de la Luz” y los humanos, se habían exiliado para evitar represalias, aunque hubiera excepciones estas eran muy pocas.
-Por eso tenemos que decidir: o una posible muerte a manos de los elfos o una muerte bastante probable a manas de tu amigo Sefard- dijo Draco surgiendo de entre las sombras, medio jadeante.-No sé donde están. Pero tampoco he querido alejarme demasiado. ¿Qué tal estás? ¿Te sientes mejor?
-Sí, no te preocupes. Entonces ¿qué hay que decidir?
-Permitidme que os descubra las posibilidades- dijo Dek mientras desplegaba en el suelo un desgastado mapa.- Nosotros estamos aquí-señaló un punto en mitad de una bifurcación en forma de Y.-El camino de la izquierda era nuestra ruta inicial, pero resulta que ha habido un desprendimiento de rocas que nos impide avanzar, se podrían retirar, pero no sabemos cuántas hay, si se caería el túnel, cuanto tardaríamos, si nos cogerían, si…
-Corta el rollo, nos hacemos a la idea- le cortó secamente Sera.
-La otra opción sería el otro camino, que como ya ha indicado Krin, nos dejaría demasiado cerca de las montañas y los elfos. No estoy muy seguro si del lado de Negike o del de Trana. Así que decidir por dónde ir.
Se quedaron todos en silencio momentáneamente. Era una decisión muy difícil: por un lado quedar sé a quitar las rocas sin saber cuánto tardarían y a la distancia que estaba el enemigo era muy peligroso. Por otro, acercarse demasiado donde los elfos, teniendo en cuenta que todos eran mestizos, equivalía a una muerte muy segura.
El primero en romper el silencio fue Draco.
-Creó que deberíamos arriesgarnos donde los elfos, podemos tener suerte y salir sin que nos vean. Si nos quedamos es demasiado arriesgado.
-Yo coincido con Draco. Arriesguémonos a ir por Trana.- Le apoyó rápidamente Krin, como si hubiera sabido desde el principio que decir, pero no había hablado por miedo a ser el primero.
-Yo prefiero que nos quedemos moviendo las rocas, no es posible que el desprendimiento haya sido tan fuerte como crear un tapón demasiado grueso de rocas para no quitarlas entre todos en poco tiempo.-Tras dejar Dek su opinión sólo quedaban, las chicas, siendo Sera la que habló primero:
-Por una vez estoy de acuerdo con Dek. Yo no quiero acercarme por Trana ni aunque tuviera que ir a por lo más preciado para mí. Si los elfos ya odian de por sí a los mestizos, yo que soy de los demonios se van a rifar quien me destroza primero.
Todas las miradas se dirigieron a Darkor, ya que su voto sería decisivo en el camino a elegir. Bajo la cabeza para no toparse con los ojos suplicantes de cada uno para que se inclinará a su favor. “Maldita sea. Ya me cuesta suficiente decidir qué hacer con mi vida, como para que además tenga decidir con sus vidas de por medio.” ¿Qué sucedía si lo que ella creía más seguro les condenaba a los cinco? ¿Por qué tenía siempre que elegir que hacer en momentos de presión y nunca podía hacerlo tranquilamente, como si le preguntarán si prefería tarta o quiché? “Estúpido desprendimiento de rocas. No podía a ver sido dentro de dos horas…” Un carraspeo impaciente la saco de sus pensamientos. Alzó la vista y se topó con las miradas de todos, y hubo una que la hizo decidirse.
-Intentemos lo de Trana.
-Me niego.- Gritó la voz de Sera.-Si nos pillan todos tenéis una mínima posibilidad de sobrevivir, pero yo no tengo ninguna. Soy de los demonios, si me cogen, me torturan y me harán cosas mucho peores…-Su voz sonaba suplicante y llorosa cuando se deshizo en un tenue hilillo, mientras ocultaba su cabeza entre las piernas. Krin apoyó las manos en sus hombros, mientras se quedaban frente a frente.
-Sera mírame… Mírame.-Le ordenó, tras la segunda vez alzó ligeramente la cabeza quedando su cara semioculta por el pelo.-Te juro por lo más sagrado que si nos topamos con alguien que trate de hacerte daño, antes moriré que consentir que te dañen ¿Entendido?- Sera asintió débilmente.
-Todo decidido. En marcha ¿por la izquierda entonces Dek?
-Si. Vamos
Recogieron las bolsas y las armas que habían dejado en un montón y se pusieron en marcha. Draco se quedó ligeramente rezagado para hablar con Darkor.
-¿Qué tal lo de la mano?¿Te duele o algo?- Le dijo a la vez que le ponía la mano en la frente para comprobar su temperatura.
-¿Crees que si me haces la misma pregunta muchas veces cambiará la respuesta?
-Puede. En serio, esto va a ser duro y quiero que todos estemos preparados.
-Tranquilo, el descansar me ha sentado bien. Ahora me preocupa más Sera. Tiene razón, si nos pillan es la que peor lo va a pasar.
-Entonces no nos tendrán que pillar. Vamos.
Tras esto se internaron en la oscuridad siguiendo la luz de los otros
Una hora después en ese mismo lugar apareció Sefard con sus hombres y un más que visible enfado.
-Se han escapado, ¡panda de inútiles!- Chilló al tiempo que golpeaba en la cabeza a uno de los soldados.-¡Además por donde han ido van derechos donde los elfos!¡Y hay ya no tenemos jurisdicción para cazarles! Aunque sólo por el momento- dijo mientras una sonrisa maliciosa asomaba en sus labios.-Voy a cobrarme muy cara esa flecha, estúpido mestizo. Da gracias que los elfos tampoco me tengan demasiados aprecio a mí, sino…-murmuro para sus adentros
>>¡Volvamos a la ciudad! Tengo unos permisos que pedir. Te acabare pillando “angelita”- dijo, terminando en un murmuro.
El puntito de luz que veían al final de túnel se fue haciendo más grande a medida que avanzaban por el túnel. Llevaban un rato andando a paso ligero, después de haber estado yendo todo el rato al “paso explorador” (correr 50 pasos, andar 50 pasos, correr 50 pasos…), de ese modo esperaban haber puesto al suficiente distancia ellos y sus perseguidores.
Se pararon a tomar aliento un poco antes de salir del túnel y se acomodaron las bolsas y las armas, para que en caso de que tuvieran que pelear estuvieran ya preparados. Respiraron profundamente antes de salir al exterior. Cuando lo hicieron, la luz les cegó al haberse habituado a la penumbra del túnel, al abrir los ojos no les gustó nada lo que vieron: árboles, arbustos y demás tipos de vegetación. Ese paisaje no se correspondía con las montañas, que solían estar peladas de toda vida, ni con el desierto arenoso que era Negike.
Salieron cautelosamente de la cueva, para saber a qué distancia estaban de las montañas, para ir hacia ellas rápidamente. Avanzaban sin decir nada, atentos al más mínimo sonido que pudiera delatar la presencia de cualquier ser vivo, con las armas a punto y quedando espalda contra espalda para cubrir el mayor campo de visión posible. Darkor estaba entre Draco y Sera, a quien notaba temblar ligeramente, al lado de Sera se encontraba Krin, con el arco a punto para disparar, y a su lado estaba Dek. Todos buscaban con la mirada donde podían estar las montañas, pero con la vegetación tan espesa que había era muy difícil poder ver a través de los árboles, ya que estos además eran muy altos. De repente oyeron como si múltiples cuerdas se tensarán al mismo tiempo, para inmediatamente oír una voz:
-¡Alto!¡Bajad las armas!¡Estáis rodeados por veinte arqueros elfos y todos os están apuntando!
El poco color que les quedaba en la cara lo perdieron al oír esas palabras.
-¿Son tantos Krin?-Le preguntó en un susurro Draco
-O más. No los puedo distinguir- respondió el aludido también en un tenue murmullo.
-Estamos muertos.
-¡Dejad de cuchichear!-Ordenó la voz, que vieron que provenía de un elfo que salía entre la vegetación.-¡Deponed las armas! No os preocupéis tenemos ordenes de capturar vivos a cualquier sucio mestizo que se atreva a respirar nuestro mismo aire, contaminando lo con vuestro hedor. Aunque sea un repugnante demonio. –A medida que hablaba iba avanzando.
Pasaron unos instantes de tensión, hasta que Draco habló:
-Haced lo que dice. Tenemos más posibilidades de sobrevivir que si intentamos algo.
Todos le miraron con incredulidad, sin creer lo que les estaba diciendo, a sabiendas de que era lo más sensato. Como no hacían nada él fue el primero en bajar su arma hasta el suelo lentamente y poner las manos en altos.
Todos le imitaron. El elfo se acercó más a ellos con una sonrisilla en la boca.
-¡Atadlos!-Ordenó-Hay que llevarlos a la ciudad para examinarles más de cerca, a ver si está con ellos a quien buscamos.
La poca sangre que le quedaba en la cara a Darkor desapareció.
Capítulo 5. Decisiones
Notaba que estaba en vuelta por una placentera calidez que la invitaba a seguir durmiendo. Pero algo en su cabeza, repicando como un martillo contra el yunque, le decía que se despertase. “Para. Sólo un poquito más” se decía mentalmente para tratar de dejar de oír ese molesto repiqueo.
Entreabrió los ojos ligeramente pero le dio la impresión de que los seguía teniendo cerrados, pues casi todo era oscuridad, salvo un tenue resplandor naranja que parecía envolver la estancia donde fuera que estuviese. Decidió incorporarse para averiguar donde estaba, pues no era capaz de recordar que era lo último que había sucedido, como si tuviera que tratar de ver sus recuerdos a través de una neblina provocada por su propia modorra.
Al tratar de incorporarse le dolió todo el cuerpo, como si tuviera agujas clavando se le por dentro de los músculos. Con la mano derecha apartó la manta que la cubría y se incorporó apoyándose en su mano izquierda, al hacerlo notó un profundo dolor cortante atravesándole la palma, y acompañado del dolor vino un fogonazo que la hizo recordar los últimos acontecimientos: la espada bajando, ella poniendo la mano para cubrirse, la huida por los túneles, el como se había curado…
Al recordar todo esto se miró la mano izquierda, se sorprendió al ver que la tenía vendada, pero la venda estaba limpia. Se la quitó rápidamente para ver que su mitón estaba totalmente cubierto de sangre, pero no la dejaba ver el aspecto de la herida. O lo que quedará de ella. Se retiró el guante, impaciente por ver lo que ocultaba. Maldijo entre dientes al darse cuenta de que no había apenas luz para poder vislumbrar la mano.
Se levantó sin dejar observar su mano en ningún momento y se fue acercando a la luz que ardía cerca, en una pequeña lámpara. Cuando fue capaz de ver en condiciones la palma, se horrorizó se alegró al mismo tiempo: una profunda cicatriz recorría toda la palma, yendo desde el inicio de una de las líneas hasta al final de la otra. Era tan gruesa como el ancho de su dedo meñique. Se miro lo perfiles para ver hasta donde había llegado el corte y comprobó que su profundidad era de un poco más de la mitad del ancho de su mano. Era un milagro que no se le hubiera caído la mitad de arriba y se hubiera quedado con la mitad de la palma y el dedo pulgar. Y aunque fuera la izquierda, tantos años con ella había acabado por cogerla cariño.
Probó cerrar la mano para comprobar si lo podía hacer totalmente. Respiró hondo temiendo el resultado. Lo hizo lentamente, para probar cual iba a ser el límite con el que tendría que vivir. Había cerrado los ojos temiendo ver el resultado. Cuando notó que ya no podía cerrara más lo abrió. Se sorprendió por el resultado: podía cerrar el puño, dejando un hueco entre los dedos y la mano, estiró los dedos para comprobar cual era ese limite: los dedos quedaron en ángulo recto sobre la palma.
En vista de todo lo que había sucedido no estaba nada mal: seguía teniendo las dos manos enteras, podía cerrarla lo suficiente como para empuñar la espada y podía dar puñetazos. Era un gran alivió, pero eso sólo era posible debido a que se había curado, pero había tenido que pagar un precio que no sabía cual era.
Se encogió de hombros y se acercó hasta donde tenía la manta para dormir otro rato, debido a que la modorra se volvía a apoderar de ella.
Notó como la sacudían el hombro para que despertase, cosa que no quería para nada ya que ya había encontrado la posición idónea para dormir. Dejaron de sacudirla e inmediatamente notó como la abofeteaban la cara con lo que ya abrió los ojos, con una mezcla de sueño y “¿qué esta pasando?” en la mirada, mientras Krin regañaba a Sera “por ser tan bruta”
-Tenemos cosa que decidir y no podemos esperar a que a la señorita la de la gana despertarse- contestó con tono de enfado.
-La señoritaaaaaaahhh ya se ha despertado- dijo Darkor a la vez que daba un largo y sonoro bostezó -¿Qué cuernos hay que decidir?
-Que te lo explique “me conozco todos los pasadizos de memoria”
-Si hay desprendimientos de rocas que taponen las salidas no es mi culpa- contestó Dek a la acusación de Sera.
-¿Qué quieres decir?
-Pues eso: hay un montón de rocas taponando la salida que íbamos a usar para escapar, aunque por lo visto existe otra salida más lejos, que nos dejaría, quizás demasiado cerca, de las montañas que limitan con Trana- explicó Krin.
-Cerca de Trana… ¿no es demasiado peligroso acercarse tanto donde los elfos? Lo más seguro que es que nos acribillen a flechazos y luego nos pregunten que queremos. No te sientas muy ofendido Krin- se disculpó rápidamente Darkor, porque aunque fuera mestizo, Krin seguía siendo medio elfo y podía sentirse molesto. Aunque quienes se suponían que eran sus amigos y familiares les hubieran repudiado y mandado al desierto como al resto de mestizos. A los que no habían sido expulsados de sus hogares por el fanatismo del “Pueblo de la Luz” y los humanos, se habían exiliado para evitar represalias, aunque hubiera excepciones estas eran muy pocas.
-Por eso tenemos que decidir: o una posible muerte a manos de los elfos o una muerte bastante probable a manas de tu amigo Sefard- dijo Draco surgiendo de entre las sombras, medio jadeante.-No sé donde están. Pero tampoco he querido alejarme demasiado. ¿Qué tal estás? ¿Te sientes mejor?
-Sí, no te preocupes. Entonces ¿qué hay que decidir?
-Permitidme que os descubra las posibilidades- dijo Dek mientras desplegaba en el suelo un desgastado mapa.- Nosotros estamos aquí-señaló un punto en mitad de una bifurcación en forma de Y.-El camino de la izquierda era nuestra ruta inicial, pero resulta que ha habido un desprendimiento de rocas que nos impide avanzar, se podrían retirar, pero no sabemos cuántas hay, si se caería el túnel, cuanto tardaríamos, si nos cogerían, si…
-Corta el rollo, nos hacemos a la idea- le cortó secamente Sera.
-La otra opción sería el otro camino, que como ya ha indicado Krin, nos dejaría demasiado cerca de las montañas y los elfos. No estoy muy seguro si del lado de Negike o del de Trana. Así que decidir por dónde ir.
Se quedaron todos en silencio momentáneamente. Era una decisión muy difícil: por un lado quedar sé a quitar las rocas sin saber cuánto tardarían y a la distancia que estaba el enemigo era muy peligroso. Por otro, acercarse demasiado donde los elfos, teniendo en cuenta que todos eran mestizos, equivalía a una muerte muy segura.
El primero en romper el silencio fue Draco.
-Creó que deberíamos arriesgarnos donde los elfos, podemos tener suerte y salir sin que nos vean. Si nos quedamos es demasiado arriesgado.
-Yo coincido con Draco. Arriesguémonos a ir por Trana.- Le apoyó rápidamente Krin, como si hubiera sabido desde el principio que decir, pero no había hablado por miedo a ser el primero.
-Yo prefiero que nos quedemos moviendo las rocas, no es posible que el desprendimiento haya sido tan fuerte como crear un tapón demasiado grueso de rocas para no quitarlas entre todos en poco tiempo.-Tras dejar Dek su opinión sólo quedaban, las chicas, siendo Sera la que habló primero:
-Por una vez estoy de acuerdo con Dek. Yo no quiero acercarme por Trana ni aunque tuviera que ir a por lo más preciado para mí. Si los elfos ya odian de por sí a los mestizos, yo que soy de los demonios se van a rifar quien me destroza primero.
Todas las miradas se dirigieron a Darkor, ya que su voto sería decisivo en el camino a elegir. Bajo la cabeza para no toparse con los ojos suplicantes de cada uno para que se inclinará a su favor. “Maldita sea. Ya me cuesta suficiente decidir qué hacer con mi vida, como para que además tenga decidir con sus vidas de por medio.” ¿Qué sucedía si lo que ella creía más seguro les condenaba a los cinco? ¿Por qué tenía siempre que elegir que hacer en momentos de presión y nunca podía hacerlo tranquilamente, como si le preguntarán si prefería tarta o quiché? “Estúpido desprendimiento de rocas. No podía a ver sido dentro de dos horas…” Un carraspeo impaciente la saco de sus pensamientos. Alzó la vista y se topó con las miradas de todos, y hubo una que la hizo decidirse.
-Intentemos lo de Trana.
-Me niego.- Gritó la voz de Sera.-Si nos pillan todos tenéis una mínima posibilidad de sobrevivir, pero yo no tengo ninguna. Soy de los demonios, si me cogen, me torturan y me harán cosas mucho peores…-Su voz sonaba suplicante y llorosa cuando se deshizo en un tenue hilillo, mientras ocultaba su cabeza entre las piernas. Krin apoyó las manos en sus hombros, mientras se quedaban frente a frente.
-Sera mírame… Mírame.-Le ordenó, tras la segunda vez alzó ligeramente la cabeza quedando su cara semioculta por el pelo.-Te juro por lo más sagrado que si nos topamos con alguien que trate de hacerte daño, antes moriré que consentir que te dañen ¿Entendido?- Sera asintió débilmente.
-Todo decidido. En marcha ¿por la izquierda entonces Dek?
-Si. Vamos
Recogieron las bolsas y las armas que habían dejado en un montón y se pusieron en marcha. Draco se quedó ligeramente rezagado para hablar con Darkor.
-¿Qué tal lo de la mano?¿Te duele o algo?- Le dijo a la vez que le ponía la mano en la frente para comprobar su temperatura.
-¿Crees que si me haces la misma pregunta muchas veces cambiará la respuesta?
-Puede. En serio, esto va a ser duro y quiero que todos estemos preparados.
-Tranquilo, el descansar me ha sentado bien. Ahora me preocupa más Sera. Tiene razón, si nos pillan es la que peor lo va a pasar.
-Entonces no nos tendrán que pillar. Vamos.
Tras esto se internaron en la oscuridad siguiendo la luz de los otros
Una hora después en ese mismo lugar apareció Sefard con sus hombres y un más que visible enfado.
-Se han escapado, ¡panda de inútiles!- Chilló al tiempo que golpeaba en la cabeza a uno de los soldados.-¡Además por donde han ido van derechos donde los elfos!¡Y hay ya no tenemos jurisdicción para cazarles! Aunque sólo por el momento- dijo mientras una sonrisa maliciosa asomaba en sus labios.-Voy a cobrarme muy cara esa flecha, estúpido mestizo. Da gracias que los elfos tampoco me tengan demasiados aprecio a mí, sino…-murmuro para sus adentros
>>¡Volvamos a la ciudad! Tengo unos permisos que pedir. Te acabare pillando “angelita”- dijo, terminando en un murmuro.
El puntito de luz que veían al final de túnel se fue haciendo más grande a medida que avanzaban por el túnel. Llevaban un rato andando a paso ligero, después de haber estado yendo todo el rato al “paso explorador” (correr 50 pasos, andar 50 pasos, correr 50 pasos…), de ese modo esperaban haber puesto al suficiente distancia ellos y sus perseguidores.
Se pararon a tomar aliento un poco antes de salir del túnel y se acomodaron las bolsas y las armas, para que en caso de que tuvieran que pelear estuvieran ya preparados. Respiraron profundamente antes de salir al exterior. Cuando lo hicieron, la luz les cegó al haberse habituado a la penumbra del túnel, al abrir los ojos no les gustó nada lo que vieron: árboles, arbustos y demás tipos de vegetación. Ese paisaje no se correspondía con las montañas, que solían estar peladas de toda vida, ni con el desierto arenoso que era Negike.
Salieron cautelosamente de la cueva, para saber a qué distancia estaban de las montañas, para ir hacia ellas rápidamente. Avanzaban sin decir nada, atentos al más mínimo sonido que pudiera delatar la presencia de cualquier ser vivo, con las armas a punto y quedando espalda contra espalda para cubrir el mayor campo de visión posible. Darkor estaba entre Draco y Sera, a quien notaba temblar ligeramente, al lado de Sera se encontraba Krin, con el arco a punto para disparar, y a su lado estaba Dek. Todos buscaban con la mirada donde podían estar las montañas, pero con la vegetación tan espesa que había era muy difícil poder ver a través de los árboles, ya que estos además eran muy altos. De repente oyeron como si múltiples cuerdas se tensarán al mismo tiempo, para inmediatamente oír una voz:
-¡Alto!¡Bajad las armas!¡Estáis rodeados por veinte arqueros elfos y todos os están apuntando!
El poco color que les quedaba en la cara lo perdieron al oír esas palabras.
-¿Son tantos Krin?-Le preguntó en un susurro Draco
-O más. No los puedo distinguir- respondió el aludido también en un tenue murmullo.
-Estamos muertos.
-¡Dejad de cuchichear!-Ordenó la voz, que vieron que provenía de un elfo que salía entre la vegetación.-¡Deponed las armas! No os preocupéis tenemos ordenes de capturar vivos a cualquier sucio mestizo que se atreva a respirar nuestro mismo aire, contaminando lo con vuestro hedor. Aunque sea un repugnante demonio. –A medida que hablaba iba avanzando.
Pasaron unos instantes de tensión, hasta que Draco habló:
-Haced lo que dice. Tenemos más posibilidades de sobrevivir que si intentamos algo.
Todos le miraron con incredulidad, sin creer lo que les estaba diciendo, a sabiendas de que era lo más sensato. Como no hacían nada él fue el primero en bajar su arma hasta el suelo lentamente y poner las manos en altos.
Todos le imitaron. El elfo se acercó más a ellos con una sonrisilla en la boca.
-¡Atadlos!-Ordenó-Hay que llevarlos a la ciudad para examinarles más de cerca, a ver si está con ellos a quien buscamos.
La poca sangre que le quedaba en la cara a Darkor desapareció.
Re: La historia de Darkor. Primera parte: Los comienzos
En prímicia el capitulo seis de mi fanfic, sólo he taradao seis meses en ponerme a escribir
La perspectiva de ver las exuberantes y exóticas plantas de Trana hubiera agradado a cualquier, a pesar del pegajoso ambiente que se te pegaba a la piel, haciendo sentir la humedad del bosque a través de la ropa, la mezcla de múltiples fragancias que producían un ligero mareo hasta que uno se acostumbraba y se dedicaba a paladearlas. Con el oído se recogía el murmullo del viento acariciando las hojas más altas de los árboles, mientras la vista se acostumbraba a distinguir los cientos, miles de verdes distintos que se filtraban cuando algunos rayos se colaban por las altas copas y llegaban al suelo iluminando pequeños tramos, por que las hojas eran verdes, pero las flores y arbustos eran una explosión de olor distinta en cada lugar, haciendo sentir mareos si se recorría rápidamente con la vista. A veces se podían descubrir ojos acechando entre la espesura, aunque ninguno hostil, puestos que los predadores temían a todo aquello que caminará sobre dos patas, gracias a la “educación” realizada por los elfos.
La gente que lograba ver Trana, aunque fuera una mínima parte se sentían dichosos. Pero siempre hay excepciones a la regla. En este caso eran cinco asustadas y temblorosas excepciones.
La ciudad de Berg era como todas las ciudades de Trana, una ciudad suspendida. Nadie sabía por que todas la ciudades de los elfos estaban colgando de los árboles y todos los edificios parecían enormes frutos blancos suspendidos, se decía que esto era así por que antes de que los elfos “domesticarán” a los animales vivían en los árboles para evitar ser atacados por ellos. La estructura de las poblaciones era siempre la misma: Un fruto grande que era donde se reunían los representantes de los sectores (cazadores, comerciantes, agricultores, ganaderos, exploradores, diplomáticos, ejercito,…), otro gran fruto era donde estaba el ejercito exterior y el interior. El resto eran núcleos de frutos más pequeños repartidos en el área de comercio y la residencial básicamente. Los frutos que conforman los edificios en verdad son gigantescos globos con una gruesa pared cuyo interior es habitable, las diversas estancias están separadas por cortinas, y no hay demasiadas ventanas, puesto que dañaría la estructura del globo.
Como es lógico en el globo no se puede poner una cocina ni baños. Para los baños todos los poblados están cerca de algún arroyo, en cual han construido presas para que se formaran bañeras más o menos naturales. Para solucionar las cocinas había zonas para cocinar. También habían construido abrevaderos para poder coger agua que era subida por un sistema de cañerías hasta arriba. El resultado era que las ciudades se organizaban en barrios, con cocinas y baños comunes para todos, además era bastante común que hubiera balconadas cerca de pequeñas tabernas para que disfrutaran los turistas.
Berg era una ciudad bastante pequeña, debido al hecho de que era fronteriza con Negike, y los grandes núcleos de población se concentraban en el centro de la región. Pero aun así era bastante animada, sobre todo a que había muchos niños. Debido a que la mayor parte de las plantas dejaban manchas que no se lavaban, era costumbre que todos los niños vistieran ropa blanca, que luego teñían ellos mismos al jugar, haciendo que los niños fueran borrones multicolores. En el caso de los adultos ya no era así debido a que era más cuidadosos a la hora de moverse por el bosque.
Al ser Berg una ciudad fronteriza y además pequeña, tan sólo había un balconada destinada a servir de mirador para los turistas. En ese momento estaba lleno de niños que tomaban dulces, con los pies colgando de la balconada, observando el paisaje. En las mesas de fuera tan sólo había una persona encapuchada, tomando tranquilamente una taza de una suave infusión de hierbas. El personaje estaba a la sombra totalmente, además de llevar una larga túnica entreabierta cubriéndole todo el cuerpo, dejando asomar al final unas botas de piel verde oscuro, que le llegaban por debajo de las rodillas. Además llevaba el rostro cubierto por la capucha totalmente y con un pañuelo, bajado para poder beber, ambos del mismo color que la túnica, gris ceniciento. Las manos las lleva cubiertas por guantes de cuero marrón, bastante desgastados por el uso.
Mientras tomaba la infusión miraba a la selva que se extendía al otro lado de las balconadas. En estas había un grupo de niños que tomaban unos dulces, estaban sentados en el borde con las piernas colgando a través de los barrotes puestos por seguridad. Ambos estaban contemplando como Xine se ponía por el sur lentamente, tiñendo en tonos dorados y rojizos el cielo, de una tonalidad verdosa en esa zona debido a las esporas de los árboles más altos.
En el momento que la taza se posaba en los labios de la figura encapuchada paso corriendo un niño con la ropa de color todavía blanco, se para de seco donde el resto de niños y se quedo unos instantes quieto, con las manos en las rodillas, recuperando el aliento. Cuando la loza de la taza sonó la dejarla en plato empezó a hablar deprisa, presa de la excitación:
-Tren soldaten… erwischen festnahme. Zwei frauden… und drei menschen. Vertrauen aus Negike
-Na, komm!
(N.A.: se supone que es alemán, como no se está en plan indio y con algunos cambios respecto a la palabra original, por que están sacados de diccionario. Traducido: “-Los soldados… han traído prisioneros. Dos mujeres… y tres hombres. Creo que vienen de Negike -¡Vamos!”)
Cuando el segundo chico terminó de hablar, se levantaron rápidamente y salieron en estampida en la dirección de la entrada, mientras tanto la figura encapuchada terminó de apurar los últimos sorbos de la bebida y se levantó también. El chico que había traído la noticia, al que sus compañeros habían tirado al suelo al salir corriendo se le quedó mirando, y antes de que se subiera el pañuelo hasta el puente de la nariz pudo comprobar como esbozaba una especie de mueca, semejante a una sonrisa, que le heló totalmente la sangre.
Los cinco estabas cansados de andar a través de la selva, esquivando plantas y raíces y tropezando constantemente con las raíces de las plantas, además de hundirse hasta los tobillos en el fango que había por el camino. Estaban atados de idéntica forma: las manos tocando el brazo contrario, con los antebrazos atados firmemente entre ellos y con un trozo saliendo del centro, enrollado alrededor del cuello, suficientemente tenso como para que cada vez que retorcían los brazos los ahogará. Quien peor iba era Darkor, debido a que las cuerdas bloqueaban la magia, de modo que la magia que la daba “peso” estaba anulada, de tal modo que no era consciente de su peso y eso la dificultaba a la hora de salir del barro ya que levantaba el pie con la idea de que era mucho más pesado, pero al ser más ligero lo levantaba por encima de las rodillas, así constantemente.
Aunque la situación del resto no era mucho mejor por lo que podía observar, ya que estaba cada uno a unos tres metros de los otros y con dos elfos de por medio, con las dagas desenvainadas y con una apoyada debajo del omoplato de cada uno por “si intentaban algo raro” había dicho el jefe del escuadrón. Aparte de cuando los capturaron, no habían oído hablar en Común a nadie, los único podrían entender algo eran Dek y Krin, aunque no estaba segura de que Krin hubiera llegado a aprender nunca élfico, pues según sus propias palabras “conozco de las tierras de Trana por las historias que he oído contar a los viajeros”. Mientras divagaba en estos pensamientos acabaron por llegar a Berg.
Fueron conducidos al interior de un árbol, pasando por debajo de la ciudad, pudiendo oír el griterío infantil que se había congregado para observar el “espectáculo”, sin subir directamente al pueblo. El árbol había sido vaciado y su interior tenía varios pisos, con un pasillo que conducía a un círculo central, que comunicaba con las puertas de las distintas celdas, que consistían en pequeños habitáculos, sin ventanas ni ningún tipo de mobiliario, tenuemente iluminadas, como el resto del lugar por fuegos mágicos: llamas de color granate que no prendían en ningún tipo de material.
Les dejaron en el piso de abajo y les cortaron la cuerda que le unía los brazos con el cuello, no sin antes haber serrado firmemente la puerta y haber apostado dos guardias a cada lado, con lanzas cruzando para evitar su huida. Se decía que los elfos eran tan recelosos con la custodia de los prisioneros, debía a dos motivos: el primero que los ángeles les habían nombrado sus subordinados, con la orden de atrapar a todos los fugitivos peligrosos, que había acabo degenerando en cualquier ser que no les cayera bien. El otro motivo es que una vez las hadas habían que guardar a un importante fugitivo y este había escapado y como represalia los ángeles habían exterminado a toda la raza, aunque esto era un cuento para niños, pues todo el mundo sabía que nunca habían vivido allí las hadas, aunque resultaba sospechosa un enorme desierto en pleno centro de Trana, pero se decía que era un mensaje de los Dioses para recordar que podían hacer cualquier cosa.
Les colocaron en fila, y el hombre que parecía al mando se les quedo mirando con una mirada llena de desprecio y asco, todos mantenían la cabeza gacha asustados por lo que les deparaba. Se acerco al primero, que era Krin, le agarró del pelo de la nuca y le obligó a levantar la cabeza, le miro fijamente a los ojos, mirando le durante unos segundos fijamente para soltarle bruscamente y apartarle de un empujón, para pasar al siguiente al tiempo que susurraba “Nein”. El siguiente fue Dek, cuyos ojos tenían un tono amarillo de alerta, y era el único de los cinco que tenía la cabeza más o menos erguida, el elfo le miro un segundo para empujarle a un lado y pasar a examinar a Draco.
Quedaban tan sólo Darkor y Sera, y aunque está temblaba y estaba llorando de puro terror, la que de verdad estaba asustada era Darkor, pues ella sabía perfectamente que a quien buscaban era a ella y si tan sólo retiraban el pañuelo que ocultaba su pelo la descubrirían. El pañuelo lo llevaba de tal modo que ocultaba totalmente su largo pelo, el invento consistía en la zona de la parte superior de la cabeza sujeto fuertemente con horquillas y el resto en una coleta con la tela fuertemente atada alrededor, doblando lo todo a la mitad para envolverlo otra vez en la tela, formando una especie de saco.
El elfo dio un empujón a Draco, tras haber estado examinando le un buen rato, se acerco a Darkor y quedo cara a cara, más o menos, pues el elfo la sacaba casi dos cabezas. Sin pensar demasiado en lo que hacía levantó la cabeza le escupió en la cara, creyó verle un gesto de sorpresa justamente antes de recibir un puñetazo en el abdomen, con tal fuerza que si en condiciones normales la hubiera hecho retroceder, ahora pesando tan poco la sacó volando varios metros para acabar estrellándose de espaladas contra la pared, golpeándose en la cabeza y quedando ligeramente aturdida.
-¡Erheben! (“levantadla”)- dijo en voz alta mientras se limpiaba la cara con el dorso de la mano y acortaba a la distancia que les separaba.
Darkor sentía la cabeza embotada y un fuerte dolor en la espalda, sacudió la cabeza para tratar de despejarse, pero no le ayudó, mientras notó como la agarraban de las axilas y la aupaban, se retorció, aun sabiendo que era inútil por mero instinto de supervivencia. Notó como la agarraban de la parte de arriba de la cabeza y la obligaban a mirar a los ojos al elfo, que tenía su cara a escasos centímetros de la suya, tal vez para evitar que le volviera a escupir. Trató de debatirse otra vez sin éxito y con menos fuerzas que antes, sabiendo que era inevitable todo.
-Creo que tenemos una ganadora, coincides mejor con la descripción que la otra: “Mujer, son un sello anti-magia poco peso, piel morena, ojos castaños, bajita, orejas normales y…”
Haciendo una pausa dramática mientras terminaba de quitarla el pañuelo, ya medio suelto. Alargó el brazo izquierdo para dejar caer a un lado la tela azula que había ocultado tan eficazmente su largo pelo negro de la vista de los demás. Agacho la cabeza, con lo que el pelo le calló hacía abajo ocultando su cara de la mirada de los demás
-“Pelo negro como el de los demonios”-terminó con una pequeña sonrisa triunfal en los labios.
Bueno, imaginaos el percal, si ya les gustan poco los demonios y consideran una abominación a los mestizos, haceos a la idea de alguien mitad ángel ("sus dioses") mitad demonio ("basura") Espero que os guste y puede que en otrso seis meses se capaz de escribir
Capítulo 6. Secretos revelados
La perspectiva de ver las exuberantes y exóticas plantas de Trana hubiera agradado a cualquier, a pesar del pegajoso ambiente que se te pegaba a la piel, haciendo sentir la humedad del bosque a través de la ropa, la mezcla de múltiples fragancias que producían un ligero mareo hasta que uno se acostumbraba y se dedicaba a paladearlas. Con el oído se recogía el murmullo del viento acariciando las hojas más altas de los árboles, mientras la vista se acostumbraba a distinguir los cientos, miles de verdes distintos que se filtraban cuando algunos rayos se colaban por las altas copas y llegaban al suelo iluminando pequeños tramos, por que las hojas eran verdes, pero las flores y arbustos eran una explosión de olor distinta en cada lugar, haciendo sentir mareos si se recorría rápidamente con la vista. A veces se podían descubrir ojos acechando entre la espesura, aunque ninguno hostil, puestos que los predadores temían a todo aquello que caminará sobre dos patas, gracias a la “educación” realizada por los elfos.
La gente que lograba ver Trana, aunque fuera una mínima parte se sentían dichosos. Pero siempre hay excepciones a la regla. En este caso eran cinco asustadas y temblorosas excepciones.
La ciudad de Berg era como todas las ciudades de Trana, una ciudad suspendida. Nadie sabía por que todas la ciudades de los elfos estaban colgando de los árboles y todos los edificios parecían enormes frutos blancos suspendidos, se decía que esto era así por que antes de que los elfos “domesticarán” a los animales vivían en los árboles para evitar ser atacados por ellos. La estructura de las poblaciones era siempre la misma: Un fruto grande que era donde se reunían los representantes de los sectores (cazadores, comerciantes, agricultores, ganaderos, exploradores, diplomáticos, ejercito,…), otro gran fruto era donde estaba el ejercito exterior y el interior. El resto eran núcleos de frutos más pequeños repartidos en el área de comercio y la residencial básicamente. Los frutos que conforman los edificios en verdad son gigantescos globos con una gruesa pared cuyo interior es habitable, las diversas estancias están separadas por cortinas, y no hay demasiadas ventanas, puesto que dañaría la estructura del globo.
Como es lógico en el globo no se puede poner una cocina ni baños. Para los baños todos los poblados están cerca de algún arroyo, en cual han construido presas para que se formaran bañeras más o menos naturales. Para solucionar las cocinas había zonas para cocinar. También habían construido abrevaderos para poder coger agua que era subida por un sistema de cañerías hasta arriba. El resultado era que las ciudades se organizaban en barrios, con cocinas y baños comunes para todos, además era bastante común que hubiera balconadas cerca de pequeñas tabernas para que disfrutaran los turistas.
Berg era una ciudad bastante pequeña, debido al hecho de que era fronteriza con Negike, y los grandes núcleos de población se concentraban en el centro de la región. Pero aun así era bastante animada, sobre todo a que había muchos niños. Debido a que la mayor parte de las plantas dejaban manchas que no se lavaban, era costumbre que todos los niños vistieran ropa blanca, que luego teñían ellos mismos al jugar, haciendo que los niños fueran borrones multicolores. En el caso de los adultos ya no era así debido a que era más cuidadosos a la hora de moverse por el bosque.
Al ser Berg una ciudad fronteriza y además pequeña, tan sólo había un balconada destinada a servir de mirador para los turistas. En ese momento estaba lleno de niños que tomaban dulces, con los pies colgando de la balconada, observando el paisaje. En las mesas de fuera tan sólo había una persona encapuchada, tomando tranquilamente una taza de una suave infusión de hierbas. El personaje estaba a la sombra totalmente, además de llevar una larga túnica entreabierta cubriéndole todo el cuerpo, dejando asomar al final unas botas de piel verde oscuro, que le llegaban por debajo de las rodillas. Además llevaba el rostro cubierto por la capucha totalmente y con un pañuelo, bajado para poder beber, ambos del mismo color que la túnica, gris ceniciento. Las manos las lleva cubiertas por guantes de cuero marrón, bastante desgastados por el uso.
Mientras tomaba la infusión miraba a la selva que se extendía al otro lado de las balconadas. En estas había un grupo de niños que tomaban unos dulces, estaban sentados en el borde con las piernas colgando a través de los barrotes puestos por seguridad. Ambos estaban contemplando como Xine se ponía por el sur lentamente, tiñendo en tonos dorados y rojizos el cielo, de una tonalidad verdosa en esa zona debido a las esporas de los árboles más altos.
En el momento que la taza se posaba en los labios de la figura encapuchada paso corriendo un niño con la ropa de color todavía blanco, se para de seco donde el resto de niños y se quedo unos instantes quieto, con las manos en las rodillas, recuperando el aliento. Cuando la loza de la taza sonó la dejarla en plato empezó a hablar deprisa, presa de la excitación:
-Tren soldaten… erwischen festnahme. Zwei frauden… und drei menschen. Vertrauen aus Negike
-Na, komm!
(N.A.: se supone que es alemán, como no se está en plan indio y con algunos cambios respecto a la palabra original, por que están sacados de diccionario. Traducido: “-Los soldados… han traído prisioneros. Dos mujeres… y tres hombres. Creo que vienen de Negike -¡Vamos!”)
Cuando el segundo chico terminó de hablar, se levantaron rápidamente y salieron en estampida en la dirección de la entrada, mientras tanto la figura encapuchada terminó de apurar los últimos sorbos de la bebida y se levantó también. El chico que había traído la noticia, al que sus compañeros habían tirado al suelo al salir corriendo se le quedó mirando, y antes de que se subiera el pañuelo hasta el puente de la nariz pudo comprobar como esbozaba una especie de mueca, semejante a una sonrisa, que le heló totalmente la sangre.
Los cinco estabas cansados de andar a través de la selva, esquivando plantas y raíces y tropezando constantemente con las raíces de las plantas, además de hundirse hasta los tobillos en el fango que había por el camino. Estaban atados de idéntica forma: las manos tocando el brazo contrario, con los antebrazos atados firmemente entre ellos y con un trozo saliendo del centro, enrollado alrededor del cuello, suficientemente tenso como para que cada vez que retorcían los brazos los ahogará. Quien peor iba era Darkor, debido a que las cuerdas bloqueaban la magia, de modo que la magia que la daba “peso” estaba anulada, de tal modo que no era consciente de su peso y eso la dificultaba a la hora de salir del barro ya que levantaba el pie con la idea de que era mucho más pesado, pero al ser más ligero lo levantaba por encima de las rodillas, así constantemente.
Aunque la situación del resto no era mucho mejor por lo que podía observar, ya que estaba cada uno a unos tres metros de los otros y con dos elfos de por medio, con las dagas desenvainadas y con una apoyada debajo del omoplato de cada uno por “si intentaban algo raro” había dicho el jefe del escuadrón. Aparte de cuando los capturaron, no habían oído hablar en Común a nadie, los único podrían entender algo eran Dek y Krin, aunque no estaba segura de que Krin hubiera llegado a aprender nunca élfico, pues según sus propias palabras “conozco de las tierras de Trana por las historias que he oído contar a los viajeros”. Mientras divagaba en estos pensamientos acabaron por llegar a Berg.
Fueron conducidos al interior de un árbol, pasando por debajo de la ciudad, pudiendo oír el griterío infantil que se había congregado para observar el “espectáculo”, sin subir directamente al pueblo. El árbol había sido vaciado y su interior tenía varios pisos, con un pasillo que conducía a un círculo central, que comunicaba con las puertas de las distintas celdas, que consistían en pequeños habitáculos, sin ventanas ni ningún tipo de mobiliario, tenuemente iluminadas, como el resto del lugar por fuegos mágicos: llamas de color granate que no prendían en ningún tipo de material.
Les dejaron en el piso de abajo y les cortaron la cuerda que le unía los brazos con el cuello, no sin antes haber serrado firmemente la puerta y haber apostado dos guardias a cada lado, con lanzas cruzando para evitar su huida. Se decía que los elfos eran tan recelosos con la custodia de los prisioneros, debía a dos motivos: el primero que los ángeles les habían nombrado sus subordinados, con la orden de atrapar a todos los fugitivos peligrosos, que había acabo degenerando en cualquier ser que no les cayera bien. El otro motivo es que una vez las hadas habían que guardar a un importante fugitivo y este había escapado y como represalia los ángeles habían exterminado a toda la raza, aunque esto era un cuento para niños, pues todo el mundo sabía que nunca habían vivido allí las hadas, aunque resultaba sospechosa un enorme desierto en pleno centro de Trana, pero se decía que era un mensaje de los Dioses para recordar que podían hacer cualquier cosa.
Les colocaron en fila, y el hombre que parecía al mando se les quedo mirando con una mirada llena de desprecio y asco, todos mantenían la cabeza gacha asustados por lo que les deparaba. Se acerco al primero, que era Krin, le agarró del pelo de la nuca y le obligó a levantar la cabeza, le miro fijamente a los ojos, mirando le durante unos segundos fijamente para soltarle bruscamente y apartarle de un empujón, para pasar al siguiente al tiempo que susurraba “Nein”. El siguiente fue Dek, cuyos ojos tenían un tono amarillo de alerta, y era el único de los cinco que tenía la cabeza más o menos erguida, el elfo le miro un segundo para empujarle a un lado y pasar a examinar a Draco.
Quedaban tan sólo Darkor y Sera, y aunque está temblaba y estaba llorando de puro terror, la que de verdad estaba asustada era Darkor, pues ella sabía perfectamente que a quien buscaban era a ella y si tan sólo retiraban el pañuelo que ocultaba su pelo la descubrirían. El pañuelo lo llevaba de tal modo que ocultaba totalmente su largo pelo, el invento consistía en la zona de la parte superior de la cabeza sujeto fuertemente con horquillas y el resto en una coleta con la tela fuertemente atada alrededor, doblando lo todo a la mitad para envolverlo otra vez en la tela, formando una especie de saco.
El elfo dio un empujón a Draco, tras haber estado examinando le un buen rato, se acerco a Darkor y quedo cara a cara, más o menos, pues el elfo la sacaba casi dos cabezas. Sin pensar demasiado en lo que hacía levantó la cabeza le escupió en la cara, creyó verle un gesto de sorpresa justamente antes de recibir un puñetazo en el abdomen, con tal fuerza que si en condiciones normales la hubiera hecho retroceder, ahora pesando tan poco la sacó volando varios metros para acabar estrellándose de espaladas contra la pared, golpeándose en la cabeza y quedando ligeramente aturdida.
-¡Erheben! (“levantadla”)- dijo en voz alta mientras se limpiaba la cara con el dorso de la mano y acortaba a la distancia que les separaba.
Darkor sentía la cabeza embotada y un fuerte dolor en la espalda, sacudió la cabeza para tratar de despejarse, pero no le ayudó, mientras notó como la agarraban de las axilas y la aupaban, se retorció, aun sabiendo que era inútil por mero instinto de supervivencia. Notó como la agarraban de la parte de arriba de la cabeza y la obligaban a mirar a los ojos al elfo, que tenía su cara a escasos centímetros de la suya, tal vez para evitar que le volviera a escupir. Trató de debatirse otra vez sin éxito y con menos fuerzas que antes, sabiendo que era inevitable todo.
-Creo que tenemos una ganadora, coincides mejor con la descripción que la otra: “Mujer, son un sello anti-magia poco peso, piel morena, ojos castaños, bajita, orejas normales y…”
Haciendo una pausa dramática mientras terminaba de quitarla el pañuelo, ya medio suelto. Alargó el brazo izquierdo para dejar caer a un lado la tela azula que había ocultado tan eficazmente su largo pelo negro de la vista de los demás. Agacho la cabeza, con lo que el pelo le calló hacía abajo ocultando su cara de la mirada de los demás
-“Pelo negro como el de los demonios”-terminó con una pequeña sonrisa triunfal en los labios.
Bueno, imaginaos el percal, si ya les gustan poco los demonios y consideran una abominación a los mestizos, haceos a la idea de alguien mitad ángel ("sus dioses") mitad demonio ("basura") Espero que os guste y puede que en otrso seis meses se capaz de escribir
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